Accede sin límites desde 55 €/año

Suscríbete  o  Inicia sesión

Mucha prudencia y límites claros al evaluar a distancia

Comparte
Pertenece a la revista
Mayo 2021 / 91

Ilustración
Andrea Bosch

Las universidades no pueden fiarlo todo siempre y solo a un examen en línea: este no asegura la adquisición de competencias.

L a pandemia ha supuesto, también en el ámbito universitario, la impartición a distancia de actividades docentes, metodologías y sistemas de evaluación. Sin duda, aunque la mayoría de universidades vuelva a la presencialidad cuando regrese la normalidad, hemos aprendido mucho en los últimos meses sobre las posibilidades de la modalidad a distancia, lo que puede modificar la actividad universitaria. Algunas universidades, sobre todo privadas, estaban (y están) focalizadas en la modalidad no presencial. Esto, en sí mismo, requeriría otro artículo. Hoy me centraré en la evaluación en línea como norma.

La evaluación en el ámbito universitario debe basarse en si el estudiante ha adquirido competencias, y no tanto contenidos, según el Real Decreto 1393/2007. Esta premisa aleja las actividades formativas y las metodologías docentes de la clase magistral (exclusivamente), para incorporar trabajos (individuales o en grupo), estudio de casos, debates, seminarios, búsqueda de información u otras actividades. Supone también descartar la evaluación exclusiva a través de un examen, que no permite evaluar algunas competencias transversales y específicas en cada asignatura. 

En mi opinión, ello no invalida que, en la mayoría de casos, deba mantenerse una prueba de estas características, porque es necesario asegurar que cada estudiante adquiere las competencias y los conocimientos requeridos, siempre con un control claro de que el estudiante ha realizado las pruebas sin la ayuda de terceros. Esta seguridad se pierde en la mayoría de casos si el examen no es presencial.

Los hechos lo demuestran. Los resultados obtenidos en la evaluación realizada en los dos/tres semestres en que se ha generalizado la evaluación a distancia arrojan, en promedio, una subida sustancial del porcentaje de aprobados de las mismas asignaturas en una evaluación prepandemia. La evaluación a distancia ha perjudicado a aquellos estudiantes que han seguido de forma estricta la metodología propuesta, sin hacer trampa. Han bajado posiciones en la clasificación de notas respecto del grupo, y se han visto perjudicados si se han introducido mecanismos como no poder retroceder a preguntas ya contestadas (justamente para evitar la copia).

Hace falta un control claro de que las pruebas se realizan sin ayuda externa

Las limitaciones al seguimiento de la realización de pruebas de evaluación con las pantallas abiertas por parte del profesorado con la idea de proteger la privacidad del estudiante, así como sin controlar el entorno donde se realizaba la prueba, es probable que haya facilitado la copia o la realización efectiva de pruebas por personas que no eran los estudiantes.

Tampoco es un buen indicador la diferencia significativa que en muchos casos se ha producido entre la parte tipo test y la prueba abierta de un mismo estudiante en una misma asignatura y prueba.

Sí, había que resolver la situación excepcional de pandemia modelando y adaptando las pruebas a la imposibilidad de la presencialidad. Es de agradecer el esfuerzo y la dedicación del profesorado para minimizar los costes de la situación. Y cuando vuelva la normalidad se volverá a las pruebas presenciales.

En mi opinión, el principal problema radica en las universidades que, por defecto y de forma exclusiva, solo realizan exámenes a distancia. Algunas universidades lo defienden. Señalan que se puede controlar la identidad y la realización de pruebas sin ayuda externa mediante aplicaciones. Tal vez esto pueda defenderse sobre el papel, pero permítanme dudarlo. En la práctica diaria, para todas las asignaturas, para todos los estudiantes, y por el personal técnico que se requeriría para hacer un buen seguimiento de cada prueba/estudiante/asignatura, en mi opinión, no es aconsejable este sistema, y habría que evitarlo. La experiencia de estos meses lo demuestra. Nos jugamos la credibilidad del propio sistema universitario.