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Termómetros ya alterados en Europa

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Noviembre 2018 / 63

Numerosas ciudades europeas han alcanzado temperaturas sensiblemente más elevadas que las registradas el siglo XX, según muestra una investigación en la que ha participado ‘Alternatives Economiques’. El calentamiento global ha llegado.

Las ciudades queman. En lo que va de siglo XXI, la temperatura media anual en Granada se ha situado 1,6 ºC por encima de la media anual que se registraba en esta localidad en el siglo XX. En Córdoba y Málaga, la  media ha aumentado al menos 1,5 ºC. Y el termómetro no solo ha enloquecido en Andalucía. Ocurre en toda Europa. En Bucarest, capital de Rumanía, la subida ha sido de 1,4 ºC. Lo mismo ha sucedido en la localidad sueca de Helsingborg y en la danesa Odense. Aviñón es la ciudad de Francia que arroja un mayor incremento, de 1,2 ºC, y la temperatura media también ha experimentado aumentos importantes en Lyon, Marsella y París. [En Madrid, el incremento ha sido de 1,3 ºC; en Valencia, de 1 ºC, y en Barcelona, de 0,7 ºC].

La comparación de la temperatura media es solo una de las maneras de comprender el fenómeno del calentamiento global. Otro modo de  hacerlo consiste en contar el número de días del año que en un lugar puedan considerarse o muy calurosos o muy fríos. Por ejemplo, en Split, segunda ciudad de Croacia, durante el siglo pasado únicamente sucedía una vez al año —es decir, un día al año— que la temperatura media alcanzara los 27 ºC. Pero esta circunstancia ha pasado a producirse 14 días al año en lo que va de siglo XXI. Y a la inversa. La cantidad de días fríos ha reculado en la mayor parte de las urbes europeas. Por ejemplo en Riga. En la capital letona, el número de días en que la temperatura media era inferior a -1 ºC ha caído de 75 al año (siglo XX) a 57. En París, los días al año en que se ha vivido una ola de calor por encima de los 23 grados ha escalado de 5,1 a 8,8.

Estas cifras constan en la investigación Europa, un grado más caliente (Europe, One Degree Warmer) llevada a cabo por el consorcio de periodistas European Data Journalism Network (EDJNet), del que forma parte Alternatives Economiques y que agrupa a una veintena de medios de comunicación europeos. EDJNet ha estudiado la evolución de las temperaturas desde 1900 en 520 ciudades europeas, y ha analizado más de 100 millones de datos metereológicos del European Centre for Medium-Range Weather Forecasts (ECMWF) (1).


EL IMPACTO DE SUPERAR EL LISTÓN

En diciembre de 2015, los 195 miembros de la Convención-marco de Naciones Unidas sobre el Cambio  Climático que se reunieron para cerrar el acuerdo de París se propusieron como objetivo “limitar la subida de las temperaturas a 1,5 ºC con relación a los niveles de la era preindustrial”. Es cierto que este acuerdo es planetario, y no local: el límite tiene en cuenta el calentamiento de los océanos y de todas las regiones del mundo, incluidos el Polo Norte y el Polo Sur. Sin embargo, la investigación realizada por EDJNet muestra que este listón fijado en París ya ha sido superado en numerosas ciudades europeas. El trabajo alerta además sobre la urgencia de repensar la vida que se desarrolla en los centros urbanos.

La mortalidad en Madrid sube si la temperatura media pasa de 21ºC

A partir de los 22ºC, a los alumnos les cuesta concentrarse en clase

París impulsa “islas de frescura urbanas” contra el calentamiento

El alza de las temperaturas tiene múltiples consecuencias tanto para la población como para el medio ambiente. La ola de calor que se produjo en el año 2003 causó 70.000 muertes adicionales en 16 países de Europa occidental, entre los que resultaron especialmente castigados Luxemburgo, España y Francia. Los estudios efectuados demuestran que el impacto del calor en la mortalidad afecta por igual a los países del norte de Europa y a los países del sur (2). La mortalidad aumenta en Madrid a partir del momento en el que la temperatura cotidiana media supera los 21 ºC, mientras que para que ocurra lo mismo en Estocolmo basta con que se alcancen los 19 ºC.

Por otra parte, los investigadores han probado que la capacidad de concentración de los alumnos en clase corre el riesgo de verse alterada cuando la temperatura supera los 22 ºC (3). Y en la mayoría de ciudades analizadas en el estudio de EDJNet , el número de días de colegio en el que se supera el listón ha aumentado en el último siglo. 


EFECTO EN LAS INFRAESTRUCTURAS

El calor tiene, además, impacto sobre las infraestructuras: por encima de los 25 ºC, el asfalto puede ablandarse, lo que obliga a cerrar determinadas carreteras, y las vías de tren corren el riesgo de volverse inestables. De hecho, esta fue la causa de que descarrilara el metro de Washington en el año 2012.

La subida de las temperaturas tiene, por otra parte, impacto sobre la contaminación, y sobre nuestra salud: cuando aprieta el calor se acrecienta la formación de ozono y la concentración de micropartículas (PM10).

Ante todas estas consecuencias, los científicos llaman a poner en marcha políticas llamadas “de adaptación”. Se trata de la segunda pata de la lucha contra el cambio climático. La primera aborda las llamadas medidas “de atenuación”, que consisten en limitar las emisiones de gas de efecto invernadero en tanto que principales responsables del calentamiento. En el marco de la investigación llevada a cabo por EDJNet, se envió un cuestionario a una decena de entes locales para poder comparar y evaluar sus políticas de adaptación. Las respuestas son muy distintas según las ciudades.


