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Venezuela pone a prueba la democracia

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Junio 2017 / 48

Elecciones La oposición, Washington y Madrid presionan para que Maduro adelante las presidenciales. ¿Tienen  prisa para acabar con una dictadura antes de que ésta demuestre, una vez más, que Venezuela sigue siendo una democracia?

Protesta el pasado 2 de mayo contra el Gobierno de Nicolás Maduro. FOTO: Edgloris Marys

Las cosas van muy mal en Venezuela. Pero pese a lo que usted puede haber leído en los grandes medios de comunicación o en los abundantes tuits sobre Venezuela —más de siete al día— del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, la mayor parte de la gente en Caracas no se lanza a las calles cada día para reivindicar el fin del Gobierno de Nicolás Maduro. Tampoco hay consenso en las calles de la capital venezolana sobre que el pueblo vive bajo una dictadura tiránica. Al menos si por las calles queremos decir no sólo los bulevares del acomodado distrito de El Chacao, sino también las callejuelas que trepan por los barrios populares en las laderas de las montañas.

Entender la realidad venezolana requiere mil matices. Por eso es tan problemático que la cobertura mediática sea únicamente de blanco y negro, dictadura contra luchadores por la libertad. Quizá se podría decir que Venezuela está unida en su hartazgo después de tres años de galopante inflación y un desabastecimiento endémico de bienes como arroz, pan y medicamento básicos, iniciado con el colapso del precio del petróleo, en 2013. Pero está dividida respecto a cómo resolver el problema. 

Hay quienes, como los que participan en las manifestaciones diarias en los barrios acomodados de Chacao, Altamira, Sucre y en otras ciudades, dudan de que Maduro vaya a cumplir con la convocatoria de elecciones presidenciales en 2018 y citan, para justificar sus temores, la suspensión parcial de los poderes de la Asamblea Nacional en abril por el Tribunal Supremo y el aplazamiento de las elecciones regionales. Pero hay mucha gente en Caracas —no sólo los apparatchik chavistas— que cree que habrá elecciones y que lo mejor sería suspender las protestas hasta que se vea si Maduro las sabotea o no. “No sé por qué hacen falta tantas protestas; más vale esperar a las elecciones y luego probablemente votaremos en contra”, dijo José, residente con su mujer y tres hijos en Ciudad Caribia, un polígono de viviendas públicas en las afueras de Caracas. 

 

LIGERA MEJORA

Es posible que las prisas de la oposición por exigir la convocatoria inmediata de las elecciones presidenciales —ya con el apoyo de EE UU y la OEA— tenga que ver con que el sorprendente dato de que Maduro ha ido mejorando su posición en los sondeos. Entre septiembre y abril, su valoración aumentó del 18% al 24%. La coalición opositora de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), por su parte, no parece capaz de rebasar el 40%, pese a los intentos de presentarse como un moderado agrupamiento de centroizquierda que ahora defiende la Constitución chavista de 1999. 

Entender la realidad venezolana requiere de mil matices

La oposición duda de que Maduro convoque presidenciales en 2018

El presidente va mejorando su posición en los sondeos

La resistencia del apoyo a Maduro pese a la gravedad de la coyuntura puede tener que ver con una ligera mejora de la situación de desabastecimiento e inflación conforme el Gobierno ha garantizado un suministro de alimentos y bienes esenciales a las clases más desfavorecidas (que sigue siendo la base de apoyo chavista) a través del programa CLAP, que llega ya a una de cada cuatro familias venezolanas, y siempre a los más pobres. Hay otro riesgo para la oposición si se mantiene el calendario electoral que exige la Constitución. Aunque el Fondo Monetario Internacional (FMI) vaticina otro deterioro de la economía venezolana, economistas con conocimientos más profundos de la política gubernamental son algo más optimistas. Tras un duro ajuste en el cual el Gobierno ha realizado recortes draconianos al suministro de divisas a las empresas provocando el desplome de las importaciones, existe margen para suavizar, según Francisco Rodríguez, de Torino Capital en Nueva York: “Calculamos que las restricciones sobre importaciones terminarán a finales de este año y la economía dejará de caer en picado”. 

No va a ser una recuperación fuerte. Las empresas privadas mantendrán su huelga inversora. La política de controles de precios y de múltiples tasas de cambio seguirá generando un mercado negro de precios inflados y una especulación cambiaria impulsada cada día por el siniestro medio de sede estadounidense Dolartoday, que establece el precio del bolívar ante el dólar. Esto seguirá saboteando constantemente los intentos del Gobierno de mantener precios estables para los bienes esenciales. Sería mucho mejor si el Gobierno liberalizase los precios y juntase las tasas de cambio y que utilizara sus programas sociales para proteger a los vulnerables de la inflación. Pero, pese a todo esto, lo peor puede haber pasado ya para la economía venezolana, sobre todo si los últimos aumentos del precio del crudo se mantienen.

“Hoy no he comido nada para que pueda hacerlo mi nieto”

La oposición presiona para que se adelanten las elecciones

No cabría infravalorar el malestar que se extiende por gran parte de pueblo venezolano. El salario mínimo de 200.000 bolívares mensuales, unos 40 euros, según el cambio del mercado negro, no puede mantener el ritmo de una inflación que se situará en el 400% este año, según Torino Capital. “Hay hambre, no he comido nada hoy porque prefiero dar de comer a mi nieto”, dijo una abuela que hacía cola para cobrar una pensión de 110.000 bolívares en la ciudad siderúrgica de Puerto Ordaz. Sin embargo, las bases chavistas aún existen. La concentración pro-Gobierno del Primero de Mayo era más grande que la manifestación de la oposición.  

 

NO SE DESCARTA UNA SORPRESA

Lo más probable —a fin de cuentas— es que la oposición finalmente se imponga en las presidenciales a principios del 2018, lo que sería la primera derrota del chavismo en elecciones presidenciales en dos décadas y más de 20 citas con las urnas, bastantes para un régimen dictatorial. Pero la oposición sabe que no se puede descartar una sorpresa. Por eso, quizá, pese a que la Constitución venezolana no prevé la posibilidad de elecciones anticipadas, crecen las presiones de la oposición y sus aliados desde Washington hasta Madrid en favor de la convocatoria inmediata de elecciones. ¿Por qué tanta prisa? Tal vez porque es urgente efectuar un cambio de régimen ya y acabar con la dictadura antes de que ésta tenga la oportunidad de demostrar, una vez más, que Venezuela es una democracia.