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La curva de Kuznets

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Mayo 2013 / 3

La curva en U invertida de Simon Kuznets, economista y estadístico norteamericano de origen ruso, vincula el crecimiento y la reducción de las desigualdades de la renta.

¿Es suficiente aumentar el pastel para que su reparto no plantee más problemas? Dicho de otra manera, ¿el crecimiento económico es la solución a los problemas de reparto? A primera vista la curva de Kuznets conduciría a pensar que sí. La curva relaciona el crecimiento (abscisas) y la desigualdad de la renta (ordenadas). Bajo la forma de una U invertida, esta curva conduce a distinguir tres fases: una primera etapa del desarrollo económico durante la cual las desigualdades económicas irían creciendo; después, una fase de estabilización, las desigualdades dejarían de aumentar; finalmente, una tercera etapa de crecimiento avanzado que se caracterizaría por una reducción de las desigualdades.

Simon Kuznets ha sugerido esta gráfica después de haber examinado durante un largo período (desde finales del siglo XIX hasta los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial) el crecimiento y la desigualdad de las rentas en Estados Unidos, Reino Unido y Alemania. Este trabajo, publicado en la American Economic Review en 1955, contribuyó, por cierto, a que obtuviera el Premio Nobel en 1971. 

Simon Kuznets (1901-1985). El mismo había destacado el papel de la política social en la reducción de las desigualdades al comentar sus observaciones.

No se puede, sin embargo, deducir que existiría una relación mecánica sobre la reducción de las desigualdades a medida que avanza el desarrollo de un país. En efecto, esto no es lo que se observa incluso sobre un largo período, que el crecimiento ha aumentado al mismo tiempo que las desigualdades han disminuido, que se pueda deducir  una relación de causa-efecto entre los dos. Muchos otros factores, como por ejemplo el progreso técnico o la mejora del nivel de educación, pueden haber mejorado a la vez el crecimiento y reducido las desigualdades. Es especialmente un factor clave, que el  mismo Kuznets había destacado al comentar lo que observó: la importancia adquirida por la política social en la redistribución de la renta a partir de los años cuarenta en su papel en la reducción de las desigualdades durante los años de crecimiento de la posguerra.

 

Aceptación social

Como Thomas Piketty ha argumentado largamente, el crecimiento no reduce por si solo las desigualdades. Al contrario, tiene tendencia a amplificarlas, y estas desigualdades no pueden ser combatidas a no ser que la colectividad exprese que sea así a través de una demanda de protección, de redistribución, y de justicia social. Ahora bien, esta voluntad no se expresa siempre, ya que el grado de tolerancia respecto a las desigualdades varía mucho en función del país, las culturas y las experiencias históricas. Según lo que se advierte en las desigualdades, el azar de las circunstancias o bien el resultado de diferentes niveles de esfuerzos individuales, se está más o menos dispuesto a luchar en contra.

Obviamente, es necesario un pastel para tener algo que repartir. Sin crecimiento, el problema no es ya el reparto, sino la pobreza. Ahora bien, con crecimiento pero sin la voluntad colectiva de velar por su distribución equitativa, no se puede imaginar que los problemas de reparto se resolverán espontáneamente. La distribución de las rentas no es innata, exige un consentimiento social.  Ahora bien, cuando esta voluntad no existe y las desigualdades crecen, lo que se compromete es la capacidad de fabricar el pastel y se deja una parte de la gente en el margen de la carretera. Depende, pues, de la sostenibilidad del crecimiento que sus frutos sean bien repartidos.

La rebusca en los contenedores de basura es una imagen frecuente. FOTO: Andrea Bosch