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Historia de un mentiroso

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Septiembre 2017 / 50

“Esta es la historia real de un mentiroso que engañó a todo un país”. Así empieza la película El hombre de las mil caras, con esta definición sobre Francisco Paesa, el tétrico personaje que entregó al ex director general de la Guardia Civil Luis Roldán.

Eduard Fernández en El hombre de las mil caras.

El hilo conductor de la película es Jesús Camoes, nombre ficticio de alguien que existe en realidad: un piloto de Iberia amigo de Paesa que colaboró con él en algunos asuntos turbios y en lo relativo a la fuga y entrega de Roldán, así como en la desaparición del dinero que éste confió a Paesa. Alberto Rodríguez, director del filme, ha explicado que necesitaba un narrador de la historia, pero que no quería que fuera omnisciente y, por ello, recurrió a este personaje. 

Aunque El hombre de las mil caras trata de la corrupción de Luis Roldán y de los 1.500 millones de pesetas de los que se apropió, el protagonista es Paesa. Se explica su actividad como agente de los servicios secretos españoles, su participación en tráfico de armas y la venta a ETA de unos misiles que llevaban un sensor que permitía su localización. Eso le convirtió en el hombre más buscado por la organización, y cuando, al intentar extorsionar a una testigo de los GAL para que no comprometiera al Gobierno, fue fotografiado, al hacerse público su rostro tuvo que huir durante cinco años.

A él recurrió Roldán para salvar el dinero que se había llevado y dos casas. Paesa organizó un entramado de empresas para vender las casas sin dejar ningún rastro. 

 

CORRUPCIÓN ECONÓMICA Y POLÍTICA

La corrupción que presenta el filme no es sólo económica, sino también política. Paesa asegura al ministro del Interior y de Justicia, Juan Alberto Belloch, que pondrá a Roldán en manos de la policía a cambio de 300 millones de pesetas. Belloch acepta, pero, en conferencia de prensa posterior, niega la existencia de cualquier pacto por parte del Gobierno.

La entrega de Roldán se efectúa en Bangkok, pero se dijo que estaba en Laos, cuando lo cierto era que no se movió de París hasta su traslado a la capital tailandesa. Paesa le engañó haciéndole creer que había pactado con el Gobierno español que se entregaba voluntariamente a cambio de una condena reducida, mientras que el acuerdo con Belloch era que se le detendría. Pero también mintió al Gobierno español diciéndole que el Ejecutivo laosiano era el que llevaría a cabo la operación, cuando éste no sabía nada, sino que todo lo tramó Paesa. La documentación de Laos que exhibió era, pues, falsa. Esto supuso el final de las aspiraciones de Belloch a la presidencia del Gobierno.

Un miembro de los servicios secretos (Emilio Gutiérrez Caba) aconseja a Paesa que desaparezca, y así lo hace. En 1998, una sobrina de éste anunció que su tío había muerto en Bangkok de un ataque al corazón, pero en 2004 unos periodistas le vieron en París. Alberto Rodríguez dijo en el Festival de San Sebastián de 2016 que cuando rodó la película creía que Paesa había muerto, pero que después tuvo indicios de que aún vivía.

Eduard Fernández interpreta a Paesa, el hombre frío y sin ningún detalle humano, y por su trabajo recibió el galardón al mejor actor en el Festival de San Sebastián de 2016 y en los Premios Gaudí del mismo año. Es muy contenida la actuación de José Coronado (Camoes) y Carlos Santos (Roldán), quien presenta al ex director general como un hombre depresivo, atormentado porque en su país le consideren un ladrón. 

Resulta llamativo el hecho de que, en el filme, la esposa de Roldán está al corriente de que su marido ha robado dinero y colabora en ello. Este hecho, comparado con la actitud actual de algunas esposas de hombres acusados de corrupción, que declaran en los juicios que ignoraban por completo qué hacían ellos, revela al menos una sinceridad que el espectador no puede dejar de reconocer.