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Una economía en crisis... ¡de valores!

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Enero 2023 / 109
La economía del bien común recupera a la persona como sujeto moral que actúa con los mismos valores en las relaciones personales y en las económicas.
 
En nuestro mundo globalizado, sea cual sea su lugar de inicio, las crisis tienen impacto mundial. Lo acabamos de vivir con la pandemia. La cascada de crisis que le han sucedido nos puede llevar a afirmar que estamos viviendo una transformación de nuestra civilización. La digitalización acelerada está ocasionando grandes cambios en nuestras relaciones personales y económicas.

La actuación ética es el camino que lleva a aumentar el bien común, a la vez que la mayor palanca de creación de riqueza

 
Nuevos lenguajes y nuevos hábitos van ocupando espacios y tiempos que antes se destinaban al contacto directo. La inmediatez, la capacidad de acceder a infinitas cantidades de información procesada afectan a nuestra atención y a nuestra capacidad de evaluación de la realidad y memoria. Generan nuevos hábitos que, en nombre de la comodidad, se han instalado ya entre nosotros.  Los excesos en la digitalización de nuestras vidas están transformando nuestros valores. Y nuestra civilización no se puede transformar positivamente si perdemos los valores constitutivos de nuestra manera de ser y de estar en el mundo.
 
Punto de partida
¿Qué papel podemos decir que desempeñan ahora los valores en la actividad económica? Me refiero a valores esenciales de la dignidad humana. Sí, están recogidos en la mayoría de las constituciones democráticas. Sabemos que son ya un punto de partida de supuestas garantías de derechos para el ciudadano, y también un referente para las instituciones que regulan el funcionamiento económico. Ahora bien, desde los tiempos de Adam Smith, el supuesto padre de la libertad de mercado, el pensamiento económico ha evolucionado de tal manera que ha incorporado nuevos valores, en realidad contravalores, en clara oposición con los que rigen el comportamiento humano: el beneficio individual y el afán de lucro no solo han sido justificados, sino ampliamente aplaudidos. Se ha producido lo que los expertos llaman una "inversión ideológica" sin precedentes, que ha contribuido a separar la economía y la política de la moral. Este grave diagnóstico sobre el alejamiento de los valores debería ser una alerta importante en la hoja de ruta de cualquier agenda de futuro.

Nuestra civilización no se puede transformar en positivo sin los valores que conforman nuestra manera de ser 

 
Llegamos al tiempo de la economía del bien común, movimiento surgido en 2010 en plena crisis inmobiliaria y financiera. La economía del bien común va al fondo de la cuestión, al recuperar la noción de persona como sujeto moral que actúa con los mismos valores, tanto en las relaciones personales como económicas, y que, como ciudadano, está llamado a participar de la vida política. La economía del bien común rompe con los contravalores actuales, pues afirma que el éxito es poder contribuir al bien común, y que el dinero es solo el medio para hacerlo. 
 
Generar esperanza
En un contexto como el propuesto, las actuaciones económicas contemplan la dignidad humana, la justicia social, la solidaridad, la sostenibilidad y la participación democrática. La actuación ética es el camino que lleva a aumentar el bien común, a la vez que la mayor palanca de creación de riqueza, ya que la actividad económica se multiplica cuando aumentan sus beneficiarios. Esta visión se hace responsable de los impactos de las acciones, en lugar de externalizarlos o incluso agravarlos en beneficio de una minoría.
El modelo es capaz de dar respuestas poniendo límites a los excesos del sistema, para reorientarlo al beneficio de la mayoría. No podemos progresar dando la espalda a los valores que forman parte de nuestra esencia personal. No podemos progresar dejando atrás cada vez a más personas. La amenaza de la pandemia nos ha frenado en el rechazo a tanta injusticia. Es el momento de apostar por modelos que den soluciones posibles y que generen esperanza. El sistema está patas arriba. ¡Ya es hora de darle la vuelta!