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Las empleadas de hogar y la precariedad

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Enero 2020 / 76

La Administración no dice la verdad cuando señala que el descenso de afiliación en el sector de empleadas de hogar se debe a que estas han pasado a desempeñar trabajos mejores.

ILUSTRACIÓN:PREDRO STRUKELJ

Recientemente, el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social ha hecho una valoración del incremento del salario mínimo interprofesional (SMI), señalando que los únicos impactos negativos habían sido los descensos de afiliación en los dos sistemas especiales de la Seguridad Social, hogar y agrario. Si bien las declaraciones del secretario de Estado de Seguridad Social las conocemos únicamente por lo recogido en medios de comunicación y pueden no reflejar la totalidad de sus reflexiones, llama la atención que con relación al Sistema Especial de Empleadas de Hogar (SEEH) comentara que el descenso de la afiliación se debe a que las trabajadoras han pasado a desempeñar mejores trabajos y “han sido sustituidas por personas en situación irregular, eso lo sabe todo el mundo”. Pues no, ni lo sabe todo el mundo ni es un comentario afortunado. Identificar el trabajo sin alta en la Seguridad Social solo con quienes carecen de autorización para residir y trabajar en España no es riguroso. Y en cuanto a que quienes han desaparecido del sistema como afiliadas, lo hayan hecho para desempeñar trabajos “mejores”, seguramente es más un deseo que una realidad, y parte de esas afiliadas simplemente siguen trabajando, pero sin cotizar. Y lo más sorprendente, que se habla de empleadores particulares que mantienen a trabajadoras sin dar de alta en la Seguridad Social y no hay reproche alguno en las declaraciones hechas desde el Ministerio o un inmediato anuncio de actuación de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social. Cierto que hay que tener en cuenta que quienes contratan no son empresas, sino familias. Pero es una relación laboral, y el hogar, un centro de trabajo.

 

PÉRDIDA DE AFILIACIÓN

Entre noviembre de 2018 y noviembre de 2019, el SEEH perdió 13.968 personas afiliadas. ¿Eealmente es acertado atribuirlo al incremento del SMI? Podría ser, si la pérdida de afiliación se hubiera producido solo en el año 2019, pero desde el año 2015, con un máximo de 429.800 personas afiliadas al SEEH, esta cifra no ha dejado de disminuir hasta las 397.385 de este mes de noviembre. Sería necesario un análisis que tomara en consideración otras variables para explicar la pérdida de afiliación. De lo contrario, alguien podría sacar la conclusión de que para conservar la afiliación es preciso no aplicar las subidas del SMI a esta actividad, lo que agravaría aún más la precariedad del empleo, la cotización y las prestaciones futuras. 

Los salarios en el sector doméstico son los más bajos de todas las ramas

Nos encontramos con una relación laboral atípica en la que los empleadores son personas particulares, familias que asumen el pago del salario y cotización a la Seguridad Social de estas trabajadoras, mujeres, y en su mayoría de nacionalidad u origen extranjero. Si en el año 2006 el gasto medio por hogar en trabajo doméstico, salarios y seguridad social era de 356 euros, en el año 2018 fue de 324 euros. La crisis económica y el desempleo en las familias repercute en el salario, en la jornada de trabajo y en el paso a la irregularidad laboral. Las trabajadoras del hogar llegaron a alcanzar los 900 euros de salario mensual bruto en el año 2010 y con el 50% de las asalariadas a jornada completa, pero en 2018 apenas superan los 750 euros mensuales, con un porcentaje de asalariadas a tiempo completo del 44%. Sobra decir que el salario de esta actividad es el más bajo de todas las ramas, que tienen el porcentaje más alto de trabajo a tiempo parcial, más del 55% del total de asalariados, y que sus pensiones son las menores de todo el sistema con la excepción del SOVI.

 

NUEVAS MODALIDADES

Desde diferentes ámbitos se proponen modificaciones que, en general, tienen como objetivo hacer más soportable económicamente para las familias la contratación o abrir nuevos negocios para intermediarios: reducciones de cuota, bonificaciones, deducciones fiscales o un sistema similar al cheque servicio de otros Estados miembros de la Unión; que la relación laboral se sustituya por la mercantil, un regalo para las plataformas digitales que ya ofrecen servicios de tareas domésticas o de cuidados profesionalizados a bajo coste, incluso con la fórmula de la relación laboral especial; agencias de colocación que se proponen como únicas proveedoras de estos servicios, algunas de ellas con sucursales en los países de origen y que ofrecen el servicio completo de gestionar las autorizaciones de residencia y trabajo, los trámites de alta, confección de nóminas, etc. llegando a veces a publicitar con todo el descaro que las trabajadoras extranjeras son más baratas que las españolas. Obviamente, nada de todo esto está pensando para mejorar las condiciones de empleo y cotización de las trabajadoras. Ni tampoco para garantizar una provisión de prestaciones y servicios públicos que cubran las necesidades de cuidados. 

Se publicita que las empleadas extranjeras son más baratas

Hay que dignificar este empleo con una valoración de puestos

En una actividad que incluye tareas domésticas, el cuidado a las personas que forman parte del ámbito doméstico o familiar, jardinería, conducción de vehículos, guardería, etc., convendría afrontar la realidad, y esta sí que la sabe todo el mundo: que estamos cubriendo con un trabajo de condiciones precarias necesidades que deberían estar provistas por el sistema de protección social en sentido amplio. En el año 2018, en la Unión Europea había 2.273.200 empleos en la actividad de hogares como empleadores de personal doméstico, el 27,6% de ellos se encontraba en España. Sin embargo, en las dos actividades más directamente relacionadas con los cuidados (actividades en servicios sociales sin alojamiento y asistencia en establecimientos residenciales), con un total de 10.918.600 empleos en toda la Unión, España solo representaba el 4,7% de estos empleos. Únicamente en Italia (el Estado miembro con mayor volumen de empleo doméstico), España y Chipre es mayor el volumen de empleo en actividades de los hogares que en las dos actividades relacionadas con los cuidados. Cierto es que la normativa sobre trabajo doméstico de los países es diferente, y también los sistemas de protección social, pero es significativo que, en materia de protección social, España ocupe el 15º puesto de los Estados miembros en gasto en familia e hijos por habitantes (309 euros) y el 13º puesto en gasto en edad avanzada (que incluye el gasto en pensiones) con un porcentaje de población mayor de 65 años que supera el 19%.

 

EMPLEO DIGNO

La mejora de las condiciones de las trabajadoras del hogar pasa por dotar adecuadamente el sistema de atención a la dependencia y de servicios sociales para que dejen de hacer un trabajo que debe ser provisto por las Administraciones, por dignificar las condiciones de empleo con una valoración de puestos como se hace en un convenio colectivo, un salario por encima del SMI, cotización por desempleo, inclusión en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, desaparición del desistimiento o retribuir el trabajo nocturno. Y por qué no, aplicar la obligación del registro horario. Porque a veces un hogar es también un centro de trabajo.