Un mercado de carbono sin piloto
Para salvar un mercado europeo de carbono moribundo, Bruselas propone un mecanismo automático y rígido. Pero corre el peligro de ser una desventaja.
El pasado 22 de enero, la Comisión Europea hizo pública su propuesta para el futuro “paquete energía-clima 2030”, que el Consejo Europeo del 20 y 21 de marzo pasados tomó como “base” de su política en la materia. En lo que a las emisiones de CO2 se refiere, el objetivo es una disminución del 40% en 2013 respecto a 1990. Para lograrlo, Bruselas aboga por una reforma del instrumento clave de la política climática de la Unión: el mercado de carbono, hoy moribundo.
Desde 2005, unas 12.000 instalaciones industriales muy ávidas de combustibles fósiles (centrales de gas y de carbón, acererías, cementeras…) y que representan la mitad de las emisiones europeas, están obligadas a respetar la cuota de emisiones de CO2 que les es asignada todos los años por los poderes públicos, y que baja progresivamente, en paralelo a los objetivos de la Unión. Para estar en regla, los industriales que superen su cuota deben comprar en el mercado de carbono los créditos que han vendido los que han reducido sus emisiones por debajo del techo que les ha sido asignado y ya no tienen necesidad de ellos.
Excedente
El problema es que los Estados miembros han sido tan generosos con sus industriales que estos disponen de enormes cantidades de créditos sin utilizar, lo cual no les anima a reducir seriamente las emisiones. Por si fuera poco, desde 2008, ese stock ha aumentado debido a la disminución de la actividad causada por la crisis. El excedente de créditos no utilizados, estimado en 2.000 millones de toneladas de CO2, ha producido un hundimiento de los precios en el mercado europeo de carbono (de cerca de 30 euros la tonelada de CO2 a mediados de 2008 a 7 euros hoy), lo cual no empuja a los industriales a invertir para economizar energía. De ahí que Bruselas quiera crear un sistema automático de retirada de los créditos no usados que escaparía a las decisiones discrecionales de los Estados.
El excedente de crédito ha hundido el precio de 30 euros en 2008 a los 7 actuales
Un sistema de pilotaje sin piloto puede provocar grandes turbulencias
El mecanismo proyectado prevé limitar las cuotas inutilizadas a una horquilla que va de 400 a 833 millones de toneladas de CO2. Si se supera, una reserva absorbería el 12% de los créditos no utilizados; en caso inverso, esa misma reserva devolvería créditos a los industriales.
El carácter automático de ese mecanismo plantea, sin embargo, un serio problema, según explica la Chaire Économie du Climat. Si un industrial dispone de un exceso de cuotas, no es obligatoriamente por malas razones (como, por ejemplo, la disminución de la actividad). Puede ser resultado de un esfuerzo voluntario para reducir sus emisiones en un momento en el que para él es oportuno hacerlo y que le permite acumular créditos que le servirán posteriormente. El sistema automático proyectado purgará el mercado sin tener en cuenta las situaciones.
A la inversa, un aumento de la actividad económica, al agotar el número de cuotas no utilizadas por los industriales, podría causar el efecto perverso de volcar automáticamente los créditos de carbono en el mercado, lo que podría generar una caída del precio del CO2 y tener unos efectos contrarios al fin buscado. Ese pilotaje sin piloto puede, pues, originar grandes turbulencias.
En cualquier caso, y dado que está previsto establecerlo en 2021, no soluciona el urgente problema de los excedentes actuales en el mercado de CO2. Si tras dos años de negociaciones, los Estados miembros se pusieron por fin de acuerdo el pasado mes de diciembre sobre una congelación temporal de las atribuciones de cuotas, su puesta en marcha concreta no parece que vaya a ser fácil.
“La réforme de l’EU ETS dans le paquet énergie climat”, por Raphaël Trotignon, Frédéric Gonand et Christian de Perthuis, Policy Brief n.° 2014-01, Chaire économie du climat, www.chaireeconomieduclimat.org