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04. Economía solidaria // Empresa, sí, pero también militante

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Abril 2018 / 57

El segmento más politizado de la economía social se propone superar el capitalismo con una oferta de productos y servicios de calidad en todos los sectores.

ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR

La economía solidaria es el segmento de la economía social específicamente organizado para impulsar el cambio social que lleve a un modelo poscapitalista. “Es el hermano pequeño politizado de la economía social”, explica Rubén Suriñach, autor de Las economías transformadoras y activista del sector, que en España se agrupa alrededor de la plataforma REAS.

Las cooperativas y las empresas de economía social son portadoras, ya por definición, de una forma distinta de hacer empresa respecto a la economía capitalista: en su ADN está colocar a las personas en primer lugar (por delante de los beneficios, que en cambio son la razón de ser de las empresas mercantiles), generar un impacto social positivo en la sociedad y organizarse de forma democrática, participativa e igualitaria. Es evidente que, cuanto más avancen este tipo de empresas, más se estará transformando el modelo económico global. Pero las entidades más motivadas por impulsar el cambio social a la vez que construyen empresa forman parte también de la llamada economía solidaria, economía social y solidaria (ESS), que en España empezó a organizarse a mediados de la década de 1990 y que tuvo un impulso importante con el cambio de siglo al calor del movimiento antiglobalización.


UN PASO MÁS

“Todos somos economía social, pero la solidaria da un paso más: tiene voluntad explícita de transformar el modelo social”, explica Xavi Palos, cofundador de la red catalana XES. Desde esta persfectiva, lo que hace una empresa y cómo lo hace es incluso más importante que la fórmula jurídica que tenga. “Imaginemos que una fábrica de armamento decida convertirse en cooperativa: francamente, no representaría ningún motivo de mejora hacia el mundo que queremos construir. La fórmula jurídica es importante, pero no lo es todo”, recalca. Pese a ello, las cooperativas son la herramienta más idónea para esta visión de la economía (por sus valores coincidentes), como simboliza el mismo Palos, que también preside la Fundación Roca i Galés para la promoción del cooperativismo. Más del 70% de los miembros de la XES son cooperativas.

Suriñach: “Es el hermano politizado de la economía social”

El Foro Social de Porto Alegre dio impulso al sector en España

Esta tradición de economía social politizada, con voluntad expresa de erigirse en un movimiento sociopolítico que vaya más allá de la defensa del colectivo empresarial, bebe sobre todo de dos líneas históricas de actuación y pensamiento: la tradición francesa surgida de mayo del 68, que se articula a través del movimiento de Econonmía Social y Solidaria (ESS), de ahí el nombre también en España, y la latinoamericana de economía popular solidaria, vinculada a los movimientos de izquierda alternativa. De hecho, las sucesivas ediciones del Foro Social Mundial (FSM) en Porto Alegre fueron decisivos para impulsar esta corriente específica de la economía social en España con el cambio de siglo.

La interacción entre la economía social y la solidaria no ha sido siempre fácil en la medida que la ESS aspira a impregnar su energía a favor de la transformación social al conjunto de la economía social, donde, obviamente, conviven entidades muy diversas, con objetivos muy variados y el nexo común de querer construir empresas con valores distintas a los de las mercantiles. Pero los recelos mutuos iniciales se han ido superando a medida que los espacios se han definido de forma complementaria y con mucha porosidad, sin exclusiones ni obligaciones para nadie: en función de sus intereses, cada empresa y entidad se puede militar en el cooperativismo, en la economía social, en la solidaria, en dos de los espacios o en los tres. Y al final, muchos de los terrenos acaban siendo compartidos: REAS es uno de los integrantes de Cepes, la plataforma que agrupa al conjunto de la economía social en España.

Históricamente, el movimiento de la economía solidaria ha tenido que hacer frente a estereotipos nacidos del énfasis que suele poner en el cambio social: en ocasiones se le ha presentado como si estuviera más interesado en hacer política que no en construir empresas sólidas, o incluso como jipis sin conexión con el mundo real o con vocación de construir una especie de isla solo para puros. Pero hoy son solo estereotipos: “Tenemos clarísimo que la primera condición es construir empresas solventes y muy profesionales, con voluntad de llegar a cuanta más gente, mejor”, subraya Palos.

Más allá de las declaraciones, la realidad de los últimos años desmiente los estereotipos, con un crecimiento notable del sector (sobre todo desde que la crisis global puso en duda los dogmas de la economía oficial) y con la irrupción de nuevos proyectos empresariales de gran ambición y en sectores tan estratégicos como las finanzas, la energía y las telecomunicaciones. 


HERRAMIENTAS

Las herramientas que ha ido creando la economía solidaria en los últimos años no solo se han consolidado, sino que también han ido creciendo, en especial dos: las ferias de economía solidaria, que cada año atrae a más visitantes y se celebran en más ciudades, y las auditorías (o balances) sociales, que certifican que los productos o servicios cumplen los criterios del sector.

La profesionalización ha ido borrando el estigma de jipis

Hay propuestas en todos sectores, incluidas banca y energía

El ‘mercado social’ no aspira a ser una isla, sino a abrirse y crecer

El objetivo de esta certificación es potenciar los productos y servicios generados por la economía solidaria resaltando su valor entre los consumidores más conscientes, pero al mismo tiempo ayudan a desarrollar el “mercado social”, una de las grandes prioridades de REAS: la idea de un ecosistema propio que muestre que la economía solidaria ya no es una utopía, sino una realidad vibrante que, además, ya abarca casi todo, hasta el punto de que casi se podría vivir sin salir de la economía solidaria. Eso sí: sin caer en la tentación de erigirse en isla, o en un mercado cerrado: la economía solidaria también hace una apuesta por intentar llegar al gran público.

El “mercado social” tiene todavía otro objetivo: fomentar al máximo la intercooperación; que las empresas del sector se conozcan e impulsen sinergias entre sí. “Sustituir las lógicas competitivas por las cooperativas es absolutamente clave”, recalca Suriñach. Y añade: “Para poder competir en mercados durísimos, las cooperativas se ven obligadas en ocasiones a ir reduciendo sus estándares cooperativos, relajando progresivamente la exigencia hasta el punto de que para sobrevivir acaban pareciéndose a las empresas capitalistas, lo cual es un contrasentido”.

La irrupción de nuevos sujetos políticos críticos (Podemos, los comunes, las mareas, la CUP, etc.) con vínculos previos con la ESS, ha supuesto además una influencia importante, hasta ahora desconocida, del movimiento de economía solidaria en el impulso de políticas públicas, sobre todo alrededor de los “ayuntamientos del cambio” elegidos en 2015 en grandes ciudades, con Madrid y Barcelona al frente: la promoción de la economía solidaria se considera prioritaria y le están dedicando muchos recursos y proyectos: difusión, subvenciones, acompañamiento empresarial e incluso cláusulas específicas de contratación que priman la economía social en la contratación pública... Es pronto para saber si la ESS aprovecha esta oportunidad, quizá única, para dar el salto. Pero nunca había contado con tanto apoyo de las instituciones y con tantos recursos para demostrar (ya no en los libros, sino en la práctica) que “otra economía es posible”. 

 

PARA SABER MÁS

Redes de economía solidaria 

REAS (España)economiasolidaria.org

RIPESS (Internacional): ripess.org

Auditoría socialauditoriasocial.net