Argentina, una década después: lecciones para Europa
Analista de política y economía europea y latinoamericana
Hacia el año 2000, Argentina había caído en una profunda recesión. Su crisis tenía similitudes con la actual de Grecia: el problema central era una deuda externa insostenible como consecuencia de una moneda sobrevaluada y la consecuente falta de competitividad, así como flujos de capital especulativo. En ambos casos, la sobrevaluación resultaba de un arreglo que parecía ser un seguro contra las crónicas presiones inflacionarias y había generado un boom económico artificial. Pero puso al país en un chaleco de fuerza, y los gobiernos se volvieron prisioneros de su moneda (1).
En Argentina, la implosión del sistema que mantenía desde 1991 el peso encadenado al dólar, se volvió, en 2001, inevitable. Nadie quiso ayudarla, porque no había —a diferencia del caso griego de hoy, con poderosos bancos alemanes y franceses temiendo fuertes pérdidas— mucho interés en salvarla. El PIB cayó un 10% en 2002, año de niveles récord de pobreza y de desempleo. Pero un año después, el país estaba saliendo ya de la peor crisis de su historia e inició un período de crecimiento del PIB sin paralelo en un siglo, con cerca del 10% anual (2). Duplicó prácticamente el ingreso nacional y redujo drásticamente la pobreza y el desempleo.
Con la moneda fuertemente devaluada, la producción y las exportaciones se volvieron más competitivas y se encarecieron las importaciones. Se crearon millones de empleos, el mercado interno se expandía y el turismo se duplicó. Por supuesto, hubo ganadores y perdedores en la inescapable maxidevaluación.
Néstor Kirchner, presidente de 2003 a 2007, rehabilitó las funciones del Estado, en particular con medidas proteccionistas y programas sociales. Y renegoció duramente, con una quita de más de dos tercios, la deuda externa.
Una devaluación frenaría las importaciones y alentaría las ventas al exterior y el turismo
EE UU y el FMI se han vuelto en Argentina tan impopulares como Berlín en el sur de la UE
La experiencia de Argentina muestra que escapar de un arreglo monetario paralizante trajo un nuevo dinamismo, gracias a sus recursos naturales en el contexto de condiciones del mercado mundial muy favorables y de una nueva política que rehabilitó la acción del Estado. Merecen ser destacados diez puntos:
• Europa del sur no tiene el potencial agrícola de Argentina, pero una devaluación alentaría las exportaciones y el turismo, frenaría las importaciones y favorecería un desarrollo más sostenible.
• En Argentina, la reorientación del ultraliberalismo hacia un Estado más activo fue, con las medidas sociales que reforzaban el mercado interno, crucial.
• La recuperación, acompañada de mejoras sociales, fue esencial para la reestabilización política.
• Renegociaciones de la deuda externa exponen a las represalias de los mercados, pero pueden ser necesarias.
• Otras herencias de los años noventa, como la ruinosa privatización de la compañía de petróleo YPF, tienen todavía sus efectos negativos.
• Pese a sus tradiciones autoritaritarias y a un gran número de extranjeros, Argentina no ha producido un partido significativo de extrema derecha, en contraste con Grecia.
• La inflación, frenada artificialmente durante varios años, aumentó después del desastre, pero la hiperinflación temida no se produjo.
• Las actuales restricciones comerciales y cambiarias son problemáticas, pero pueden ser sensatas, momentáneamente, para frenar las fugas de capital.
• La gran ola de emigración alrededor de 2000-2002 se detuvo y el país volvió a ser una destinación para emigrantes de España.
• Hay tres raíces de la crisis: errores de construcción del rígido arreglo monetario, la paridad fija dólar-peso en Argentina y el euro sin política económica coordinada ni convergencia de niveles de competitividad; corrupción y otros factores nacionales; la gestión desastrosa de la crisis en Argentina en 2000-2001 y en Europa desde 2009 (3).
Existen, por tanto, varias similitudes y lecciones. EE UU y el FMI se han vuelto más impopulares en Argentina, como Alemania y Bruselas en el sur de Europa. Sin reorientaciones importantes, tampoco habrá aquí soluciones. Recordemos los juicios del establishment mundial sobre la política económica ejemplar argentina de los años noventa: hoy se recomiendan en otras partes reformas similares del mercado laboral, privatizaciones y paquetes de austeridad.
LÉXICO
1. V. del autor, “Greece and its euro nightmare - what are the lessons from Argentina?”, Evropaiki Ekfrassi (Expresión Europea), Atenas, 4.º trimestre de 2011, y “Griechenland-der Gordische Knoten Europas”, International, Viena, I/2013.
2. De 2003 a 2008 Argentina tuvo un crecimiento anual medio per cápita de 7,4%, comparado con el 4,5% de América Latina en su conjunto, el 2,7% para Brasil y el 3,6% para Chile.
3. Esto no lo dicen únicamente los analistas Krugman y Stiglitz. El propio FMI acaba de reconocer estos crasos errores: Olivier BLANCHARD y Daniel LEIGH, Growth Forecast Errors and Fiscal Multipliers, IMF Working Paper No. 2013/1, Washington.