Los europeos que emigran
Las imágenes de Lampedusa enmascaran las migraciones internas que se producen en Europa, últimamente del este
A largo de las últimas décadas, los movimientos migratorios dentro de Europa habían sido limitados, siempre que se los comparaba con los que se producían en Estados Unidos. En 2010, de acuerdo con la OCDE, la movilidad transfronteriza entre los 27 países de la Unión afectó al 0,3% de la población, frente al 2,4% que se da entre los 50 Estados de Estados Unidos. “Para los individuos”, explica la OCDE, “el coste del cambio de lugar se hace pesado por la pérdida de derechos a la pensión, la falta de reconocimiento de calificaciones, la imposibilidad de acceder a algunos empleos del sector público y las tensiones sobre el mercado de la vivienda”. En resumen, no existe un mercado de trabajo europeo que sea análogo al de EE UU.
FALTA DE COORDINACIÓN
La ampliación de la UE al Este ha cambiado este panorama de datos. Hasta los años ochenta, los movimientos migratorios internos en Europa afectaban sobre todo a los trabajadores españoles, griegos y portugueses, que se marchaban a trabajar a Francia o a Alemania. Hoy son esencialmente ciudadanos del Este que se instalan en Europa occidental. Este cambio es relativamente poco perceptible en Francia, pero es más evidente en Reino Unido o en España. Los flujos más importantes proceden de Bulgaria y de Rumanía.
Otro cambio de fondo: la crisis lleva a numerosos europeos de la parte occidental a cuestionarse su marcha, y no solo para estudiar. Un país como España, que había acogido a muchos inmigrantes durante la primera década del siglo XXI, ha revertido la tendencia. Entre los meses de enero y de septiembre de 2012, 420.000 personas se marcharon de España, frente a los 282.000 ciudadanos que entraron. De estas salidas, los españoles no representaron, sin embargo, más que 55.000 personas, una cifra al alza, pero que se mantiene relativamente débil. Son los extranjeros, más vulnerables y menos arraigados en el territorio, los que abandonan los países en crisis económica. Así, el número de extranjeros registrados legalmente en Grecia cayó de 611.000 en 2009 a 440.000 en 2012.
GRIEGOS Y ESPAÑOLES JÓVENES
Huyendo de la recesión y del paro, un número creciente de jóvenes españoles, griegos y portugueses buscan mejorar su fortuna en otra parte, en particular, en Alemania. Según la OCDE, el saldo migratorio (inmigración menos emigración) casi se ha duplicado entre 2010 y 2011, para alcanzar las 303.000 personas. Entre 2010 y 2011, las entradas en Alemania procedentes de Grecia dieron un salto del 90% y las procedentes de España, del 52%. Por primera vez en diez años, la población se ha acrecentado al otro lado del Rin, lo cual es una buena noticia para un país que envejece. Pero España e Italia, que conocen una depresión demográfica similar a la de Alemania, necesitan a estos jóvenes diplomados.
SCHENGEN
Hola a Bulgaria y Rumanía
La cuestión puede agitar la próxima campaña europea de 2014: ¿debe aceptarse a Bucarest y Sofía dentro del espacio Schengen? Esta aceptación supondría la supresión de los controles de identidad en las fronteras de ambos países respecto de los del resto de miembros del espacio Schengen. Este ingreso se preveía para marzo de 2011, pero Francia, Alemania y Holanda se resistieron a ello, pese a que el no solo se podía decidir por unanimidad. Los reticentes dudan de que puedan garantizar la seguridad de sus fronteras con Turquía, Moldavia, Ucrania y en las costas del mar Negro. Pero en el espacio Schengen o fuera de él, búlgaros y rumanos ya son libres de circular por la UE y, a partir del 31 de diciembre de 2013, se habrá facilitado su establecimiento y el fin de la prohibición de que ejerzan ciertos países; por ejemplo, Francia.