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10. La deuda pública es un obstáculo para el crecimiento

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Octubre 2020 / 84

Es uno de los resultados de las ciencias económicas oficiales, que sirvió en todo momento para apoyar la necesidad de políticas de austeridad presupuestaria: desde el mismo momento en que la deuda pública pasa un cierto umbral, el crecimiento de la economía sufre automáticamente.

PERICO PASTOR

El razonamiento es que a partir de cierto nivel de deuda, los inversores que la financian empiezan a dudar sobre la capacidad de las autoridades para reembolsarla. Entonces se dicen los unos a los otros que al Estado seguramente no le quedará más remedio que subir los impuestos para poder pagar, con lo que se reducirá el consumo y/o la inversión. A sus ojos, el país se vuelve más arriesgado y, por ello, sienten que deben exigir tipos de interés más altos como condición para seguir comprando deuda.

Las políticas de austeridad tuvieron un impacto muy negativo en el crecimiento

Aumentar la deuda y el déficit ayuda a paliar los daños de la pandemia

Resultado final: el coste de la deuda aumenta, cada vez es más complicado asegurar que podrá reembolsarse y se va comiendo una parte mayor de los ingresos fiscales. Si se quiere evitar este espiral peligrosísimo, pues, es absolutamente necesario controlar la deuda.

¿A partir de qué nivel de endeudamiento se convierte la situación en arriesgada? Investigaciones empíricas publicadas por los economistas estadounidenses Carmen Reinhart (actual economista jefa del Banco Mundial) y Kenneth Rogoff poco tiempo después de la crisis financiera de 2007-2008 establecieron el umbral en el 90% del producto interior bruto (PIB): más allá de este porcentaje, los efectos negativos serían ya más relevantes que lo bueno que haya podido tener la deuda para apoyar la economía.

EL CONTRAEJEMPLO DE LA PANDEMIA

Sin embargo, varios argumentos han cuestionado rotundamente estas conclusiones tan tajantes. De entrada, nada menos que una revisión para verificar los cálculos de Reihnart y Rogoff, a cargo de un joven estudiante, reveló que contenían errores importantes. Otros estudios han coincidido en concluir que es imposible establecer un umbral inmutable y válido para todos los países más allá del cual la deuda pública sería desfavorable para el crecimiento.

En la práctica, las políticas de fuerte austeridad implementadas tras la crisis financiera mostraron que tienen un impacto muy negativo para el crecimiento, superior incluso a su capacidad para reducir los déficits presupuestarios, que era precisamente el supuesto objetivo para no perjudicar al crecimiento.

Además, la gran cantidad de ahorros globales prestos a invertir y las políticas del Banco Central conducen a tipos de interés persistentemente bajos, lo que reduce el coste de la deuda incluso para países que piden mucho dinero prestado pero que son considerados buenos deudores, sobre todo en la medida en que forman parte de la eurozona. [España es un buen ejemplo de ello: tiene la deuda pública en máximos, por encima del 110% del PIB —¡20 puntos por encima del supuesto umbral insostenible de Reinhart y Rogoff— y, sin embargo, los tipos están en mínimos, con el bono a 10 años apenas en el 0,28%].

Finalmente, la pandemia de la covid-19 ha demostrado que el aumento de la deuda y los déficits públicos es el arma más poderosa para combatir los efectos negativos de una economía confinada. De lo contrario, el hundimiento de las economías habría sido muchísimo peor.