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Qué difícil es ser heterodoxo

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Septiembre 2014 / 17

Economista del CADTM Bélgica y miembro del Consejo Científico de ATTAC

Los críticos tienen menos margen para investigar, enseñar y publicar, ya que dependen cada vez más de bancos y empresas.

DESAPRENDER La economía... ¿trata de entender la realidad o de justificar ciertas políticas? FOTOGRAFÍA: ANDREA BOSCH

Conforme la presente recesión se evidenciaba como tal, parecía que se abrirían las ventanas para permitir al fin ventilar las cerradas aulas de la economía. Hasta ese momento la ortodoxia imperante cantaba sus proezas, y se permitía afirmaciones como la del Nobel Robert Lucas al presagiar en 2003 que “el problema central de la prevención de depresiones ha sido, de hecho, resuelto en todos sus aspectos para muchas décadas”. En cierto modo no se equivocó, pues el problema central para las próximas décadas ya no es prever depresiones, sino estimar cuándo saldremos de ellas.

Cuando un paradigma evidencia sus limitaciones, lo normal es que otros lo reemplacen. El conocimiento requiere de un debate constante y por ello resulta esencial que el alumnado conozca otros enfoques y desarrolle un espíritu crítico. Nada de esto sucede en economía. Pese a haber quedado en evidencia, los modelos de matriz neoclásica aún colman los libros de texto en detrimento de una marginada variedad de visiones heterodoxas. No todo es inmovilismo, se evidencian disensos desde el postautismo francés o el reciente llamamiento internacional de estudiantes de economía. En España cabe destacar las Jornadas de Economía Crítica, cuya XIV edición se celebra del 4 al 6 de septiembre en Valladolid.

Un elemento clave para explicar la falta de pluralismo académico reside en el difícil acceso de la economía crítica para enseñar, investigar y publicar. Ante unos recursos públicos siempre en disposición de ser menores, la financiación depende cada vez más de recursos privados, a menudo ligados a grandes empresas y bancos. Estos tienden a dirigir sus recursos hacia aquellas áreas más cercanas a sus intereses, lo cual margina a otras por criterios extraacadémicos.

La publicación de artículos especializados resulta crucial para el profesorado universitario, o quien aspire a serlo, pues de ello depende en buena medida su valoración académica y estatus laboral. Dicha valoración va en función de lo relevantes que se consideren las revistas donde publiquen, lo cual se mide por el índice de impacto. Este consiste en estimar la cantidad de veces que han sido citados artículos de una revista durante un período de tiempo. Los índices más importantes son JCR (Journal of Citation Reports) y Scopus, ambos pertenecientes a grandes transnacionales: Thomson Reuters y Elsevier, respectivamente. Claro que existen alternativas públicas, también en España. Como bien señalara la profesora Concha Mateos, ninguna de ellas recibe dinero de las publicaciones que estudia, evalúa o cataloga, ni de los interesados en consultar sus resultados, pese a lo cual son menospreciadas.

Las revistas económicas mejor valoradas son de marcada orientación ortodoxa. Además, el abanico temático de estas es acotado, lo cual supone una dificultad añadida en áreas como la economía ecológica o la de género. Pero los obstáculos para la economía crítica comienzan desde la propia evaluación. En dicho proceso, dos evaluadores independientes entre sí decidirán si el documento es digno de salir a la luz. El problema no es el método en sí, sino que ante un entorno tan monocorde suelen primar criterios ligados a postulados dominantes, con una exagerada preferencia por el aparato matemático como valor en sí mismo.

Los problemas para los críticos nacen ya desde su propia evaluación

Las revistas ortodoxas no hablan de economía de género ni ecológica

El añorado David Anisi, en su discurso de inauguración del curso académico de 2006 en la Universidad de Salamanca reflexionaba sobre la pretensión de ciencia de la economía. El problema, decía, es que muchos de esos creadores de modelos difícilmente reconocen que detrás de ellos hay determinadas visiones e ideologías. Pero precisamente no podemos explicar la preeminencia de la escuela neoclásica por criterios académicos, sino políticos derivados de su proximidad con el poder establecido. Por eso mismo se pretenden asépticos pero, como planteara el profesor en otra ocasión, ¿quién ofrece autoridad, dinero o respetabilidad a cambio de ese trabajo? En esas seguimos.