Obama desvela su plan
EE UU: El presidente ha presentado un programa para reducir las emisiones de CO₂ cuando se produce la electricidad. El ‘lobby’ del carbón le ha dado la espalda
GESTO DE DESPEDIDA: Barack Obama quiere dejar huella en materia ambiental FOTO: THE WHITE HOUSE
El cambio climático ya no es un problema para las generaciones siguientes”. Mientras California era pasto de las llamas el pasado verano, víctima de la sequía, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, presentaba un plan de acción para hacer entrar de lleno a su país, segundo mayor contaminante del planeta, en la lucha contra el calentamiento global. La ambición del programa es, cierto, limitada, pero tampoco tiene precedente.
El presidente estadounidense no dispone de mayoría en la Cámara de Representantes, que corresponde a los republicanos, ferozmente en contra de toda medida de avance en la protección medioambiental. Obama no puede, así, hacer aplicar leyes sobre este asunto. Dispone, sin embargo, de poderes regulatorios importantes a través de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, en sus siglas en inglés), además de los medios que le confiere para poder intervenir la llamada Clean Air Act de 1990.
Esta última ley no fue concebida inicialmente para combatir el cambio climático, sino el smog y las lluvias ácidas. Sin embargo, en 2007, a partir de la denuncia interpuesta por diversos estados de la Unión que siguió a una normativa sobre emisiones de automóviles, el Tribunal Supremo del país consideró que el CO₂ formaba parte de los contaminantes atmosféricos cubiertos por la Clean Air Act. Así que el presidente demócrata plantea obligar a los estados federados a reducir las emisiones de CO₂ generadas por la producción de electricidad, que representan el 37% de las emisiones de CO₂ del país, sobre la base de dicha ley. En EE UU, el 67% de la electricidad se produce a partir de energías fósiles (el 39% del carbón).
RECORTE DEL 32 32% EN 2030
En un horizonte a quince años vista, en 2030, todos los estados deberán haber reducido en un 32% las emisiones de sus centrales en comparación con el nivel de 2005, con etapas graduales (una reducción del 17% en 2020 y otra de entre el 26% y el 28% en 2025). Además, los gobiernos de los estados van a tener que invertir para hacer que la producción de electricidad de origen renovable suba del 13% actual (incluida la hidráulica, dato de 2014) al 28% en 2030.
Este plan no busca favorecer el cambio del carbón al gas de esquisto o shale gas. Las centrales de gas emiten menos CO₂ que las de carbón, pero la extracción de este gas no convencional provoca importantes de metano a la atmósfera, un gas de efecto invernadero aún más nefasto que el propio CO₂.
GUERRILLA JUDICIAL
Para limitar el rechazo provocado por el plan, la Administración de Obama lo plantea de modo muy flexible: cada estado podrá elegir libremente con qué medios y por qué vías va a lograr alcanzar los objetivos que se le fijan. Si lo desean, podrán entenderse entre sí para crear mercados de derechos contaminantes. Los estados deben, en teoría, someter a la Agencia de Protección Ambiental (EPA) su proyecto de transición a partir de septiembre de 2016, pero podrán disponer de dos años suplementarios, y la verificación de que los objetivos se han cumplido no va a iniciarse antes de 2022. Por otra parte, se propone un incentivo financiero federal para los que se comprometan en proyectos de eficacia energética antes de esa fecha.
Estas facilidades no eliminarán la dura oposición del potente lobby del carbón y sus tentáculos políticos. Veamos el ejemplo de Wyoming, que produce el 89% de la electricidad gracias al carbón que abunda en su territorio. Los diputados elegidos, todos ellos republicanos, muestran su rechazo total al proyecto. Como es habitual en EE UU, este rechazo debería traducirse en una guerrilla judicial que corre el riesgo de durar varios años antes de que la cuestión la acabe zanjando la Corte Suprema.
Por otra parte, la puesta en marcha efectiva del este plan dependerá en buena parte de la voluntad política de quien suceda a Barack Obama, y no está muy clara, aunque a quien le toque pueda resultarle complicado dar un vuelco total a las medidas ahora anunciadas. A pocas semanas de la Conferencia de París, el gesto del presidente de Estados Unidos es significativo. Pero habrá que esperar antes de saber si de veras marca un giro en la política federal norteamericana en la lucha contra el cambio climático.
PARA SABER MÁS
Plan de acción de Obama en la web de la Casa Blanca
www.whitehouse.gov/climate-change
Presentación del plan por parte de la Agencia de Protección Ambiental
www2.epa.gov/cleanpowerplan