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La era de la autoproducción

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Abril 2016 / 35

Muchos jóvenes artistas intentan prescindir de los sellos discográficos para difundir su música. Pero les cuesta más penetrar en el mercado

ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR

Hasta finales de los años noventa, la autoproducción era un fenómeno marginal y la mayoría de los artistas necesitaban los sellos discográficos para darse a conocer debido al elevado coste de la grabación en los estudios, de la edición y de la promoción en las radios y cadenas televisivas, entonces los principales prescriptores. La revolución digital, iniciada a comienzos de los primeros años de este siglo, hizo añicos ese modelo.

Golpeados por la crisis del disco, “los sellos ya no tienen los medios ni el tiempo suficientes para desarrollar a los artistas y se firman pocos contratos con una simple maqueta de guitarra-voz como se podía hacer antes”, explica Julien Soulié, director del Fair, asociación para la detección y acompañamiento de los nuevos talentos creada por el Ministerio de Cultura francés en 1989. Ahora son los artistas quienes se encargan de su propio desarrollo. En la mayoría de los casos, los sellos sólo intervienen a la hora de la comercialización y promoción de la obra, a través de contratos de licencia.

Frente a ello, los artistas se han defendido apoyándose en las nuevas tecnologías. Con la democratización de los home-studio, los costes de grabación han bajado enormemente, y los más exigentes pueden ahora pagar el paso a un estudio gracias a la financiación participativa. 

Resultado: “En quince años, la progresión de la calidad, tanto técnica como artística, de la música autoproducida es incuestionable”, constata Sébastien Chevrier, director de la sala Temps Machine, que cuenta con la etiqueta Scéne de musiques actuelles (Smac) , en el área metropolitana de Tours. Por otra parte, el desarrollo de las plataformas de descarga y de streaming ha hecho caer en picado los costes de distribución. Se puede garantizar la promoción con un presupuesto muy modesto a través de las redes sociales y de una serie de blogs prescriptores que poco a poco han conquistado la audiencia en línea en detrimento de la prensa musical.


ÁLBUMES NADA CAROS HECHOS EN CASA

Gracias a la supresión de todas esas barreras que hasta hace un tiempo obstaculizaban la entrada en el mercado de la música grabada, los artistas pueden ahora prescindir de los sellos discográficos para poder producir y difundir su música. Esta forma de producción les permite también conservar todos los derechos sobre sus creaciones. 

La autoproducción se ha convertido, así, en una norma para los jóvenes artistas. Según las últimas estimaciones disponibles, en 2008, el 63% de los músicos contaban ya con un home-studio. A veces, el éxito es espectacular, como el grupo Jabberwocky, cuya simple puesta en línea de su título Photomaton hizo que se fijara en ellos Radio Nova. La canción fue después sincronizada* en una publicidad para Peugeot. Al final, se han vendido más de 100.000 ejemplares del single.

Si la digitalización de la producción y de la difusión es una buena noticia para la diversidad, ya que comporta que la oferta de música autoproducida sea inmensa, también intensifica la competitividad entre los artistas. Es mucho más complicado descollar y hacer carrera. “Las exigencias son muy grandes, pues cada vez hay menos estructuras (sellos, organizadores de giras*, managers...) susceptibles de absorber toda la oferta, constata Julien Soulié.

Ello empuja a muchos artistas a desarrollar su propia estructura. De una industria muy concentrada, en la que la creación, el desarrollo, la producción, la edición y la distribución eran trabajos distintos, se avanza poco a poco hacia una economía más diseminada. 

Los sellos no tienen ni medios ni tiempo para desarrollar artistas

Muchos músicos se han visto empujados a hacer de empresarios

“La frontera entre cada trabajo es cada vez más fina, cada vez hay más microestructuras independientes en todas las etapas”, observa Julien Soulié. Para unos jóvenes artistas que se han visto empujados a hacer de empresarios, esas microestructuras reúnen en torno a su proyecto todo un ecosistema con el fin de poder desarrollarse. Con frecuencia se parte de un trío formado por el artista, un manager que se ocupa de la parte administrativa y comercial, y por último, un estilista encargado de la imagen del artista. Después, ese trío se encarga de mantener viva una estructura que ya no puede contar con la venta de la música grabada. 

Aunque en Francia, y otros países, se espera conseguir tener ingresos por el streaming tras la mediación que la ex ministra francesa de Cultura Fleur Pellerin encargó a Marc Schwartz: los profesionales del sector y las plataformas se han comprometido ahora  a repartir mejor el valor producido por la música en línea, pero está por ver si esta iniciativa acaba produciendo algún fruto. 


PASO OBLIGADO POR EL ESCENARIO

Hasta el momento, el álbum no es más que un producto de promoción que permite a los artistas vender otra cosa, por ejemplo un fragmento como banda sonora de una publicidad. El concierto es el auténtico vector para el desarrollo de los artistas musicales. Es lo que hoy por hoy les permite vivir, al menos cuando la gira resulta rentable y el número de prestaciones es suficientemente elevado como para garantizarles  la categoría de  trabajadores discontinuos.

Pero, una vez más, el nivel de exigencia es muy elevado. “Las tecnologías disponibles permiten realizar muy buenos álbumes, pero los artistas no siempre están preparados para subir a un escenario. Y la posibilidad de que se repare en ellos no son muy grandes”, advierte Julien Soulie. Hoy debe hacerse todo el trabajo de preparación antes de lanzarse a los escenarios, mientras que antes los artistas se bregaban en los cafés-concierto. 

 

SE ACONSEJA VENIR ACOMPAÑADO

En todo este batiburrillo generalizado de competencias, han surgido muchos dispositivos de formación extramusical en respuesta a la demanda de esos artistas empresarios que necesitan comprender el sector en el que se mueven. “Nosotros elegimos a qué artistas acompañar por corazonada, a través de una propuesta artística y una trayectoria ya fijadas”, explica Sébastien Chevrier, una de cuyas competencias, como director de una Fnac, es esa.

Estos últimos años también han pululado los trampolines organizados por algunas marcas, como Ricard SA Live, y grandes festivales, como el Printemps de Bourges o el Fair, aunque éste es financiado a medias por dinero público; ofrecen un acompañamiento personalizado a artistas que han superado la fase inicial. 

La tecnología permite un buen álbum, pero no todo artista puede subirse a un escenario

En resumen, en la industria musical ha dejado de haber reglas

Algunos artistas apuestan por rechazar los sellos. “El grupo Kid Wise rechazó propuestas millonarias y prefirió seguir con su propia estructura. Sin llegar tan lejos, otros han conseguido imponer a su sello una relación de fuerza más favorable”, cuenta por su parte Julien Soulié. 

Sin embargo, no todos los artistas tienen espíritu empresarial y los sellos desempeñan todavía un papel importante en la promoción y la comercialización. La producción, por el contrario, parece que se les escapa cada vez más. Aunque hay artistas que no se sienten cómodos con la informática y siguen acudiendo a ellos. 

En resumen, en la industria musical ha dejado de haber reglas.

 

LÉXICO

Sincronización: en la industria musical, se denomina así al hecho de utilizar un fragmento de música como banda sonora de una publicidad.

Organizador de giras: persona que concibe, propone y gestiona una serie de conciertos de un artista en un territorio y un período determinados. Administra una gira, incluidos los aspectos logísticos, técnicos y financieros.