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El espejo más caro

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Octubre 2014 / 18

Periodista

L’endemà (El día siguiente), documental de Isona Passola, está pensada para embellecer el futuro a los catalanes que creen que vivirán mejor si son independientes.

Fotograma de L’endemà.

L’endemà se ha estrenado ya en un gran número de poblaciones catalanas y también ha tenido algunas, muy escasas, proyecciones en poblaciones españolas. El film trata de explicar como será la realidad –política, legal, económica, deportiva, cultural— de Catalunya una vez consumada la independencia. En ese sentido es una obra que tiene gran valor como síntoma: se dirige a un público que piensa que la “desconexión” entre Catalunya y España es inevitable, que la espera y que desea que comiencen a dibujarle cómo va a materializarse su sueño o utopía.

Para financiar su proyecto, Passola ha recurrido a Verkami, plataforma de lo que los anglosajones denominan crowfunding: decenas de pequeños inversores que, durante un plazo determinado, aportan pequeñas cantidades de dinero para que sea posible un proyecto que se publicita a través de las redes sociales. Passola despertó la voluntad de más de 8.000 personas, que han puesto entre sus manos varios cientos de miles de euros paraque pueda fabricar el que debe de ser el espejo más caro de la história.

En efecto, L’endemà está pensada para embellecer el futuro a los cientos de miles, a los millones de catalanes que piensan que vivirán mejor si son plenamente soberanos, entendiendo el concepto de soberanía desde la relativización de la misma que se hace cuando se sabe hasta qué punto la independencia real de un país es una quimera en época de globalización económica y en la que el poder cada vez escapa más y más al voto democrático. A pesar de ello, los catalanes quieren poder decidir en qué idioma se enseña en sus escuelas, dejar de pagar siempre al Estado mucho más de lo que reciben, poder promocionar sus libros sin que las embajadas los boicoteen y, muy probablemente, también son muchos lo que quieren perder de vista al ministro Montoro, sus camisas y su intolerable y chulesco sonsonete.

Hace pocos años –en 2009, antes de que el Constitucional desvirtuara definitivament el Estatuto catalán del 2006— la misma directora, Passola, rodó otro documental titulado Cataluña-Espanya, que pretendía servir de puente de diálogo entre independentistas, federalistas, autonomistas y recentralizadores. Ahí hablaban todos, cruzaban argumentos, se escuchaban los unos a los otros y procuraban convencerse. La película se difundió por toda España, con mayor o menor éxito según la curiosidad de los ciudadanos de cada territorio por los anhelos de sus vecinos.

Passola —como el novelista Jaume Cabré, el autor de Jo confesso, una novela de la que ha vendido cientos de miles de ejemplares en Alemania, Polonia y Francia, por citar solo países de los que conozco la magnitud del éxito, al mismo tiempo que apenas vendía algunos miles en castellano y en España— ha asumido que la famosa “unidad de mercado” no existe para el cine catalán, como no existe para sus escritores o para muchos de sus creadores. No es una cuestión de leyes ni de reglamentos, aunque Wert y los Cervantes incumplan unas y otros siempre en favor de los mismos, sino de falta de curiosidad. Y esa falta de curiosidad hacia lo catalán que parece imperar más allá del Ebro obtiene como respuesta la citada “desconexión”.

En L’endemà, un grupo de muchachos levantan un gran andamio mientras se suceden las opiniones o informaciones de distintos expertos que pintan el futuro catalán. La mayoría son optimistas, algunos más ponderados, uno solo –el escritor Miquel de Palol— parece escéptico. Y unos pocos actores jóvenes interpretan unos breves sketches que pretenden ilustrar sobre la realidad y el futuro de la relación entre Catalunya y España, de la pelea matrimonial a la convivencia amistosa. Un futuro ideal que se propone como espejo embellecedor o bola de cristal tranquilizadora. Una opción legítima, pero esperemos no tener que vivir mucho tiempo con las gafas de color rosa puestas.