Los “novísimos” sin hogar en España
UNED-GETS
Pobreza: desde los años noventa, se han ido incorporando a los sin hogar jóvenes, mujeres y familias completas
En los últimos años ha aumentado la pobreza y la exclusión social en los países de nuestro entorno, como consecuencia de la crisis económica, que ha dado lugar a un crecimiento del paro y, en general, a un incremento de las condiciones de vulnerabilidad social para sectores cada vez más amplios de la ciudadanía.
De hecho, ostentamos una de las tasas de paro más elevadas del conjunto de la Unión Europea. Según datos recientes del INE, afecta al 23,7% de la población, y destaca, por un lado, la alta incidencia del paro de larga duración, que se concreta en más de tres millones de personas y, por otro, la alta precarización laboral, con el resultado de que en 2012 el 12,3% de los trabajadores vivían por debajo del umbral de la pobreza (8.979 euros anuales para ese año).
Así las cosas, según la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social confirmaba, en su informe de enero de 2015, El estado de la pobreza. Seguimiento del indicador de riesgo de pobreza y exclusión social en España 2009-2013, que en este país hay 12.866.431 personas en riesgo de pobreza o exclusión social (27,3%), de las cuales 9,6 millones viven bajo el umbral de la pobreza y 2,8 millones con una falta severa de recursos, uno de cuyos efectos más perversos es su deslizamiento hacia el sinhogarismo.
Las vidas de las personas sin hogar son el resultado de un complejo enlace de experiencias negativas, fracasos, pérdida de derechos y problemas que les introduce en el túnel de la exclusión social más extrema. Se calcula que en España hay del orden de 30.000 personas, entre varones y mujeres, en esta situación, de las cuales unas 6.500 viven literalmente en la calle. Para entender esta problemática humana y social deben considerarse factores estructurales (situación laboral, política de vivienda, tendencias en inmigración, políticas sociales, políticas de atención en salud mental, efectos de la crisis económica etc.), factores relacionales (fragilización, conflictos y rupturas familiares, pérdida de redes sociales de apoyo), factores individuales (raza, nacionalidad, género, edad, salud física y mental, alcoholismo, consumo de drogas, tipo de personalidad, etc.) y factores culturales (individualismo, insolidaridad, racismo, estigmatización). De tal modo, que el sinhogarismo se conforma como una realidad multidimensional vinculada a los procesos de exclusión social que afectan a los grupos sociales más vulnerables (parados adultos de larga duración, familias desahuciadas, inmigrantes, jóvenes sin empleo, enfermos mentales, separados/divorciados, mujeres maltratadas, consumidores de sustancias psicoactivas, etc.).
CONDICIONES DE FRAGILIDAD
Entre estas personas cabe diferenciar entre los viejos, los nuevos y los novísimos sin hogar (vinculados a los efectos de la crisis económica), que se sitúan en el marco de un continuo de condiciones de fragilización social que van cambiando en función de los cambios sociales generales.
Si el perfil tradicional del sin hogar obedecía al de un varón de mediana edad proveniente de un entorno familiar desfavorecido, soltero, con baja capacitación laboral y con escaso nivel educativo, a partir de los años noventa del siglo XX se van incorporando mujeres, jóvenes, familias completas, etc.
CADA VEZ MÁS JÓVENES
Los novísimos sin hogar, asociados a la crisis, son personas cada vez más jóvenes, muchas de ellas procedentes de centros de menores; familias golpeadas por la crisis (españolas e inmigrantes), en su mayor parte desestructuradas; inmigrantes (en los últimos años sudamericanos) que al perder sus empleos han visto complicarse sus circunstancias vitales (según informaciones actualizadas al año 2013, la tasa de riesgo de pobreza y exclusión social asciende entre los extranjeros procedentes de la Unión Europea al 38,9% y al 60,3% entre los del resto del mundo). También se advierten nuevos casos de personas mayores sin familia, que se ven en la necesidad de acudir a los dispositivos residenciales dispuestos para personas sin hogar a la espera de acceder a plazas públicas en centros de la tercera edad. Finalmente, es también una realidad reciente la revitalización de la figura del transeúnte, visualizado como un individuo que se desplaza de un lugar a otro con un modus vivendi de mera supervivencia.
Entre los nuevos ‘sin hogar’ hay familias golpeadas por la crisis
El 27,3% de la población está en riesgo de pobreza
Las circunstancias adversas por las que se atraviesa desde hace más de un lustro están incorporando a la exclusión social más extrema a sectores específicos de la población, de tal forma que si no se produce un cambio de tendencia, en el sentido de que se apueste por un modelo de sociedad que incorpore un sentido profundo de lo comunitario y del bien común, el futuro se presenta incierto y lleno de sufrimiento para buena parte de nuestros conciudadanos.