3. La Bolsa financia a las empresas
Cuando una empresa tiene necesidad de desarrollarse de manera significativa no puede contentarse con recurrir a la financiación de aquellos que están próximos a sus fundadores. Puede recurrir al crédito bancario, pero para crecer realmente debe acudir al ahorro público, lo que equivale a tomar prestado a medio o largo plazo emitiendo obligaciones o a acoger en su seno nuevos accionistas. Procede entonces a entrar en Bolsa para obtener financiaciones mayores por parte de los inversores (compañías de seguros, fondos de inversión, fondos de pensiones, etcétera). Se supone, pues, que la Bolsa es un lugar que permite financiar la economía incrementando el capital de las empresas que desean invertir y aumentar su actividad. Pero este bonito mecanismo teórico funciona cada vez menos en la práctica.
PERICO PASTOR
MENOS EMPRESAS QUE COTIZAN
Desde 2014, y tras décadas en continuo aumento, el número de empresas que cotizan en Bolsa disminuye a nivel mundial. El fenómeno es más antiguo y especialmente patente en Estados Unidos: el número de sociedades presentes en la Bolsa se ha divido entre dos desde el pico de 1996: ya solo cotizan alrededor de 4.000 empresas. La obligación impuesta por los inversores de entregar informes regularmente hace que las empresas se hallen sometidas a su juicio, lo que ha escaldado a algunas, que prefieren recibir fondos fuera del mercado. Ello les permite ser más discretas sobre su estrategia, la remuneración de sus dirigentes, sus inversiones de riesgo, etcétera. En resumen, ser menos transparentes y depender menos de los cambios de humor de los inversores, que se ven privados de informaciones con las que alimentar las especulaciones.
Además, para las que siguen cotizando en Bolsa, un medio de repartir más dividendos entre el accionariado es… ¡reducir el número de accionistas!
A finales de 2019 la recompra de sus propias acciones por parte de las empresas estadounidenses se elevaba en torno a 730.000-770.000 millones de dólares, mientras que las nuevas entradas en Bolsa eran de unos 50.000 millones. En Estados Unidos, ¡la Bolsa retira más dinero de la economía del que aporta! El fenómeno es un poco menos agudo en la zona euro, pero si las emisiones netas de acciones que cotizan en Bolsa (nuevas emisiones menos recompras) sigue siendo positivas, solo representan del 0,1 al 0,2% del PIB de la zona.
La financiarización creciente de las economías reduce el papel de la bolsa
Varias razones explican esta tendencia: durante las últimas décadas, el reparto del valor añadido ha ido evolucionando en detrimento de los asalariados en Estados Unidos, en Japón, en la zona euro (no en Francia), permitiendo a las empresas aumentar sus beneficios y su capacidad de autofinanciación y reduciendo la necesidad de buscar accionistas. Además, los inversores a corto plazo animan a la recompra de acciones, pues provoca que su cotización aumente: venden entonces las suyas y realizan plusvalías significativas. Del mismo modo, los hogares, que invierten una parte de sus ingresos en acciones, están interesados en la recompra, lo que aumenta su fortuna. En resumen, con la financiarización creciente de las economías, la Bolsa desempeña un papel cada vez menos importante.