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El mundo del Gran Gatsby

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Febrero 2014 / 11

Sociólogo. Profesor de la Universitat Pompeu Fabra

Cómo los cambios en las familias y las desigualdades en los ingresos afectan a las oportunidades en la vida de los niños

PRIMERA LECCIÓN Cuando la madre trabaja, la pobreza infantil retrocede. FOTO: ANDREA BOSCH

Muchos países han experimentado un creciente aumento de las desigualdades en las últimas décadas. Algunos de ellos, como Estados Unidos o el Reino Unido, de forma radical. Existe un amplio acuerdo sobre el hecho de que esta tendencia la impulsa la brecha cada vez mayor entre las ganancias de quienes tienen más y quienes tienen menos. Lo que se debate menos es de qué modo la transformación demográfica de las familias dibuja, en palabras de Sara McLanahan, un mundo de “destinos divergentes”.

En primer lugar, asistimos a un giro de 180 grados en el comportamiento de las parejas. En el pasado, los ciudadanos con una mayor formación tendían menos a casarse y eran más propensos al divorcio. Hoy, el índice de divorcios entre los estadounidenses con menor formación es dos veces mayor que entre los mejor formados. En Europa, el patrón es similar. El índice de pobreza infantil se ha disparado en el Reino Unido y en España. Y allí donde se expande, se enquista.

Una primera lección importante: cuando las madres trabajan, la pobreza infantil retrocede; en las familias con dos cónyuges, prácticamente desaparece, y en el caso de las monoparentales, el índice se desploma. Los países nórdicos salen bien parados en las comparaciones de pobreza infantil porque el empleo de las madres es prácticamente universal. En Suecia, las parejas en las que solo uno de sus componentes trabaja, la pobreza infantil es del 18,5%, pero cae al 1,4% cuando son dos las fuentes de ingresos. En las familias con un solo cabeza de familia, la pobreza es del 54,5%, que recula al 11% si la madre trabaja.

 
RICO CON RICO, POBRE CON POBRE

Pero si el empleo de las madres es una buena noticia por lo que respecta a la pobreza infantil, a la vez puede exacerbar las desigualdades. ¿Por qué?

La incorporación de la mujer al mercado laboral se ha producido de modo muy asimétrico. Las mujeres con elevada formación exhiben índices de empleo muy altos. Las menos formadas, no. Entre ellas abundan los contratos a tiempo parcial. Además, en las sociedades más avanzadas, la mitad de las parejas trabajadoras pertenece a la misma franja de ingresos. Así, dos profesionales duplicarán sus ya elevados ingresos y se distanciarán del resto, y al revés.

Sin embargo, hoy en muchos países las mujeres con formación elevada tienden a permanecer solteras y ello reduce el efecto bonus de ingresos asociado a la pareja con elevada educación (aunque, en otro vuelco, en EE UU aumentan los matrimonios entre las personas más formadas y también el número de solteras entre las menos formadas).

Los países nórdicos salen bien parados porque el empleo de las madres es casi universal

La movilidad entre generaciones es mayor en los países con menor desigualdad de ingresos

Estudios recientes sobre la cuestión concluyen que el empleo femenino aumenta su capacidad de producir igualdad en la medida en la que se universaliza. Ya sea por la reducción de la pobreza que supone el empleo de las madres, porque la polarización salarial se da más entre hombres o porque los hogares con bajos ingresos reciben más transferencias de ingresos.

El resultado de la desigualdad en el bienestar de los niños debido a diferencias en los ingresos deriva en una menor movilidad entre generaciones. Así lo ilustra la curva Gran Gatsby, acuñada por Alan Kruger: muestra que esta movilidad es casi tres veces mayor en los países nórdicos, con menor desigualdad de ingresos, que en Italia o EE UU.

Deberían preocuparnos las crecientes desigualdades entre nuestros hijos porque estamos envejeciendo y, en países con una fertilidad baja, la población futura no solo depende de cuánta gente joven se genere, sino también de la calidad del capital humano. Permitir amplias desigualdades en el bienestar de los niños es infrainvertir en el potencial productivo futuro. En EE UU o España, una quinta parte de los chicos de 15 años puntúan por debajo del listón mínimo fijado en las pruebas de PISA. En sociedades igualitarias como las nórdicas, los jóvenes con disfunciones cognitivas no llegan al 10% del total. Además, el tipo de mundo que encarna el Gran Gatsby viola las concepciones básicas de justicia social y equidad que sostienen nuestra civilización.