Digitalizarse para ser empleable
Para aprovechar al máximo la transición ecológica y digital hay que apostar por el aprendizaje permanente.
La crisis sanitaria ha puesto de manifiesto no solo el papel cada vez más relevante de la educación digital en nuestras vidas, sino el impacto que va a tener sobre el conjunto de las personas. Las políticas de Educación y Formación Profesional han de tener un papel trascendental en la reconstrucción y el crecimiento.
Desde la Unión General de Trabajadores (UGT) acogemos de buen grado los cambios tecnológicos que mejoran la vida de las personas y potencian sus habilidades y el desarrollo de su talento. Las nuevas tecnologías incorporadas a la economía pueden colaborar en el incremento de la riqueza, pero ello debe traducirse en un modelo económico y social de progreso.
Resulta necesario apoyar la formación y la recualificación de las personas preparándolas para la era digital. La formación profesional continua es clave para la competitividad de las empresas y la empleabilidad de las personas. Por todo ello, cada vez cobra mayor sentido situar la formación en el centro de las políticas públicas que hagan posible el crecimiento económico sostenible con la protección, el bienestar y la cohesión social.
El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno incluye entre sus políticas de reforma estructural para un crecimiento sostenido e inclusivo un plan nacional de capacidades digitales desde la escuela hasta la universidad, pasando por la recualificación en el trabajo, con especial atención al cierre de la brecha de género y al impulso de la formación en las zonas en declive demográfico. Esto es algo que ya demandábamos en 2015 desde UGT, en el informe La brecha digital en España. Un estudio sobre la desigualdad postergada. En él advertíamos del peligro económico y laboral que representa la exclusión tecnológica de gran parte de nuestra población y fuerza laboral.
¿Tecnología? Sí, pero que se traduzca en un modelo económico y social de progreso
Cuando en septiembre de 2018 la Unión General de Trabajadores y Google firmamos un acuerdo para la formación gratuita en competencias digitales para trabajadores, lo hacíamos siendo conscientes de que la formación profesional continua era la clave para la competitividad de las empresas y el desarrollo de las personas trabajadoras. Se iniciaba de esta manera el desarrollo de un proyecto conjunto, símbolo de la iniciativa desarrollada por la sociedad civil y los interlocutores sociales, para impulsar la adquisición de las competencias digitales básicas entre las personas trabajadoras de nuestro país y aprovechar así las nuevas posibilidades asociadas a las tecnologías digitales.
Lograr una transición digital centrada en las personas requiere, como bien se indica en la Agenda de Capacidades Europea, una revolución en materia de capacidades; "habilidades de empleo" cuyo objetivo es apoyar a la fuerza laboral de nuestros países para aprovechar al máximo la transición digital y la ecológica. Y esto solo podemos hacerlo si apostamos por una cultura del aprendizaje permanente.
Una nueva cultura del aprendizaje permanente que, como recoge la Declaración de Osnabrück, significa que las personas puedan dominar una amplia gama de habilidades y competencias y navegar por los sistemas de educación y formación utilizando tecnologías y herramientas de aprendizaje de vanguardia a través de los límites de ambas instituciones.
Y solo a través de procesos de aprendizaje híbridos podremos llegar a ese tipo de "individuo integral" necesario para edificar una sociedad del aprendizaje, como bien denominó la Comisión Faure de la Unesco allá por 1972.