El miedo es Amanecer Dorado
Me hace gracia, gracia por decir algo, cuando escucho o leo el adjetivo extremista referido a Podemos o a Syriza. ¿Extremista? ¿Perdón? Lo que está haciendo la Unión Europea, exprimir al máximo posible a la ciudadanía, con una austeridad criticada hasta por premios Nobel de Economía, eso sí es extremismo. Y no ha entonado ni un mínimo mea culpa con la permisividad de los derivados y los productos basura en los que participaban los bancos a los que luego financiaron con el dinero público. ¿Extremista dice?
El planteamiento económico básico de Syriza: un mínimo freno a la austeridad, es de sentido común, algo que han hecho en otros momentos históricos Estados Unidos ¡y la misma Europa!, sin que nadie les pusiera un adjetivo que los igualara con un régimen soviético corrupto y caduco.
A veces parece que los periódicos no distingan bien el trigo de la paja, y que esta supuesta regla general del periodismo: “Si ves un adjetivo, mátalo”, no se aplique según para quién.
En cambio, parece que el extremismo real, Amanecer Dorado, no llame la atención de modo suficiente, en una Europa que parece no haber resuelto demasiado bien la Segunda Guerra Mundial. Ayudó a que los judíos se fueran a Israel (en su momento colonia inglesa) en vez de respetarlos en casa y terminar de una vez por todas con el pensamiento de que lo malo es culpa de los de fuera y de los distintos.
Los líderes y creadores de Amanecer Dorado subieron a su web un video felicitándose por las elecciones, ¡desde la cárcel! El partido está legalmente permitido en Grecia y en Europa, sabiendo que es neonazi (aunque ellos digan que no). ¡Sacaron el 7% en las urnas griegas! ¡Son probablemente la tercera fuerza política! Amanecer Dorado, Pegisa... ¡Eso sí que da miedo! Da miedo, sinceramente, que los políticos europeos no se den cuenta de lo que están consiguiendo con esta irresponsable austeridad y sin ningún tipo de política de rescate a los seres humanos, no a los bancos.
El peligro de la austeridad es el del nazismo con caras nuevas. Europa no lo frena. Ojalá Syriza pueda frenarlo.
Gabriela Iturbide
