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Falsos mitos sobre el decrecimiento

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Junio 2013 / 4

La propuesta, que reta la hegemonía del PIB para salir de la crisis, supone una evolución en los valores y el pensamiento                           

Un trabajador del sector petrolero.FOTO: 123R

El cambio de época en el que se desarrollan nuestras vidas nos invita a buscar respuestas ante los desafíos que se nos presentan. Cada vez más ojos se dirigen hacia propuestas que intentan aportar soluciones para la construcción de unas realidades encuadradas en paradigmas por construir. Una de ellas es el decrecimiento, el cual desafía la hegemonía del crecimiento económico (y su fetiche, el PIB) proponiendo una redistribución y disminución, pactada democráticamente, de la producción y del consumo en los países industrializados como un medio para lograr la sostenibilidad ecológica, la justicia social y el bienestar. Aunque sea este un movimiento que bebe de disciplinas con tanto recorrido como la ecología política, el ecologismo social y la economía ecológica, sigue despertando opiniones basadas en reduccionismos o malentendidos.

Aclaremos algunos:


• “El decrecimiento es la misma crisis actual.” En realidad, lo que tenemos es la reducción del crecimiento económico, que afecta de manera diferente a las personas. Es más bien al contrario: una de las principales causas de la crisis actual es la fe en el crecimiento incesante del PIB. Así, mientras que las grandes mayorías sociales vemos empeorar nuestras condiciones de vida, existe un pequeño grupo de actores económicos que se lucra con ello. La propuesta del decrecimiento, sin embargo, promueve no solo ajustarse a los límites impuestos por las condiciones físicas del planeta del que dependemos, sino también que el proceso se haga en términos de equidad social, de reparto de las posibilidades globales en igualdad para todos.


• “El decrecimiento creará desempleo.” Mantenerse bajo las premisas del aumento de la productividad y de la competencia como base del progreso nos pueden conducir a esta conclusión. Pero lo que el decrecimiento expone es un cambio de enfoque para el mundo del trabajo. Eliminando consumos innecesarios, reduciendo la productividad general oficial, reubicando las actividades, creando empleos ecológicos y repartiendo las tareas, se genera una nueva manera de entender el trabajo.

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• “El decrecimiento es incompatible con la democracia.” Aparcar la religión del crecimiento (esa en la que creemos a ciegas a pesar de las innumerables pruebas de que no funciona, de que no existe la trinidad crecimiento-felicidad-futuro) que domina el actual sistema posdemocrático no será un proceso sencillo para algunos, habrá muchas e intensas resistencias, eso es verdad. El decrecimiento apuesta por restablecer la democracia para alcanzar una sociedad de abundancia frugal, lo cual implica que anteriormente se han tenido que dar las condiciones para que sea posible. Quizá eso no se ve claro porque no se cree en una sociedad autogobernada, pero quererlo, creerlo y hacerlo posible van de la mano.


• “El decrecimiento es volver a la Edad de Piedra.” Obviando por un momento que no es posible retroceder en la historia, un futuro con menor consumo de energía y de materiales es ineludible por el declive de la disponibilidad energética fósil, además de ser deseable para reducir la presión sobre ecosistemas y poblaciones del sur. Por tanto, el decrecimiento no es un viaje hacia atrás, sino un paso a un lado para progresar en tecnologías de aprovechamiento equitativo de los bienes de los que dispongamos, avanzar en estructuras sociales de colaboración entre individuos y colectivos, disfrutar de la belleza del tiempo lento y el silencio de la ética.


• “El decrecimiento conduce a una reducción drástica de la población.” En realidad, la dimensión de la población depende del consumo de recursos por habitante, y no de si hay crecimiento económico convencional. Si se pretendieran los estándares de vida estadounidenses, evidentemente la población mundial se vería reducida. Pero el reto del decrecimiento es asignar los bienes a la población con honestidad y equidad.


En definitiva, lo que el decrecimiento nos plantea es un cambio de paradigma: una evolución en la forma de pensar, de los valores que la sociedad acepta como suyos, una elaboración colectiva y constante, además de un desafío para crear nuevas estructuras socioeconómicas partiendo de un punto tan distante como el actual. La elección ya no es entre el crecimiento económico y el decrecimiento, sino entre una sociedad de crecimiento sin crecimiento (es decir, crisis) y el decrecimiento.