La historia señala el camino a Valencia
La Generalitat valenciana experimenta con la semana de 32 horas por razones sociales, laborales y económicas.
¿Qué relación hay entre el médico John Harve Kellogg, inventor de los desayunos con cereales, el magnate Henry Ford, precursor de las cadenas de producción modernas, y el ex primer ministro conservador del Reino Unido Edward Heath? La respuesta es el tiempo de trabajo.
Tras el crash de 1929, cuando en Estados Unidos el paro alcanzó a 15 millones de personas, se tendió a culpar de la situación a las innovaciones tecnológicas, debido al aumento de la productividad (y al menor empleo) que suponían. Los sindicatos defendieron la compensación de ganancias en productividad con una reducción de las horas trabajadas.
Es esta la filosofía que aplicó en su fábrica de Battle Creek el empresario de los cereales que llevan su nombre. Allí, en Michigan, decidió implementar una jornada de seis horas: cuatro turnos de seis horas en lugar de tres turnos de ocho horas. Para ello, decidió emplear a 300 personas más. El salario por hora aumentó el 12,5%. Tras cinco años de aplicación de esta dinámica, en 1935, Kellogg demostró con datos que el coste unitario de producción se había reducido el 25%, los costes laborales lo habían hecho el 10% y los accidentes de trabajo el 41%. Ah, y había un 39% de trabajadores más que antes.
Duplicar los beneficios
En la misma línea, Henry Ford había conseguido un resultado magnífico tras reducir la jornada laboral mientras subía los salarios en 1914. La productividad por trabajador creció entre el 40% y el 70%, y la rotación cayó hasta el 54%, además de reducir el absentismo. Los beneficios de Ford se duplicaron en apenas tres años: con más dinero y tiempo libre, sus trabajadores se convirtieron en clientes.
Si damos un salto en el tiempo, valga recordar la drástica decisión de Edward Heath en su manejo de la gran crisis del petróleo iniciada en 1973: una semana laboral de tres días. Las empresas no iban a poder utilizar más de tres días de electricidad hasta que las reservas se hubieran recuperado. Pese a los catastróficos augurios que se vertieron con relación al impacto que la medida iba a tener sobre la producción industrial, tras un embargo de seis meses, al regresar a la jornada de cinco días por semana, hubo sorpresa: la producción total se había incrementado el 6%. Heath no fue capaz de extraer la lección de aquel resultado.
Un movimiento global
La historia insiste, como según Sartre lo hace la estupidez. Hay importantes indicios de que en una economía moderna del conocimiento incluso 40 horas semanales de trabajo son demasiadas. Por eso quizá los países más prósperos son los que tienen semanas laborales menos largas. Trabajan menos horas pero son más productivos.
¿Nos dirigimos hacia una nueva gestión del tiempo? ¿Hacia un equilibrio entre trabajo y ocio?
Un montón de ejemplos recientes muestran que la reducción de la jornada laboral se aplica con éxito. Estamos ante un movimiento global para avanzar en esta dirección: en el sector del metal alemán, en la sanidad pública sueca, en la televisión pública belga, en el Royal Mail en Reino Unido. En la Comunidad Valenciana es remarcable el éxito de las experiencias de Zataca System, en Elche, y de Badsummit, en Valencia.
Reducir la jornada laboral afecta de manera positiva a 10 de los 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS)
Desde la Secretaría Autonómica de Ocupación, la Generalitat Valenciana ha trabajado en una propuesta en este sentido, abierta y enriquecida con aportaciones de los agentes económicos y sociales. Las razones que nos han movido a ello tienen que ver con los objetivos de desarrollo sostenible (ODS). La reducción de la jornada laboral afecta positivamente al menos a 10 de los 17 ODS. Por esta razón, la Generalitat ha impulsado una orden de ayudas pensada para mejorar la productividad de nuestras empresas y, a la vez, mejorar la calidad de vida de las personas que trabajan y reducir el impacto ambiental de su actividad.
Reducir la jornada laboral, ya sea en un día a la semana o en una hora diaria, supone un ahorro económico y puede ayudar a desacelerar el cambio climático: menos consumo energético intensivo, menos coches en las ciudades y carreteras. Más tiempo para conciliar supone un estilo de vida menos intensivo en recursos: menos comida preparada, menos desplazamientos motorizados. También, una reducción de accidentes laborales, que se concentran por cansancio en las últimas horas de la jornada y en los trayectos del o al trabajo. Supone menos estrés laboral, menos bajas médicas y menos absentismo. Sobre todo, significa una mejora del bienestar personal, más tiempo para participar de la vida asociativa, estudiar, cuidar, disfrutar. Y un valor positivo para sectores como el cultural. Las organizaciones que han dado el paso rentabilizan más la formación y retienen el talento.
Si las empresas no ganan dinero, la reducción del tiempo de trabajo no funcionará
El gran reto es que todas las mejoras ambientales y sociales sean compatibles con un balance económico positivo. Si las empresas no ganan dinero, nada de esto funcionará.
La economía valenciana está conformada básicamente por pequeñas y medianas empresas (pymes) y, como la española, tiene un problema de productividad. Trabajamos más que la media europea y somos menos productivos. Falta un elemento: la innovación. La tecnológica, seguro, pero también la organizacional. Así, a través del IVACE ofrecemos a aquellas empresas que quieran participar en el programa experimental un análisis de sus procesos productivos y, a través del Servicio Valenciano de Empleo y Formación, LABORA, cursos gratuitos de gestión del tiempo, nuevos modelos productivos y modernización de sistemas.
9.000 euros por persona
Conscientes de que estos cambios llevan un tiempo hasta que se obtengan resultados, hemos creado un programa de ayudas a las empresas que reduzcan su jornada laboral de forma progresiva sin que se vea afectado el salario ni el número de trabajadores y trabajadoras. Las ayudas alcanzan los 9.000 euros por trabajador afectado en tres ejercicios. Se cubre el 100% de la diferencia del coste salarial por hora durante el primer año, el 50% el segundo y el 25% el tercero. Si se contrata a gente en paro debido a la carga horaria, desde LABORA se ofrecen políticas activas con hasta 20.000 euros por cada nuevo trabajador o trabajadora. Es un programa tan ambicioso en objetivos como prudente en presupuesto y condiciones. Para transformar realidades hace falta prudencia, no actuar desde el miedo.
Hay quien se pregunta si el momento es ahora, después de una pandemia, en plena crisis del gas tras la invasión de Ucrania. La respuesta es que sí. Ahora. La historia nos lo enseña.
Si Heath hubiera sido valiente, quizá nos habría ahorrado el drama de Margaret Thatcher y sus consecuencias, y hubiera podido seguir como primer ministro, desayunando Kellogg's mientras esperara que un Ford oficial lo fuera a buscar al 10 de Downing Street. Si hubiera sido valiente, quizá los británicos harían las beer parties los viernes, y no Boris Johnson a escondidas.