Por una economía al servicio de la sociedad
DIANA GARCÍA LÓPEZ, Cambridge CSEP / Rethinking Economics, Y ADRIÀ PORTA CABALLÉ,
Post-Crash Society Essex / Rethinking Economics
Estudiantes de todo el mundo se unen para exigir a las universidades una enseñanza más plural y abierta a las distintas corrientes de pensamiento.
Los estudiantes piden cambios en los planes de estudios. FOTO: EDU BAYER
Cada vez hay más jóvenes que deciden estudiar economía alentados por un deseo genuino de entender qué ha pasado desde la caída de Lehman Brothers en 2008: por qué familias enteras son desahuciadas de las casas en las que habían vivido toda su vida, por qué nuestros amigos y familiares pasan a engrosar las filas del paro o, en el mejor de los casos, encuentran trabajos precarios y a tiempo parcial. Así, cada vez somos más los estudiantes de economía conscientes de ser una generación marcada fundamentalmente por la crisis.
Sin embargo, pronto nos damos cuenta de que las mismas preocupaciones sociales que nos habían animado a estudiar economía no tienen lugar en una carrera que presenta exclusivamente una escuela de pensamiento y donde cualquier tipo de debate crítico ha sido erradicado sistemáticamente de las aulas. Cursar la carrera de economía se ha convertido hoy en aprobar unos exámenes tipo test en los que las matemáticas no dejan ningún espacio a la reflexión. Quedan muy lejos aquellos tratados de Adam Smith, Marx o Keynes, cuyas lecturas prematuras nos habían hecho amar a muchos de nosotros la disciplina que hoy estudiamos.
Indudablemente, es este desajuste entre nuestras expectativas iniciales y la realidad lo que nos ha impulsado a organizarnos. Cada vez más estudiantes críticos con el plan de estudios actual se reúnen después de clase para reclamar un cambio fundamental en la forma cómo se enseña la economía. Por una parte, estos grupos buscan la autoformación: mediante grupos de lectura, debates o ponencias, tratan de encontrar aquellas escuelas de pensamiento económico de las que no oímos hablar siquiera en la carrera. Por otro lado, conscientes de lo insostenible de esta situación, proponemos un cambio fundamental en el plan de estudios.
A menudo basta con la iniciativa de muy pocos para empezar a cambiar las cosas. Por ejemplo, en la Universidad de Manchester, el primer día solo teníamos una idea, un nombre y cinco pares de manos; poco después, una lista de propuestas a las autoridades académicas y una sala abarrotada en nuestro debate inaugural entre tres profesores de fuera y el propio decano.
Lo que ha marcado el último año ha sido la toma de conciencia colectiva de la extensión de estos problemas y la rápida coordinación de los distintos grupos a escala nacional e internacional. En la London School of Economics hace un año tuvo lugar la conferencia fundacional de Rethinking Economics, red de asociaciones de Inglaterra que pronto saltó a Nueva York y otros lugares.
TRASPASAR FRONTERAS
Era hora de traspasar las fronteras y adquirir fuerza y visibilidad uniéndonos. En enero, por fin, tuvimos nuestra primera reunión. Una a una, voces de acentos diversos y caras invisibles fueron compartiendo sus vivencias desde Alemania, Dinamarca, Francia, Canadá, Escocia… Eran clavadas: los planes de estudios de Económicas de todo el mundo estaban cortados por el mismo patrón. Fue como escudriñar la niebla y descubrir al lado no otra barca con el mismo rumbo, ni dos, ni tres, sino una flota entera. Acababa de nacer ISIPE, la International Student Initiative for Pluralism in Economics, con el objetivo inicial de redactar conjuntamente una carta abierta a modo de manifiesto global que fuera publicada simultáneamente por periódicos de decenas de países. Un día, mientras amanecía en Munich, Aarhus, París y Cambridge, y era noche cerrada en Montréal y Nueva York, tras semanas no siempre fáciles y varias noches sin dormir, acabamos de redactar, coma a coma, la carta. El 5 de mayo fue publicada y el festín duró dos semanas: Le Devoir, Frankfurter Allgemeine, Le Monde, Politiken, La Vanguardia, The New Yorker, la BBC, el Financial Times…
Somos conscientes de que el verdadero trabajo continúa a escala local, día a día, y de que el cambio es difícil y a veces imperceptiblemente lento. Pero ya está sucediendo. Por ejemplo, los franceses de PEPS-Économie (herederos en cierto modo de las movilizaciones de la década anterior) no solo han analizado todos los planes de estudios de económicas de Francia, sino que han diseñado uno alternativo que va a desarrollarse como piloto en París, y sus demandas han llevado a la formación de una comisión ministerial que ha acabado por darles la razón. En Alemania hay decenas de grupos locales conectados eficazmente en la red Netzwerk Plurale Oekonomie. En Chile, las movilizaciones estudiantiles de los últimos años por una educación pública accesible de calidad han forzado a las autoridades a sentarse a la mesa y negociar con los estudiantes de Económicas un nuevo plan de estudios. En Manchester, la facultad se ha negado a convertir en oficial una asignatura sobre crisis y burbujas que un joven profesor ha estado impartiendo gratuitamente durante el curso pasado. En Cambridge hemos hecho una encuesta a los estudiantes cuyos resultados legitiman las propuestas que estamos haciendo.
La segunda conferencia de Rethinking Economics en Londres reunió en junio a estudiantes, profesores y ciudadanos interesados en lo que sucede dentro y fuera de las aulas, y en septiembre tendrá lugar la primera conferencia de Rethinking en Nueva York. Los miembros de ISIPE nos reuniremos en Tubingen a finales de septiembre para discutir los siguientes pasos.
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