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8. La apertura a los intercambios beneficia a todos

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Octubre 2020 / 84

Si hay una ley que la gran mayoría de los economistas considera válida, ésta es la surgida de los trabajos de David Ricardo (1772-1823) sobre las condiciones de inserción en la economía internacional. La ley de la ventaja comparativa sostiene que si un país se inserta en la economía mundial vendiendo bienes para los cuales tiene una ventaja con relación a otros países en términos de recursos (mano de obra, cualificada o no, capital, etc.), entonces será necesariamente un ganador en el intercambio.

PERICO PASTOR

Una ley fácil de entender: parece que Albert Einstein era más rápido escribiendo a máquina que su secretaria, con lo que parecería que debería teclear él mismo. Sin embargo, como era mucho mejor en la reflexión teórica, lo razonable fue que se dedicara a ella y que dejara que su secretaria hiciera su trabajo escribiendo a máquina. Así todo el mundo salía ganando.

Los economistas reconocen que aunque los efectos del comercio internacional son generalmente positivos para cada país, ello no significa que todos salgan beneficiados. Los más cualificados y los más competitivos se benefician más, con lo que se requieren políticas de redistribución para que a todo el mundo le vaya mejor. El economista Dani Rodrik demostró hace mucho tiempo que cuanto más se abre un país más tiende a crecer su estado de bienestar.

Sin embargo, esta apreciación positiva y sin matices de la apertura internacional se ha puesto en entredicho en los últimos años. El propio Rodrik subraya que las sociedades están cada vez más divididas y afectadas por un fuerte aumento de las desigualdades. “Es el fruto de la desindustrialización, consecuencia de la globalización y los cambios tecnológicos. Todo esto sucede en un marco en el que las instituciones de protección se han retirado”, sostiene.

GANADORES PRIVILEGIADOS

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha confirmado estas observaciones y sugiere que las consecuencias de la apertura comercial son más complejas, con tres planteamientos a tener en cuenta: participar en la globalización aumenta la riqueza de un país, sí. Pero cuanto más elevada es su integración internacional, menos importantes son las nuevas ganancias de una apertura aún mayor. Y, finalmente, los beneficios de la globalización benefician sobre todo a los más ricos, lo que aumenta más las desigualdades. Sin duda hay ganadores en la globalización, pero estos beneficios se concentran en un número limitado de privilegiados.

Por su parte, Paul Krugman señala que los economistas han olvidado tener en cuenta los aspectos negativos locales de la globalización: ciertos territorios pueden salir muy mal parados. Un estudio del Banco de Inglaterra ha mostrado que, con las deslocalizaciones, las regiones británicas que concentraban la mayor parte de la industria textil a principios de la década de 1980 tuvieron un crecimiento del empleo más débil y una retirada de las personas del mercado de trabajo más marcada que el resto. Y los efectos siguen a día de hoy. Estamos bien lejos de Ricardo…