¿Trabajar menos para trabajar mejor?
En España falta un impulso decidido legal y convencional a la semana de cuatro horas, pese al plan piloto de Industria y la Comunidad Valenciana.
Las dos coordenadas vertebrales sobre las que se ha construido el contrato de trabajo han sido el tiempo y el lugar. El módulo tiempo de trabajo acota la prestación de servicios debida y sirve como unidad de pago y cotización, no en vano la fijación de la jornada máxima diaria y semanal constituyen hitos simbólicos en la lucha de los derechos de las personas trabajadoras.
Dentro de las variables mencionadas, los conceptos clásicos (y rígidos) de tiempo y lugar se han venido desdibujando gracias a (o por culpa de) la tecnología. Junto con la flexibilización de los parámetros laborales básicos, los avances técnicos prometían la liberación de las jornadas extenuantes y de las tareas más físicas, duras, repetitivas y/o peligrosas sin menoscabo de la productividad alcanzada, es más, mejorando dicho dato.
El cumplimiento de dicha promesa supondría minorar la jornada laboral diaria y/o semanal sin disminuir el salario pagado y sin tampoco perjudicar la productividad, en tanto los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) muestran que más horas de trabajo no se traducen en mayor productividad: hay países que trabajan menos y son más productivos.
En España es posible una distribución irregular de la jornada mientras no se rebasen las 40 horas semanales.
La opción de trabajar menos horas por una retribución proporcionalmente menor está recogida ya en el existente contrato a tiempo parcial, en sus modalidades horizontal (trabajar menos horas al día) o vertical (trabajar menos días a la semana, al mes o al año). También resulta posible en nuestro ordenamiento laboral una distribución irregular de la jornada, siempre y cuando no se rebasen los límites máximos de descanso entre jornadas, semanal y el máximo de 40 horas semanales en cómputo anual, más las 80 horas extraordinarias anuales en su caso.
Sin el éxito esperado.
En España se han puesto en marcha proyectos piloto híbridos en alguna empresa para implantar una jornada semanal de cuatro días con rebaja salarial inferior a la reducción del tiempo de trabajo realizada, aun cuando no parece haber tenido el éxito esperado en el número de solicitudes.
A nivel institucional, el Ministerio de Industria ha pretendido lanzar un ensayo de semana de cuatro días laborales en 150 empresas con un presupuesto de 10 millones de euros con el objetivo de testar a nivel interno si esta jornada reducida sin análoga minoración salarial permitiría mantener (o incluso mejorar) la productividad en España. En principio, parece ir dirigido a pequeñas y medianas empresas industriales españolas y prevé ayudas directas temporales por los costes asumidos por la empresa a resultas de la reducción de la jornada.
La Comunidad Valenciana ha anunciado una ayuda a las empresas asentadas en su territorio que apliquen una reducción de la semana laboral a 32 horas, pero sigue faltando un decidido impulso a nivel legal y/o convencional en tal sentido.