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Internet y la economía social suman

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Diciembre 2016 / 42

Alternativa: La economía colaborativa puede impulsar un futura sostenible si retoma la tradición cooperativista

Uber es una plataforma que hace de puente entre conductores que disponen de un coche y personas que necesitan ir a alguna parte. Con siete años de vida, la empresa se estima que vale 62.500 millones de dólares. Fairmondo es una plataforma que hace de puente entre personas que ofrecen productos éticos con otras a las que éstos les interesan. En tres años, se ha convertido en una comunidad de más de 12.000 usuarios, con dos millones de productos.

Ambos son ejemplos de una economía colaborativa, o economía del compartir, como también se le llama, pero sin duda representan modelos distintos: Uber es una compañía privada que maximiza el beneficio y responde a lo que se conoce como modelo de economía colaborativa Unicornio, mientras que Fairmondo es una cooperativa propiedad de su comunidad, basada en productos respetuosos con el medio ambiente y es open source (fuente abierta). Lo que maximiza es la construcción de una comunidad. A este modelo se le llama “cooperativismo de plataforma”. ¿Qué modelo puede conducirnos a escenarios futuros sostenibles?

La economía colaborativa —el consumo colaborativo y la producción de capital y de trabajo entre grupos distribuidos mediante una plataforma digital— está creciendo de forma exponencial y ha pasado a ser una prioridad en la agenda de gobiernos de todo el mundo. Además,  su potencial puede contribuir al desarrollo sostenible de una sociedad y constituir un cambio de paradigma.

El impacto del modelo de economía colaborativa más conocido, el de corporaciones como Uber y Airbnb, está despertando una enorme controversia. Existen modelos alternativos y exitosos, pero han recibido una atención  mediática y política menor. De hecho, la retórica, el discurso sobre la economía colaborativa, pone en el mismo saco compañías extremadamente rentables junto a intercambios de donativos voluntarios, lo que alimenta la controversia.


EL GIRO DE SILICON VALLEY

Las prácticas de la economía del compartir, en sus orígenes, eran iniciativas sin ánimo de lucro basadas en modelos abiertos comunes que se apoyaban en una gobernanza participativa y un conocimiento abierto, como la inicial Couchsourfing, que aportaba hospitalidad en el sofá de casa, o Goteo, que permite la microfinanciación de proyectos, o Freecycle, que buscaba el reciclaje de objetos. Más tarde, Silicon Valley dio un giro al modelo y apostó por el modelo del Unicornio, lo que ha convertido los proyectos de forma gradual en empresas gigantescas que se quedan una parte del dinero del intercambio. Es el caso de la mencionada Uber, que ofrece servicios de transporte en coche; o de Airbnb, que permite alquiler de viviendas para estancias cortas, o Blablacar, para compartir viajes (Belk, 2014).

Como reacción al giro de la industria digital de Silicon Valley ha emergido más recientemente el cooperativismo de plataforma, basado en pequeñas empresas propiedad de sus usuarios como Fairmondo o la plataforma Stocksy de servicios de fotografía.

El encuentro de cooperativismo de plataforma organizado en 2015 por Trebor Scholz y Nathan Schneider reunió a 1.000 personas y contribuyó a ampliar el debate sobre la economía colaborativa. Lo sintetiza el libro Cooperativismo de plataforma. Desafiando la economía colaborativa corporativa, de Scholz. Desde su enfoque, la economía colaborativa corporativa es un fenómeno que aprovecha la situación poscrisis no para repensar el sistema económico para hacerlo más justo y estable, sino como estrategia para desmantelar las condiciones laborales. La alternativa a la economía colaborativa corporativa pasaría por recuperar la tradición cooperativista.

El pasado noviembre se celebró un nuevo encuentro, justo después de la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Se decidió una orientación hacia la acción, con participación de movimientos sociales de Internet, cooperativas, sindicatos e investigadores. Incluye el lanzamiento del  Platform Cooperativism Consortium, que  propone el cooperativismo de plataforma como una alternativa a discursos fascistas y al incremento de la desigualdad y la globalización neoliberal. BarCola (grupo Barcelona City Council sobre políticas y economía colaborativa) participó en este evento y está ya promoviendo medidas para apoyar estas cooperativas. Incluye un fondo de financiación y un plan de apoyo a emprendedores llamado La Commonificadora. En la próxima primavera, Barcelona acogerá el foro Procomuns para diseñar políticas colaborativas que impulsen el cooperativismo de plataforma.