Trabajo // The Office: El infierno está en la oficina
The Office es una comedia de la televisión británica que, a modo de falso documental, se introduce en la ficticia oficina de una empresa papelera para mostrar el ambiente laboral de sus trabajadores. La oficina gira en torno a la figura de su patético y políticamente incorrecto jefe David Brent y muestra de forma divertida (también irritante para muchos telespectadores y para la crítica cuando se emitió por primera vez) el día a día de un centro de trabajo. Un lugar en el que la jerarquía no siempre se establece en función de la competencia y capacidades de sus empleados y en el que el mundo de la organización empresarial ha incorporado numerosos mecanismos (actividades de formación, reuniones, formas de comunicación, etc.) que no todos entienden o consideran útiles.
Según desveló uno de sus creadores y actor principal, Ricky Gervais, para crearla se basó en su propia experiencia. El humorista trabajó en una empresa similar durante ocho años. "De ahí lo saqué todo. Era gerente de nivel medio. Iba a seminarios de formación y durante dos días escuchaba a los ponentes decir tonterías... Recuerdo pensar: 'Esto es ridículo”.
Patetismo a mansalva
Que levante la mano quien alguna vez haya sentido algo similar en su trabajo ante algunas de las tendencias cool en management: coaching, monitoring, networking, borderless organization, mentoring, talent magnet, hybrid talent ecosystem, digital leader… Y todo ello entre toda la cantidad de meetings, workshops, checkings, casual days o bussiness plans.
Con la serie se podría montar un MBA sobre cómo no debe funcionar una empresa competente y socialmente responsable
Tras el éxito, la serie cruzó el charco y, con la coproducción ejecutiva del propio Ricky Gervais, se realizó una adaptación ambientada en una pequeña empresa americana de material de oficina. Una vez vista la versión original británica, los primeros capítulos cuesta disfrutarlos. Los personajes, los enredos y los gags son prácticamente los mismos y aparece el fantasma del fracaso de la relectura hollywoodiense de tantas películas europeas. Sin embargo, a medida que la serie crece y las tramas varían y se estiran hasta llegar a las nueve temporadas, acabas aceptando que Steve Carrell, protagonista de la versión estadounidense, puede llegar a ser tan tiernamente ridículo o tan divertidamente patético como el propio Gervais.
Con ambas series se podría montar sin dificultad todo un MBA y aprender numerosos elementos y principios de organización empresarial (departamentalización, estilos de dirección, comunicación empresarial, organización formal e informal, etc.). O al menos se podrían estudiar numerosos ejemplos sobre cómo no debería ser el funcionamiento de una compañía competente y socialmente responsable.