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Emergencia climática, ¿por qué estamos hablando de ella?

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Octubre 2019 / 7

A finales de junio de 2019, 710 Gobiernos y Parlamentos estatales, subestatales y locales (con una población total de 124 millones de habitantes) habían declarado la emergencia climática. Numerosas organizaciones de índole diversa (especialmente universidades) habían hecho lo mismo. ¿Estamos, sin embargo, ante una situación de emergencia climática? La respuesta es sí.

El quinto informe de evaluación sobre el cambio climático del Panel Internacional sobre el Cambio Climático (IPCC ), llamado AR5) concluye: “el calentamiento en el sistema climático es inequívoco” y que cada uno de los tres últimos decenios ha sido, sucesivamente, más cálido que cualquier decenio anterior desde 1850. Según las observaciones del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica estadunidense (NOAA) publicadas en febrero de 2019 , en 2018 la temperatura media de la superficie del planeta fue la cuarta más cálida desde 1880 y desde esta misma década (la de 1880), la temperatura media global de la superficie planetaria ha aumentado aproximadamente 1°C. 


SIN PRECEDENTES

El AR5 concluye, además, que muchos de los cambios observados desde la década de 1950 “no han tenido precedentes en los últimos decenios a milenios”. Se refiere al incremento de la temperatura media global, pero también a la elevación del nivel del mar, la pérdida de masa de los mantos de hielo antárticos y de Groenlandia, la reducción de los glaciares y la disminución en extensión de los mantos de nieve primaverales en el hemisferio norte. 

En las últimas décadas, los sistemas naturales y humanos han recibido los impactos derivados de los cambios en las condiciones climáticas. El último informe de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES)  concluye: “la naturaleza está disminuyendo globalmente a un ritmo sin precedentes en la historia de la humanidad, y el cambio climático se encuentra entre los cinco generadores directos del cambio en la naturaleza, con los mayores impactos globales relativos hasta ahora”. Así, por ejemplo, la distribución del 47% de las poblaciones de mamíferos terrestres no voladores y del 23% de las aves amenazadas puede haberse visto afectada de forma negativa por el cambio climático. Esta pérdida de biodiversidad no solo afectará al equilibrio ambiental del planeta, sino que tendrá impactos sociales y económicos muy significativos. 


MÁS OLAS DE CALOR Y MÁS LARGAS

Como apunta el IPCC, “la emisión continua de gases de efecto invernadero [GEH] causará un mayor calentamiento y cambios duraderos en todos los componentes del sistema climático”, aumentando la probabilidad de que se produzcan “impactos graves, generalizados e irreversibles para las personas y los ecosistemas”.  Así, se prevé que la temperatura de la superficie terrestre siga aumentando a lo largo del siglo XXI, que las olas de calor ocurran con mayor frecuencia y duren más, que en muchas regiones los episodios de precipitación extrema sean más intensos y frecuentes, que los océanos sigan calentándose e incrementado su grado de acidificación y que el nivel medio global del mar siga elevándose.

La naturaleza disminuye a un ritmo sin precedentes en la historia de la humanidad

La temperatura media del Mediterráneo ha subido más que la media global

En el Mediterráneo el incremento de la temperatura media del aire respecto al periodo preindustrial es superior al incremento medio global (1,5 °C frente a 1,1°C)  y si no se adoptan  medidas de mitigación adicionales el incremento podría ser de 2,2 °C en 2040 —llegando posiblemente a los 3,8 °C en algunas regiones en 2100—. Así lo indican miembros de la red Mediterranean Experts on Climate and Environmental Change (MedECC), quienes también avisan de una agudización de los impactos asociados al cambio climático, reforzados por el efecto combinado de otros fenómenos como el cambio en los usos del territorio —procesos de urbanización, intensificación de la agricultura, etc.—, la contaminación y la pérdida de biodiversidad.

El MedECC prevé, en algunas regiones, una reducción de entre el 10% y el 30% de la precipitación en verano, así como una mayor escasez de agua (que puede ser fuente de conflictos), un aumento de la frecuencia de eventos extremos (sequías, inundaciones, olas de calor e incendios forestales), la acidificación del mar, cambios en los ecosistemas terrestres y acuáticos, una mayor aridez y más inseguridad alimentaria. También se prevé un aumento de los problemas de salud pública derivados de olas de calor, de la contaminación y del incremento de distribución de vectores de enfermedades.  


AVANCES BAJO AMENAZA

El AR5 alerta que, generalmente, en cualquier país del mundo —independientemente de su nivel de desarrollo— los riesgos son mayores para las personas y comunidades más pobres. Así lo ratifica un reciente informe del relator especial de Naciones Unidas para la pobreza extrema y los derechos humanos , que indica cómo el cambio climático amenaza los avances logrados en los últimos 50 años en desarrollo, salud global y reducción de la pobreza. Añade, además, que en 2030 el cambio climático puede llevar a la pobreza a más de 120 millones de personas.

En todos los países del mundo los riesgos son mayores para las comunidades más pobres

En algunas zonas se prevén más inundaciones, sequías y eventos extremos

Las razones de la declaración de emergencia climática resultan más que evidentes, siendo una clara invitación a lograr los objetivos fijados en el Acuerdo de París (2015): evitar que el aumento de la temperatura media global supere los 2 °C respecto a los niveles preindustriales e impulsar los esfuerzos necesarios para que este incremento no supere los 1,5 °C. En su informe Calentamiento global de 1,5 °C  el IPCC apunta que es probable, con un alto grado de confianza, que el calentamiento alcance los 1,5 °C entre 2030 y 2052 si sigue aumentando al ritmo actual.

Hay motivos para la preocupación. Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) antropogénicas siguen creciendo a nivel global y ya son las más altas de la historia, alcanzando unas concentraciones atmosféricas de estos gases nunca vistas en los últimos 800.000 años. Es imperativo y urgente, pues, intensificar los esfuerzos para mitigar las emisiones y adaptarnos a un cambio que será irreversible en un periodo que abarca varios siglos e incluso milenios.