“Las 35 horas funcionaron” // Barbara Romagnan
CLAIRE ALET Y SANDRINE FOULON
Entrevista a Barbara Romagnan: Diputada socialista, ponente de la comisión de investigación parlamentaria sobre el impacto de las 35 horas en Francia
El informe de la comisión parlamentaria sobre el impacto de las 35 horas en Francia, que difundió sus conclusiones en diciembre, rehabilita la reducción del tiempo de trabajo.
La campaña para denigrar las 35 horas, ¿no es, sobre todo, ideológica?
La imagen de las 35 horas como responsables de todos los males que aquejan a la economía está muy arraigada. Este combate ideológico lo dirigen algunos representantes de la patronal y la derecha, pero la izquierda tampoco asume siempre la herencia de las 35 horas. Es incomprensible que en una época de lucha contra el paro masivo, el reparto de trabajo ni siquiera se considere.
¿Cuál ha sido el impacto de la reducción del tiempo de trabajo sobre la economía?
Entre 1997 y 2001, nunca se trabajaron tantas horas en Francia. Ninguna política se había revelado más eficaz para luchar contra el paro en el pasado. Sólo en un año, entre 1999 y 2000, se contabilizaron 350.000 parados menos. Además, las 35 horas han contribuido a que disminuya el trabajo a tiempo parcial, que venía aumentando desde el inicio de los años ochenta.
Los detractores de las 35 horas dicen que es el crecimiento lo que genera empleo.
Nunca se crearon tantos empleos por cada punto porcentual suplementario del PIB como entre 1997 y 2000. El informe demuestra que son las 35 horas lo que ha estimulado el crecimiento, y no al revés. Cuando se observa el ritmo de crecimiento de Francia antes y después de la reducción del tiempo de trabajo, vemos que entre 1998 y 2002 se pasó del 2,2% al 2,5%, y luego cayó al 2,2%.
El descenso de cotizaciones salariales concedidas a las empresas ¿no han sido el auténtico factor que ha creado empleo?
No, pues en otros períodos de bajadas de cotizaciones hubo destrucción de empleo. El coste por puesto de trabajo creado cuando se pusieron en marcha las 35 horas era de 12.800 euros. A ese precio, los 41.000 millones de bajadas de cargas consentidas a las empresas a través del Pacto de Responsabilidad deberían permitir generar hoy unos tres millones de empleos. Ese pacto no ha generado hasta ahora más que empleos imaginarios. Las 35 horas sí son un pacto de responsabilidad que ha funcionado, y con contrapartidas para todos: creación de empleo para los asalariados y flexibilidad del tiempo de trabajo para las empresas.
Se reprocha a las 35 horas haber minado la productividad francesa…
Falso. Nuestra productividad se mantiene entre las más elevadas del mundo. La anualización del tiempo de trabajo ha permitido a muchas empresas modular los horarios de los trabajadores en función de períodos de actividad fuerte o débil. Esto les ha evitado pagar excesivas horas extraordinarias. La duración de uso de las máquinas pasó de una media de 50 horas en 1996 a una de 55 horas en 2002. Eso conlleva ganancias de competitividad.
¿Han aflorado aspectos negativos de las 35 horas?
Muchos trabajadores vieron cómo sus salarios se estancaban durante una media de 18 meses tras la puesta en marcha de las 35 horas. Con la anualización del tiempo de trabajo, trabajadores poco cualificados, sobre todo mujeres, perdieron sus horas extra. Tampoco podemos negar cierta intensificación del trabajo, sobre todo en el caso de asalariados que computan el tiempo de trabajo en días. Es, pues, importante blindar el tiempo de descanso, sin contar con que las nuevas tecnologías rompen la frontera entre vida privada y profesional.
Cuando se vio con el ministro de Economía, Emmanuel Macron, habló de “dar oxígeno a las 35 horas”. ¿Hay que suavizarlas?
Eso sería desconocer la legislación laboral. Desde 2003, las 35 horas han ido quedando progresivamente vaciadas de sustancia. Es difícil hacer saltar otros mecanismos de protección. Se hace un uso mayor de las horas extra… El ministro de Economía se pregunta: “¿Quiénes somos nosotros para impedir que la gente trabaje más?”. Sin embargo, haría falta conocer las condiciones de este trabajo suplementario.
¿Hay que ir más lejos en la reducción?
¿Por qué no prever una mayor reducción del tiempo de trabajo, no necesariamente por semana, sino desarrollando bolsas de tiempo que permitieran a los trabajadores tomar tiempo sabático remunerado al cabo de varios meses? Sería justamente una medida de izquierdas el impulsar el reparto del tiempo de trabajo en periodo de paro masivo.