¿Ciudades colaborativas?
Etiquetas vacías
La nueva economía digital genera dos reacciones opuestas: por una parte, los ciberutópicos consideran Internet como algo emancipatorio, que fomenta la comunicación, la colaboración, el intercambio, y la comunidad. Internet permite la emergencia del consumo colaborativo, de la economía colaborativa y de las sharing cities o ciudades colaborativas como etiqueta que expresa la voluntad de implementar la economía colaborativa. En contraposición, los ciberescépticos advierten del riesgo de vigilancia y control autoritario que permite Internet, y señalan la coincidencia de la postura ciberutópica con la ideología del do it yourself. El discurso contracultural de los años sesenta, sumado a movimientos antiautoritarios y a un tecnoutopismo naïf, coincide con la reivindicación neoliberal del Estado “mínimo”. Quizá por ello las plataformas colaborativas (controladas ya por grandes grupos financieros) tienden a movilizar imaginarios colectivos –comunitarismo, reciprocidad, sostenibilidad– para legitimar su modelo de negocio en lo que es la última frontera del posfordismo y un cierto capitalismo libertario.
Redundancia
¿Qué hay detrás de la etiqueta? El propio concepto parece una redundancia en sí mismo: las ciudades ya son colaborativas. Por ello, la economía colaborativa en las ciudades debe incorporar un claro compromiso ciudadano si no quiere convertirse en simple legitimación de los intereses comerciales de empresas de tecnología o de aquellas que hacen del uso de Internet el centro de su modelo de negocio. La reivindicación de la centralidad del ciudadano no debería realizarse mediante el uso de etiquetas vacías en donde cabe todo tipo de comportamientos empresariales (éticos y no éticos, monopolítisticos, insostenibles), sino con apelaciones concretas, por ejemplo, al derecho a la ciudad (al espacio público, a la vivienda o a la educación). Debería evolucionar con una decidida voluntad de colaborar y sumarse a los espacios y ámbitos de acción social, política y cultural que hacen ciudad, procurando que las empresas de tecnología estén al servicio de la ciudad y no al revés.