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Normalizar los salarios

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Mayo 2017 / 47

Moderación: En el futuro, cualquier incremento en la retribución de los trabajadores debe tener en cuenta la situación particular de cada empresa y sector

Tras años de duros ajustes ha llegado el momento de normalizar los salarios. El último en reconocerlo fue el ministro de Economia, Luis de Guindos. En una reciente entrevista, el ministro certificó el fin de la necesidad de ajustes salariales para salir de la crisis. Sin embargo, al mismo tiempo el ministro advierte de los riesgos que un crecimiento excesivo e indiscriminado de los salarios podría tener sobre la creación del empleo. Entonces, ¿cuáles son las pautas para una senda adecuada de los salarios?

Como punto de partida conviene recordar que los ajustes salariales han ejercido un papel importante en la recuperación. No sólo permitieron una mejora notable en la competitividad de nuestras empresas, sino que también contribuyeron a la intensa creación de empleo experimentada en los últimos años. Sin embargo, la crisis del empleo aún no está superada. Seguimos lejos de los niveles de antes de la crisis y tenemos la segunda tasa de desempleo más alta de Europa, superior al 18%. En este contexto, la moderación salarial sigue siendo una necesidad.

En segundo lugar, y quizá lo más importante, España tiene que evitar los errores del pasado. En el futuro, las subidas salariales deberán ser diferenciadas teniendo en cuenta la situación particular de cada empresa y sector. Una de las principales causas de la pérdida de competividad en el período previo a la crisis fueron las subidas generalizadas en los salarios, indexados automáticamente a la inflación y con escasa relación con la evolución de la productividad a nivel de las empresas. Si a esta práctica le añadimos que en dicho período sufrimos una inflación superior a la media europea, es fácil entender los efectos negativos sobre nuestra competitividad en un mundo cada vez más globalizado. 

En el futuro, las subidas salariales deben tener en cuenta la situación particular de cada empresa y sector. Así, por ejemplo, para las empresas que siguen en pérdidas los convenios colectivos no deberían imponer aumentos en el poder adquisitivo de los trabajadores. Para el resto de las empresas sí puede haber margen de mejora siempre y cuando haya mejoras en la productividad, pero incluso para estas empresas seguirá siendo aconsejable la moderación salarial para estimular la demanda de trabajo.


LA REFERENCIA DEL LPC EUROPEO

La renovación del pacto sobre los salarios entre los sindicatos y la patronal, pendiente desde hace meses, sobre la base de estos dos principios ofrecería la mejor garantía para una senda adecuada de los salarios. Además, los interlocutores sociales harían bien en recuperar la fórmula para la revisión de los salarios que pactaron en 2012. Aquel acuerdo ligaba la revisión de los salarios a la evolución del IPC en el resto de la zona euro para evitar una posible pérdida de competividad debido a un repunte en la inflación en España.

La renovación del pacto salarial sería sin duda una buena noticia y prueba de que la negociación colectiva sigue gozando de buena salud. Sin embargo, la normalización de los salarios no sería completa sin algunos cambios en la reforma laboral de 2012 y sin la inclusión de medidas para mitigar el aumento en la desigualdad y la pobreza laboral.

La reforma laboral de 2010 modernizó el sistema de negociación colectiva al dar mayor relevancia a la negociación a nivel de empresa, pero también causó un desequilibrio en el proceso de negociación salarial dotando de excesivo poder en dicho proceso a las empresas. El ejemplo más claro lo constituye la reforma del artículo 41 del Estatuto de los Trabajadores, que permite cambios unilaterales en el nivel de los salarios. Es posible que durante la crisis, este mecanismo haya permitido el rápido ajuste de salarios en muchas empresas, pero ha llegado el momento de  suprimirlo o limitarlo. En cambio, se debería mantener la prioridad aplicativa de los convenios de empresa. Éstos se adaptan mejor a las necesidades de las empresas que los convenios sectoriales y para evitar abusos sólo es preciso hacer cumplir la legislación actual.

Sería buena noticia la renovación del pacto patronal-sindicatos

Se debería mantener la prioridad de los convenios de empresa

Por último, es importante tener en cuenta que tanto la desigualdad salarial como la pobreza laboral han alcanzado cotas insostenibles. Algunos culpan exclusivamente la reforma laboral, pero un análisis cuidadoso de los datos revela que la desigualdad salarial empezó a crecer mucho antes de 2012 debido a la fuerte reducción en las condiciones laborales de los contratos temporales. Estos contratos se han precarizado hasta límites insospechados a través de reducciones de horas, de su duración, e incluso de su remuneración. Por tanto, la dualidad de nuestro mercado laboral y no la reforma laboral es el principal problema. Sin voluntad de adoptar medidas para erradicar la dualidad, normalizar los salarios es una mera quimera, que ni con una mejora de la reforma laboral, ni con subidas en el salario mínimo seremos capaces de solucionar.    

* Fundación de Estudios de Economía Aplicada