POLÍTICAS “DE ADAPTACIÓN”

París ha desempeñado un papel precursor en esta materia. A finales del año 2015, la capital francesa adoptó una “estrategia de adaptación” que comporta 30 objetivos concretados en 35 acciones distintas. “En concreto, París se ve particulamente afectada por el fenómeno de las islas de calor urbana”, explica Celia Blauel, adjunta a la alcaldía de París para cuestiones medioambientales. Definir e identificar “islas de frescura urbanas” es una de las actuaciones en las que consiste la política “de adaptación” de la ciudad. Y pueden consultarse vía una aplicación digital en cartografía. Hay cerca de 800. Como ejemplo de estas iniciativas, Blauel cita la sustitución del asfalto del patio de recreo por un material de revestimiento permeable al algua de lluvia y por espacios con plantas. Fuera del periodo escolar, estos patios se abren al público para ofrecer un espacio de frescura. Tres patios Oasis se han puesto en servicio en esta última rentrée escolar. Y la ciudad se ha fijado como objetivo contar con entre 40 y 45 en verano del año próximo.

ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR

“Muchas ciudades han realizado mapas de sus islas de calor ubanas para identificar los lugares problemáticos, como se ha hecho en Toulouse y Lyon”, señala Elsa Richard, investigadora en Auxilia, una firma que asesora a corporaciones locales. “Se han iniciado numerosas obras relacionadas con la apertura de espacios verdes, fuentes y espejos de agua [que reflejan lo que haya dentro de un estanque, por ejemplo, o las plantas y árboles junto a él], en lugares como Nantes, Orléans y Angers. Sin embargo, es  necesario aportar otra clase de respuestas, en especial para luchar contra la impermeabilización de los suelos. La gran dificultad reside en lograr que las políticas de adaptación se mantengan políticamente vivas a escala local”, añade Richard.

Algunas ciudades no se han tomado el tiempo de responder al cuestionario que les ha enviado el consorcio de periodistas EDJNet. O se han limitado a ofrecer respuestas orales, incluso en el caso de ciudades donde ha tenido lugar un aumento importante de temperaturas, como Aviñón. “La única cosa que hacemos, en las escuelas, es la creación de refugios en la sombra, la instalación de ventiladores y de pulverizadores de agua”, según indica la dirección de comunicación de esta última localidad.El de Aviñón es un caso típico, según reflexiona Elsa Richard. “Los cambios de prácticas vinculados al calentamiento global no son los más fáciles de llevar a cabo en las ciudades donde el calor ya forma parte de su vida y costumbres”.

Por su parte, el doctorando de la Universidad París-Este Pascale Bosboeuf, que trabaja en las políticas locales sobre el tema, corrobora que “la adaptación es el pariente pobre de las políticas sobre el clima, porque la política de adaptación no tiene objetivos cuantificables en la legislación, al contrario de lo que sucede con las políticas de atenuación, que van dirigidas a cumplir con los objetivos de reducción de las emisiones de CO2 a la atmósfera”.

El único elemento de obligado cumplimiento que existe en Francia es una disposición de la ley de Transición Energética del año 2015, que impone a las instituciones intermunicipales de más de 20.000 habitantes que realicen un diagnóstico sobre la vulnerabilidad de su territorio y que incluyan un dosier de políticas “de adaptación” en su plan territorial sobre clima, aire y energía. Sin embargo, según un informe reciente publicado por el World Wild Fund (WWF), el 77% de los entes concernidos no estarán en disposición de respetar la fecha límite del 31 de diciembre de 2018 en la que deberían haber aprobado uno de esos planes. 

Las ciudades no suelen practicar políticas “de adaptación”

Las zonas costeras y montañosas suelen estar más concienciadas

La ola de calor reveló que el problema afecta también a las ciudades

“La adaptación supone invertir para actuar sobre efectos que se producirán en un plazo de tiempo difícil de predecir”, explica Pascale Bosboeuf. De ahí la ausencia de interés por parte de los ayuntamientos pendientes de sus votantes. Por lo que respecta a la población, “ante un reto de alcance mundial, nunca piensan que pueden ser los más expuestos. Se tranquilizan a sí mismos diciéndose que esto no es Bangladesh”, añade la investigadora. 

Hasta hace poco tiempo, la subida de las temperaturas era algo poco tangible, salvo en las zonas costeras y en las zonas de montaña, que son los territorios más avanzados en materia de adaptación.  Sin embargo, el verano de 2018, marcado por las olas de calor, revela la problemática del calor en las ciudades. “La cuestión es saber qué capacidad de anticipación pueden tener un individuo y una corporación local”, subraya Elsa Richard.  La movilización ciudadana por el clima aporta tal vez el principio de una respuesta.

 

PARA SABER MÁS

1.Para consultar, en la que se pueden realizar búsquedas por ciudades: https://onedegree-site.herokuapp.com

2. “Changes in the Effect of Heat on Mortality in the Last 20 Years in Nine European Cities. Results from the PHASE project”. International Journal of Environmental Research and Public Health. Diciembre de 2015.

3.“Temperature and Human Capital in the Short and Long Run”. Journal of Association of Environmental and Resource Economists, enero 2018.