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La foto de la crisis moral europea

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Julio 2014 / 16

Entre las imágenes que brindó la pasada final de Champions que enfrentó a Real y Atlético, sobresalen dos estampas protagonizadas por el presidente Florentino Pérez: aquella en la que encaja la mano a José María Aznar y una secuencia anterior en que celebra en solitario el empate de Sergio Ramos en el tiempo de descuento. Esa imagen resulta turbadora: con los puños en alto, Florentino es incapaz de disimular la soberbia de quien se cree merecedor indiscutible de la victoria y parece querer decir: “Marcamos porque YO lo merezco. Por fin se me hace justicia”, etc. Todo ello obviando que la falta de rodaje de Casillas casi le vale el título. Recuerden además que hablamos de la mente preclara que despidió a Vicente del Bosque porque no le lucía bien en la corbata.

Que este respetable señor sea incapaz de dudar de sí mismo en ese instante de apoteosis, que en vez de alegría manifieste solo satisfacción, como si el mundo saldara una deuda con él, pone los pelos de punta. Florentino parece un tipo incapaz de dudar de sí mismo, un hombre en posesión de la VERDAD: lo que hace él está bien. Peor aún, es el BIEN. Por eso merece reconocimiento y fortuna y por eso su expresión no trasluce alivio, sino convicción. Es el rostro de quien está firmemente persuadido de merecer el triunfo. Para él la décima es un acto de justicia. Esto ocurre además tras el error de Iker. Es decir, la intrusión de Florentino en el terreno deportivo, la suprema injusticia que supone desterrar a Casillas al banquillo, casi le cuesta al Madrid la Champions y Florentino, en vez de suspirar aliviado, sigue creyéndose merecedor de la más alta gloria competitiva.

Más que imagen, he ahí un emblema. Esa fotografía encierra cada uno de los rasgos de la élite que, en el convencimiento de estar en posesión de la verdad, nos ha conducido a la ruina: soberbia, falta de escrúpulos, irresponsabilidad, incapacidad de reconocer errores, obcecación, pérdida de humanidad, y así sucesivamente. Si quieren resumirlos en un único gesto, aquí lo tienen: Florentino celebra el gol de Ramos.

Javier Ozón Górriz