Una relación marcada por la incertidumbre
POLÍTICA EXTERIOR. Las dudas planean sobre el futuro de los vínculos de la gran potencia con la UE y España
Son Estados Unidos y España aliados? Ser aliado implica reciprocidad, un cierto grado de obligaciones mutuas, de intereses compartidos y de responsabilidades compartidas, al menos en teoría. Sin ser excesivamente rigurosos, y teniendo en cuenta la asimetría estructural en la relación de cualquier país con una potencia como EE UU, España forma parte de la lista de aliados de los norteamericanos. Lo es desde hace décadas, con una relación más o menos fluida e intensa según la época y los vaivenes de la historia. España es su socio, pero ¿como tantos otros?
El presidente que abandonará la Casa Blanca a principios de 2017 dejará una relación normalizada con Madrid. Ese es el análisis que se hizo tras la esperada visita in extremis de Barack Obama a España en julio de 2016*.
Mucho antes, con George W. Bush en un lado de la orilla y José Luis Rodríguez Zapatero en la otra, la relación era fría. Pero la elección de Obama pareció despejar el camino hacia la rectificación de esa situación, y las relaciones mejoraron, sobre todo en el ámbito comercial y de inversiones dentro de un marco de compromiso de Estados Unidos por apoyar la recuperación económica mundial y particularmente en Europa. Pero fue la pata de la defensa la que, al mismo tiempo, se iría erigiendo como insignia de la relación entre ambos países. Asuntos de interés común como el despliegue del sistema antimisiles aliado en Rota, Morón y sus marines, la situación en Afganistán, los acontecimientos en el Sahel y los retos de seguridad en África y en el Mediterráneo, la lucha contra el autodenominado Estado Islámico y contra el terrorismo internacional, además de cuestiones relacionadas con la cooperación industrial, formaban parte de esta importante área.
No obstante todos estos avances, la sensación en la parte española de que EE UU no llegaba a reconocer completamente la contribución y los sacrificios de España en el ámbito de la seguridad y la defensa y que, además, el vínculo político y diplomático no reflejaba con claridad la creciente intensidad de los intercambios económicos y de otra índole, se agudizaba. Se esperaba un reconocimiento que se materializara con una visita del presidente de Estados Unidos a España. Pero ésta no llegaba. No obstante, España a veces olvidaba que EE UU tampoco ocupaba uno de los primeros puestos en sus prioridades de política exterior.
RETIRADA DE IRAK
Se achacaba la ausencia de España en la agenda de Obama al todavía desencanto que generó la retirada prematura de Irak, y también a la más reciente y paulatina pérdida de la influencia diplomática de España en el mundo. Pero era una interpretación no del todo acertada. Tenía que ver más con las prioridades de la propia presidencia de EE UU y por el hecho de que su aproximación a España se hace principalmente a través del canal de la UE y de la OTAN.
Obama ha sido tildado de ser un presidente menos europeo que sus antecesores, y hechos como el pivote de Estados Unidos hacia Asia-Pacífico y el escándalo de las escuchas de la Agencia de Seguridad Nacional dañaron la relación transatlántica. Que Europa haya estado algo apartada de la agenda norteamericana hizo que España también lo estuviera en parte.
Por tanto, con un nuevo presidente en la Casa Blanca, el futuro de las relaciones de España con EE UU seguirá dependiendo en buena medida del futuro interés estadounidense por Europa y viceversa. Y éstas se presentan inciertas.
La defensa se ha convertido en insignia de los lazos bilaterales
EE UU no ha sido una prioridad de la política exterior española
Washington se acerca a Madrid a través de la UE y la OTAN
En EE UU crece el desencanto por la globalización, por las alianzas permanentes y la oposición al libre comercio. Es algo que va en detrimento de la OTAN y de la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (conocida por sus siglas en inglés, TTIP), por la que el Gobierno español ha apostado fuerte y cuyas negociaciones van más allá del comercio y las inversiones para buscar sentar unas nuevas y sólidas bases en la relación. Europa, por su parte, está tocada por la desafección ciudadana por las instituciones europeas y por la salida del país más atlantista y liberal del grupo, el Reino Unido.
Si la incertidumbre planea en las relaciones transatlánticas, para España también. Lo cual no debe impedir que ésta busque los canales adecuados para una relación bilateral más intensa que satisfaga el potencial que tiene y no se conforme con ser un socio más de la lista.
* Barack Obama tuvo que acortar su viaje debido al asesinato de cinco agentes de policía en Dallas. El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, visitó oficialmente Washington en enero de 2014 y se reunió en la Casa Blanca con el primer mandatario norteamericano.