El milagro inexistente
Profesor de la Universidad Ramon Llull de Barcelona
Análisis. El crecimiento económico no se refleja en los objetivos.
El balance sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio en el África subsahariana arroja, según las propias Naciones Unidas, una constatación alarmante: es de las pocas regiones, junto con Asia occidental, donde la mayoría de indicadores para medir las ocho metas ha sufrido un avance mucho menor de lo esperado (pobreza extrema, alfabetización o salud materna, entre otros) e incluso ha experimentado un cierto retroceso (como es el caso, por ejemplo, de la meta que evalúa la proporción de la población con acceso a servicios de saneamiento mejorados). Un dato especialmente preocupante, en este sentido, es observar cómo el número absoluto de personas que viven en la pobreza extrema ha pasado de 290 millones en 1990 a 414 millones* en 2010 (un incremento del 43%). Esto corresponde a más de un tercio del total mundial que vive en la indigencia. Es cierto que los avances en erradicación del hambre o de descenso de la mortalidad infantil presentan resultados un poco más favorables, pero debemos considerarlos claramente insuficientes para lo esperado.
Lo más paradójico es que esta radiografía tiene lugar en un contexto de cierto afrooptimismo internacional. En los últimos años, el crecimiento macroeconómico medio de la región –que durante la última década se mantuvo en niveles cercanos al 7%– ha llevado a organismos financieros internacionales o a revistas tan influyentes como The Economist o Time a hablar del “milagro africano”. No obstante, el supuesto “milagro” no tiene en cuenta que son pocos los países donde se concentra ese crecimiento (especialmente exportadores de materias primas como Nigeria o Angola). Y sobre todo, no captura una tendencia más que preocupante: dicho crecimiento, en aquellos países donde está teniendo lugar, no va acompañado de una redistribución social. El África subsahariana también está asistiendo a un aumento de la desigualdad interna.
En definitiva, deben preocuparnos los escasos avances de la mayoría de objetivos en el África subsahariana, pero también una visión algo miope sobre el futuro africano que confía la mejora de las condiciones socioeconómicas de la población al simple crecimiento de las economías.