Los límites invisibles
Directora de FUHEM
El bombardeo mediático que pretende convencernos de que estamos saliendo de la crisis no tiene en cuenta el problema clave: la superación de los límites físicos del planeta. No se habla de ello, pero es imposible ignorarlos.
ILUSTRACIÓN: IDANA RODRÍGUEZ
Estamos asistiendo en las últimas semanas a un verdadero bombardeo mediático que pretende convencer al conjunto de la ciudadanía de que estamos saliendo de la crisis. Supuestamente, esas señales de recuperación terminarán reflejándose en el bienestar de las personas y en el descenso de las cifras del desempleo.
Lamentablemente, no va a ser así. Detrás de los recortes en gasto social, de la llamada austeridad o del aumento del desempleo, existe un problema que es estructural, que afecta a múltiples dimensiones de la vida humana y que exige una reorganización completa del territorio y del tiempo de las personas. Un problema que permanece ausente en el debate social y de la mayor parte de los análisis sobre la crisis: se trata de la superación de los límites físicos del planeta Tierra.
Como seres vivos que somos, dependemos de la naturaleza y somos parte de ella. Todo lo que necesitamos para mantenernos (energía, alimento, materiales, agua, tierra que produzca alimentos, etc.) procede de los materiales extraídos de la corteza terrestre o de los ciclos dinámicos de la biosfera.
La insoslayable dependencia ecológica de la especie humana hace que el asunto de los límites físicos del planeta sea un tema económico de primer orden que, curiosamente, es prácticamente invisible en los análisis de la economía convencional.
En estos momentos, el metabolismo global de la economía ha superado estos límites. Incluso instituciones perfectamente alineadas con el sistema dominante, como la Agencia Internacional de la Energía, reconocen que en 2006 se alcanzó lo que se denomina el pico del petróleo, ese momento en el que por cada barril de petróleo que se extrae en un lugar del mundo, no se encuentran reservas que lo sustituyan.
LÍMITES SUPERADOS
El declive de la energía fósil barata es una tremenda amenaza en un mundo que literalmente come petróleo. La producción industrial de alimentos, el modelo de transporte o las grandes metrópolis, por ejemplo, son inviables sin energía fósil barata. Las fuentes energéticas alternativas no tienen las mismas tasas de retorno (relación de intensidad energética obtenida en función de la invertida en el proceso de extracción). La energía nuclear, tantas veces pregonada como solución alternativa, presenta, además de la peligrosidad de sus instalaciones y el irresoluble problema de los residuos, el inconveniente de estar basada en un recurso no renovable, el uranio, que tiene calculados sus propios picos de agotamiento para dentro de unas décadas (al ritmo de consumo actual).
La única energía viable y sostenible es la obtenida de fuentes renovables y limpias, esas a las que el Estado español está poniendo todo tipo de trabas. Estas energías son las que sin duda tendrán que sostener el metabolismo económico y las necesidades de las personas. Son capaces de hacerlo, pero con unos niveles de consumo material inferiores a los que hoy se mantienen a nivel global.
La dificultad de amplios sectores de la población en el acceso a la energía, lo que hoy llamamos pobreza energética, tiene que ver con la especulación de las grandes empresas energéticas, pero sin duda también se relaciona con la progresiva escasez de un recurso que comienza a dar muestra de declive, en sociedades en las que el reparto de la riqueza, la equidad y la justicia han desaparecido de las preocupaciones de quienes gobiernan.
Ya se han sobrepasado cuatro de los nueve límites detectados por los expertos
Se ha construido una noción de progreso independiente de los flujos de energía
Y no solo es la energía. El último informe del Worldwatch Institute, publicado a finales de 2013, hablaba de nueve límites planetarios en los procesos biofísicos que son fundamentales para garantizar la continuidad de los procesos de la naturaleza. Estos nueve límites, interdependientes entre sí, dibujan un marco dentro del cual la humanidad puede desenvolverse con cierta seguridad. Sobrepasarlos nos sitúa en un entorno de incertidumbre a partir del cual se pueden producir cambios a gran escala y velocidad que conduzcan a otras condiciones naturales menos favorables para la especie humana.
Estos límites se refieren al cambio climático, el ritmo de extinción de la biodiversidad, los ciclos del nitrógeno y el fósforo, el agotamiento del ozono estratosférico, la acidificación de los océanos, la utilización de agua dulce, los cambios de uso de suelo, la contaminación atmosférica por aerosoles y la contaminación química (plásticos, metales pesados, alteradores hormonales, residuos radiactivos, etc.).
De estos nueve límites, los cuatro primeros están ya sobrepasados. Hoy, ya no nos sostenemos globalmente sobre la riqueza que la naturaleza es capaz de regenerar, sino que se están menoscabando directamente los bienes de fondo que permiten esa regeneración.
ANALFABETISMO ECOLÓGICO
Hasta qué punto las sociedades están dispuestas a asumir el riesgo de la translimitación tiene mucho que ver con el analfabetismo ecológico de una buena parte de los expertos y con el imaginario social dominante, que ha construido una noción de progreso, de bienestar o de riqueza que supuestamente es independiente de los flujos de energía o de la extracción de materiales.
Hasta el presente, los países enriquecidos, y dentro de ellos los sectores sociales con más poder económico, han podido superar los límites de sus propios territorios recurriendo a la importación de energía, materiales, biodiversidad y trabajo humano de otras zonas del mundo menos degradadas y con abundancia de recursos. Pero la capacidad de expoliar está tocando techo, y estas zonas también comienzan a deteriorarse y agravan la situación de las poblaciones más empobrecidas del mundo, que llevan ya décadas sufriendo esta guerra ambiental encubierta. El parasitismo también tiene límites.
LO QUE PODEMOS ELEGIR
Reducir el tamaño de la esfera económica no es una opción que podamos o no aceptar. El declive energético y de los minerales, el cambio climático y los desórdenes en los ciclos naturales lo van a imponer.
Lo que sí podemos elegir es cómo acometer esa reducción de la extracción, de la generación de residuos y de la presión sobre la biosfera.
Podemos luchar por impulsar un proceso de reorganización planificada que atienda las necesidades de la mayor parte de la población de la tierra.
O podemos permitir que quienes tienen poder económico, militar y político sigan sosteniendo sus estilos de vida energívoros y caníbales a costa de que cada vez un número mayor de personas sea excluido de un modo de vida correcto.
En un planeta con límites físicos, luchar contra la pobreza es combatir contra la excesiva riqueza.
Luchar contra la pobreza es combatir contra la excesiva riqueza
Tomar conciencia de los límites del planeta es un tema urgente en la economía
Tomar conciencia de los límites del planeta es un tema urgente en la economía. Reconvertir el modelo productivo pasa por articular políticas de gestión de la demanda, abordar la cuestión de las necesidades humanas, adoptar una cultura de la suficiencia y producir aquello necesario para sostener la vida humana en condiciones de equidad.
Diseñar alternativas económicas al sistema que no sean conscientes de las bases materiales que nos sostienen y de sus límites, no hará más que ahondar el hoyo en el que se está hundiendo nuestra especie.
Dentro de las visiones de la economía crítica, la economía ecológica proporciona herramientas de análisis e indicadores alternativos que pueden iluminar la necesaria transición.
No contemplarlos es simplemente suicida.