Carta a un joven sobre las balanzas fiscales
Miembro de Economistas frente a la Crisis
Una economista, ex diputada del PSC y con larga trayectoria en la administración pública, trata de explicar a un familiar que la realidad es más compleja que el “españa nos roba”.
Hola Oriol: me dice tu padre que te explique eso de la balanza fiscal de Catalunya: parece ser que crees que “España nos roba cada año 16.000 millones de euros”. No sé si te has creído también las afirmaciones que dicen, y se pueden inferir de la primera, que son: a) si no hubiera este déficit fiscal, la Generalitat no tendría que hacer recortes, y b) si fuésemos independientes, no habría problemas económicos porque tendríamos este dinero.
Nada de esto es cierto, aunque, como te puedes imaginar, las cosas son siempre mucho más complejas que las que unas frases cortas y simples pueden darte a entender.
Vayamos por pasos: primero los preliminares.
1) Los catalanes pagan impuestos a nuestros ayuntamientos, a nuestra comunidad autónoma y al Gobierno central.
2) El gasto del Gobierno central sirve para prestar los servicios que son de su competencia (eso incluye, por ejemplo, las pensiones, el subsidio de desempleo y las inversiones en infraestructuras) y financia, en parte, a los gobiernos autónomos y a los ayuntamientos.
3) Desde el punto de vista de quienes pagan impuestos, es importante conocer cómo se utilizan. Existe en Catalunya, y desde siempre, interés por saber cuántos impuestos pagamos y cuánto gasto retorna, o sea, calcular la balanza fiscal de Catalunya con el Gobierno central.
4) La razón de este interés radica en que en Catalunya existe la percepción de que la incidencia territorial del gasto del Ejecutivo central nos es excesivamente desfavorable; percepción alimentada por la falta de voluntad de publicar datos más completos.
5) Esta información se puede elaborar fácilmente —siempre que los archivos administrativos y contables estén orientados a su obtención—, y hay precedentes: por ejemplo, en EE UU, y por ley, el Gobierno federal publica desde 1983 la distribución del gasto federal entre sus 51 estados [50 más el Distrito de Columbia], 3.033 counties y más de 35.000 municipalities. Y sin ir tan lejos, la liquidación del presupuesto de la UE informa sobre los ingresos aportados y los gastos recibidos por cada Estado. (...)
En segundo lugar, metodología y números.
1) Se afirma también que “hay muchas maneras de calcular”, que dan resultados muy diferentes.
2) Básicamente hay dos maneras de enfocar el análisis de cómo inciden los impuestos y el gasto.
La diferencia básica —a efectos del resultado numérico— se concentra en el tipo de gasto que los economistas llamamos “bienes públicos”, o sea, gastos de servicios de los que todos nos beneficiamos, como la defensa. Otros servicios son en parte territoriales, como las grandes infraestructuras.
Ejemplo: puedo calcular el gasto territorial del Ministerio de Defensa en Catalunya de forma aproximada según la población —todos “nos beneficiamos por igual” (método del flujo del beneficio)- o calcular los salarios y otros gastos e inversiones que el ministerio hace en Catalunya porque lo que quiero considerar es el gasto directo en dinero que va a esta comunidad (método del flujo monetario).
3) Si te interesa el impacto económico directo, mejor mira el flujo monetario; si te interesa evaluar si recibimos servicios por valor de los impuestos que pagamos, el flujo del beneficiario. Piensa que ambos resultados son aproximaciones incompletas (...)
4) Te ahorro más consideraciones, y paso a reproducir los datos publicados por la Generalitat (véanse los gráficos).
En tercer lugar, ahora toca mirar qué dicen los números:
1) Efectivamente, al menos entre 2002 y 2010 casi todos los años el saldo fiscal es negativo para Catalunya: aportamos más de lo quecibimos. Es normal, si tienes en cuenta que somos una comunidad más rica que la media.
2) La cantidad importa, y también la comparación con otras comunidades. Verás que varía mucho según los años, en especial llaman mucho la atención de 2005 a 2007, sobre todo en comparación con el período de 2008 a 2010. Reconocerás la burbuja inmobiliaria y la crisis económica.
