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El euro, base de la Europa del mañana

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Mayo 2017 / 47

El ‘Brexit’ brinda a los países de la UE la ocasión de una refundación de todo el proyecto, y ésta debe empezar por enmarcar la moneda única en una unión económica

ILUSTRACIÓN: ELISA BIETE JOSA


Veinticinco años después de la firma del Tratado de Maastricht, la arquitectura de la zona euro sigue incompleta. La crisis financiera que comenzó en Estados Unidos ha transformado esta debilidad en una amenaza. A pesar de las advertencias formuladas desde el inicio, la unión monetaria nunca se ha equilibrado con una verdadera unión económica. El euro, diseñado para tiempos de calma, protegió las economías de las fluctuaciones de los tipos de cambio, pero las privó de un instrumento de ajuste contra eventuales perturbaciones. La existencia de una moneda común sin que en paralelo exista un instrumento real anticíclico es un defecto original que ha agravado las consecuencias de la crisis.

Desde los años setenta, el informe Werner ya preveía, sin embargo, que para que una unión monetaria fuera viable requeriría que los presupuestos públicos nacionales se concertaran y coordinaran. Con el lanzamiento del euro, la política monetaria se encomendó al Banco Central Europeo (BCE), en tanto que la política fiscal continuó siendo responsabilidad de cada Estado. El Tratado de la UE estipula que “los Estados miembros consideran sus políticas económicas como una cuestión de interés común”. La experiencia ha demostrado, no obstante, la dificultad de llevar a la práctica esta disposición.

 

LA VIABILIDAD DEL EURO

Hoy es urgente hacerlo. Si queremos que el euro cumpla sus promesas en términos de estabilidad, empleo, convergencia e inversión, debe ir más allá del estadio de la mera coordinación y dotar a la zona euro de instrumentos específicos de intervención. En un momento de confianza vacilante no sólo entre los Estados, sino también entre ciudadanos,sería en beneficio de la Unión en su conjunto y en el de cada uno de sus países miembros.

El Brexit no puede ser una excusa para esperar. Algunos piensan que el euro sería un tema de división fuerte entre los Veintisiete Estados miembros y que sería mejor progresar en otras áreas como la defensa. Sería un error; se deberá avanzar en distintos frentes en paralelo, pero la cuestión de la moneda única no puede posponerse, porque si el euro desapareciera, sería el mercado interior y la propia Unión Europea lo que se dislocaría.

Los primeros quince años de la moneda única han mostrado los límites que conlleva quedarse en la mera coordinación y en el Pacto de Estabilidad. Al contrario. La negociación a la que el Brexit obliga al resto de los países miembros debe ser la oportunidad para la clarificación y la refundación necesarias bajo el signo de la responsabilidad y la solidaridad.

 

LOS TRES PILARES DE LA CAPACIDAD PRESUPUESTARIA

Examinar a principios de cada año las posiciones presupuestarias de cada Estado miembro debe permitir definir el reparto del esfuerzo de inversión allí donde exista margen de maniobra. Sin embargo, este enfoque debería ir también acompañado de la creación de un instrumento común de intervención, con un presupuesto de la zona euro, cuya función sería triple. En primer lugar, permitir la convergencia económica, social y fiscal. De hecho, las disparidades en el seno de la zona euro han aumentado más que fuera de ella, antes y después del estallido de la crisis, especialmente a resultas de la aplicación del Pacto de Estabilidad [acuerdo para blindar la austeridad en las políticas económicas de los países que participan en el euro] que socava los estabilizadores automáticos* y desalienta la inversión.

El esfuerzo de inversión debe repartirse allí donde haya más margen

Un presupuesto común facilitaría la convergencia social, fiscal y económica

En la gestión europea puede desarrollarse un subsidio mínimo de paro

A continuación, la eurozona necesita un instrumento para apoyar a un Estado miembro que experimente una dificultad específica. Por este motivo se estableció,  sobre una base intergubernamental, el llamado Mecanismo Europeo de Estabilidad, que representa el 5% del producto interior bruto (PIB) de la zona del euro.

Esta herramienta debería estar integrada en la gestión presupuestaria de la eurozona, proporcionando una base para el desarrollo de los estabilizadores automáticos, como un subsidio mínimo de desempleo. Por último, la tercera y última pista: la zona euro debería dotarse de un instrumento anticíclico de apoyo a la inversión. 

 

HOJA DE RUTA

Estas son las propuestas de informe que he codirigido junto con mi colega demócrata-cristiano alemán Reimer Böge, propuestas que el Parlamento Europeo aprobó el pasado 16 de febrero [Informe sobre la capacidad presupuestaria de la zona euro accesible en https://le.ex/Jsjb1].

Para que el euro siga siendo la moneda de los europeos el día de mañana, los líderes europeos deben aprovecharla. El período electoral próximo en varios Estados miembros, y en particular en Francia, ofrece una oportunidad para plantear esta hoja de ruta.