La tasa de actividad femenina se duplica
Los cambios tecnológicos, sociales y demográficos en los últimos 12 años llevan a la paradoja de que la ocupación esté hoy casi al nivel del inicio de la crisis, pero que el paro no haya descendido en el mismo porcentaje.
En el último mes han aparecido los datos de las dos estadísticas básicas que tenemos para analizar los datos del empleo y el paro en España. Por una parte, el número de afiliados en abril fue de 19,2 millones. Este es un dato que puede ser considerado muy positivo en la medida que se acerca al número máximo de afiliados alcanzado antes del inicio de la crisis económica (19,40 millones en mayo de 2008). Por otra parte, los datos del primer trimestre de la Encuesta de Población Activa (EPA), cuyas cifras se hicieron públicas el pasado 25 de abril, muestran que la tasa de paro sigue siendo del 14,7%, más de seis puntos por encima de la tasa mínima de paro alcanzada en el segundo trimestre de 2007, que era del 7,9%. ¿Cómo puede ser que el número de afiliados prácticamente se haya recuperado mientras que la tasa de paro permanece aún en cifras que casi duplican las de 2007? Los 12 años transcurridos entre estas dos cifras engloban modificaciones relevantes en la composición del empleo. Los cambios tecnológicos, demográficos y sociales que se han producido durante este largo periodo, junto con los derivados de la elevada duración de la crisis han afectado de forma sustancial, y quizás de forma permanente, a las posibilidades de empleo de ciertos colectivos y sectores.
La destrucción del empleo durante la crisis y su posterior recuperación ha ido acompañada de un fuerte cambio en el peso de los diferentes sectores productivos y, en relación con lo anterior, en el peso del empleo femenino. La destrucción del empleo en el sector de la construcción durante la crisis fue marcadamente masculino. El número de varones afiliados a la Seguridad Social en mayo de 2008 era de 11,11 millones, mientras que las mujeres solo representaban 42,7% del total de afiliados, con 8,27 millones de personas. En abril de 2019, el número de mujeres afiliadas ya era de 8,93 millones y su peso dentro del total de afiliados había ascendido al 46,5%. Es decir, mientras que las mujeres afiliadas han superado en 669.212 personas a la mejor cifra alcanzada antes de la crisis, los varones aún están más de un millón por debajo del máximo alcanzado en junio de 2007.
A pesar de este fuerte incremento en la afiliación femenina, su tasa de paro sigue siendo del 16,74%, cifra muy superior a la registrada por los varones (12,9%). De todas formas, este dato, sin duda negativo, es en parte el reflejo de la incorporación masiva de las mujeres al mercado de trabajo.
España ha duplicado la tasa de actividad femenina en los últimos 30 años. La tasa de actividad femenina no dejó de crecer en las últimas décadas, incluidos los años de la crisis, aunque en los últimos años, desde 2015, se observa una práctica estabilización. En 1986 solo el 28,8% de las mujeres formaban parte de la población activa; en 2015 esta tasa ya superaba el 54%, aproximándose a la media europea (58,4%). De hecho, como se puede observar por los datos de afiliación y las tasas de desempleo que aparecen en los gráficos, las mujeres se vieron mucho menos afectadas por la destrucción de empleo y, por primera vez en nuestra historia, las diferencias en las tasas de desempleo por sexo fueron prácticamente nulas.
Otro elemento de preocupación que convive con el buen dato de afiliación del mes de abril es la distribución de estas nuevas afiliaciones por grupos de edad. En mayo de 2008 los 1,72 millones de jóvenes entre 16 y 24 años que estaban afiliados representaban, aproximadamente, el 10% del total de afiliados. Con los últimos datos del mes de abril, su peso dentro del total de afiliados se ha reducido casi a la mitad (5,6%) y se sitúan con 639.000 afiliados menos, mientras que su tasa de desempleo se sitúa muy por encima de la media (34,9%) y duplica la que tenían en el tercer trimestre de 2007. Aunque esta evolución refleja en parte una incorporación más tardía al mercado laboral tras una etapa de formación más amplia, también pone de manifiesto el elevado coste de la crisis para el colectivo juvenil. Esta disminución en el peso de los jóvenes se ha visto compensada en parte por el aumento en el peso de los mayores, que ha pasado del 12,0% en mayo de 2008 al 17,7% del total.
Por tanto, cabe preguntarse si la fase de recuperación del ciclo será lo suficientemente larga para que las tasas de paro sigan disminuyendo, situándose en cifras parecidas a las registradas antes del inicio de la crisis o deberemos asumir que tenemos que convivir con tasas de desempleo mayores y con un reparto diferente del empleo por sectores, sexo y grupos de edad.