3) De 2005 a 2007 el Gobierno central tuvo superávit presupuestario y déficit los otros años (según el método de la balanza fiscal, 81.000 millones de euros de déficit en 2009). Con la crisis se endeuda para poder cumplir (al menos en parte) con sus compromisos. Por tanto, parte de lo que paga en Catalunya (y otros territorios) es en realidad deuda: eso quiere decir que de momento no lo hemos pagado con impuestos, ni nosotros ni nadie.
En cuarto lugar, más preguntas y algunas conclusiones.
1)¿Dónde están los 16.000 millones de euros cada año? Las cifras que te he reproducido son documentos de la Generalitat largos. No están ni en los resúmenes, ni en power points ni en notas de prensa.
La Generalitat ha ‘cocinado’ los datos para llegar a la cifra de 16.000 millones
La distribución espacial del gasto del Gobierno no ha sido demasiado generosa con Catalunya
Lo que han cocinado son los argumentos (discutible desde el punto de vista económico) de que como a la larga las deudas se acaban pagando con más impuestos, supondremos que pagamos impuestos todos los años por la totalidad del déficit anual. Es como si los catalanes ya hubiesemos pagado impuestos por adelantado, y de esta manera, como los gastos son los mismos que hemos calculado, el déficit fiscal es más grande y resulta en unos 16.000 millones cada año, más o menos el 8% del PIB. La Generalitat no explica que hace esta cocina, solo dice que “neutraliza el déficit” (o “equilibra” el presupuesto), pero no enseña los datos. Juzga tú mismo si es honesto.
Personalmente creo que les pareció que un déficit fiscal del 0,4% del PIB o el superávit fiscal de 2009, según como lo mires, no sirve para convencer a la gente de que hemos de hacer recortes por culpa de “Madrid”. En cualquier caso, los 16.000 millones hoy no existen porque en realidad no los pagamos. No “se quedan en Madrid”, ni la economía catalana “sufre un shock del 8,5% del PIB” (por suerte).
2) Parece claro que, mientras haya crisis, con los impuestos actuales que podríamos recaudar no tendríamos posibilidad de recuperar rápidamente el nivel económico ni los recortes. Al menos durante muchos años. Y si fuésemos independientes, tendríamos que hacer frente también a las deudas. En cualquier caso, la viabilidad económica de la independiencia no se agota con el sector público. El sector privado es todavía más importante. Pero eso es otro tema.
3) Si volvemos a la realidad verás que un déficit fiscal menor no significa necesariamente que la Generalitat tenga más dinero. Podría deberse a que los ayuntamientos recibieran más transferencias o a que la Casa Real se instalara en Barcelona. Demasiado a menudo CiU y ERC confunden la Generalitat —Administración— con Catalunya —conjunto de todo el territorio y su gente—. O sea: la financiación de la Generalitat es algo distinto del déficit fiscal.
4) España no “nos roba”. Es una expresión tan incorrecta como la que dice si Catalunya (o cualquier otro país) es “solidaria” o no. Es importante no confundir los pecados y las virtudes individuales con las situaciones y los condicionantes colectivos.
No quiero alargarme más. Te doy mi opinión: es cierto que la distribución espacial del gasto del Gobierno central no ha sido, ni en el pasado ni ahora, demasiado generosa con Catalunya. Entre otras cosas, los criterios para el gasto (aparte de las leyes que dan derechos económicos, como las pensiones o el subsidio de paro, que también son resultado de políticas concretas) no han sido nunca formuladas claramente. Por otro lado, pienso que uno de los polos de riqueza de España, Madrid, tiene a su favor una “clase polítco-empresarial-funcionarial” muy imbricada con un Gobierno central muy centralizado. Y el otro gran polo de riqueza, el País Vasco y Navarra, se ha desenganchado totalmente desde el punto de vista fiscal (situación que no les hace insolidarios personalmente, pero sí privilegiados colectivamente); esto nos deja a Catalunya en mala posición y desde hace tiempo. Se puede estudiar la balanza fiscal con ánimo de encontrar formas de cambiar políticas o con ánimos de encender (y engañar un poco) a la gente. Creo que en política se necesitan razones, basadas en hechos, y hemos de tomar decisiones con la cabeza y también con el corazón, nunca con la panza. Y sobre todo hay que pensar en las consecuencias. Un abrazo. Montse.