Pecado 3 // Más desigualdad
Hoy nadie parece librarse de la tendencia desigualitaria del capitalismo. Responsable: la superioridad del rendimiento del capital.
ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR
Imaginemos un desfile de una sociedad cuyos individuos serían tanto más altos cuanto mayor fuera su riqueza. En Estados Unidos, explica el economista Niall Kishtainy en su último libro, ese desfile estaría compuesto por un ejército de enanos representando a los trabajadores pobres y, tras ellos, algunos gigantes de varios kilómetros de altura cuya cabeza llegaría a las nubes. Por desgracia, la imagen sería muy parecida en todas partes.
RETORNO ESPECTACULAR
Tras haber retrocedido desde la década de 1920 hasta finales de los Treinta Gloriosos (1945-1975), las desigualdades han aumentado, espectacularmente en China y Rusia tras su transición del comunismo al capitalismo, más moderadamente en Europa occidental, donde los daños son limitados en comparación con Estados Unidos. Pero no por ello el crecimiento europeo deja de ser desigualitario. “En la práctica totalidad de los países de los que hay datos disponibles se observa un aumento del porcentaje de la renta nacional captada por el 10% de los ciudadanos más ricos”, resumen los investigadores Thomas Blanchet, Lucas Chancel y Amory Gethin, autores de un reciente estudio sobre el modelo social europeo. Nadie parece hoy librarse de esa propensión a la desigualdad del capitalismo que contradice la teoría del economista Simon Kuznets de que, tras una primera fase de aumento, las desigualdades en un país tendrían una tendencia natural a disminuir conforme aumentara su desarrollo.
Las desigualdades han aumentado en China y Rusia
El valor del capital crece más deprisa que el resto de la economía
Por más que las desigualdades de renta entre Estados se hayan reducido a partir de 1980 debido al fuerte crecimiento asiático, una cosa es innegable: desde esa fecha, el 1% de la población más rica ha captado el doble de riqueza que el 50% de los menos ricos (respectivamente, el 27% y el 12%). Es un reparto simbolizado por la famosa curva del elefante de Branko Milanovi, que ilustra el menor crecimiento de la renta de las clases medias y populares mundiales respecto a los hogares de los países pobres y emergentes y, sobre todo, respecto a los más ricos de los países ricos.
DINÁMICA AUTOALIMENTADA
La explicación de esta progresión continua de las desigualdades nos la suministra el economista Thomas Piketty, y se debe a la superioridad del rendimiento del capital (lo que este proporciona en dividendos, intereses, etcétera) sobre el crecimiento de otros ingresos. “Ello implica automáticamente que los patrimonios surgidos del pasado se recapitalizan más deprisa que el ritmo de progresión de la producción y los ingresos”, señala en su libro El capital en el siglo XXI. Es decir, el valor del capital aumenta más deprisa que el resto de la economía. Aun cuando las rentas del trabajo están desigualmente repartidas, las del capital lo están más debido a ese efecto de bola de nieve.
En esas circunstancias, la dinámica desigualitaria del capitalismo parece inexorable. Pero la buena noticia es que la fuerte disparidad del grado de desigualdad de un país a otro nos enseña que “las instituciones y las políticas públicas desempeñan un papel en su evolución”, como insiste el primer informe sobre las desigualdades mundiales. Instaurar una fiscalidad más progresiva, mejorar la oferta de servicios públicos y acentuar la lucha contra los paraísos fiscales son instrumentos que permiten evitar la concentración de la riqueza en manos de unos pocos. Si el capitalismo es la causa principal de las desigualdades, las finanzas contribuyen a ello con su opacidad.
27%
Es el porcentaje de la riqueza captada por el 1% de los más ricos desde 1980, es decir, dos veces más que la captada por la mitad de la población menos rica