Cultura // Librerías rebeldes
A pesar de la crisis y del auge de las ventas por Internet, surgen cada vez más espacios que fomentan un sentimiento de comunidad a través de los libros.
Las librerías rebeldes son librerías autogestionadas, basadas en la cooperación y estrechamente ligadas a colectivos y movimientos sociales, en los que conviven libros, personas e ideas, donde se celebran debates y exposiciones y se reúnen grupos de trabajo. Son librerías y mucho más. En los últimos años, coincidiendo con la crisis económica y el crecimiento de la venta por Internet, han proliferado en muchos rincones del país iniciativas independientes que tratan de mantener viva la experiencia de comprar libros al modo tradicional. Los lectores y las lectoras conscientes son sus mejores cómplices.
“Abrimos por crisis” fue el eslogan de apertura en 2010 de la librería La Pantera Rossa, de Zaragoza. “Hemos pasado de la crisis económica, producto de la especulación financiera e inmobiliaria, a la crisis actual sanitaria y socioambiental”, explica Chabier Nogueras, socio de la librería. “Paradójicamente, esto nos hace recordar nuestros orígenes y nos vuelve más comprometidas con nuestro entorno y nuestros principios de favorecer el pensamiento crítico, la autoorganización, la autonomía social y la cultura popular y comunitaria”.
La Pantera Rosa forma parte del Mercado Social de Aragón, plataforma cooperativa en la que participan diferentes entidades de la economía social y solidaria. “Entendemos que la economía es crucial para cambiar el mundo. Es una herramienta ineludible, y en coherencia con los principios transformadores que defendemos, nuestro modelo y nuestra gestión económica tienen que formar parte de la economía social y solidaria”, apunta Nogueras. Además de vender libros, la librería es sede social de movimientos como el Colectivo Antimilitarista Mambrú, el Grupo de Estudios Metropolitanos A Zofra, la Asociación Ilumina Senegal y la Asociación Libre de Abogados y Abogadas de Zaragoza.
Pequeñas editoriales
En estas librerías se pueden encontrar títulos poco accesibles en los canales convencionales, publicados por pequeñas editoriales. Son libros diferentes, libros que alteran la intuición. Son también espacios que fomentan la educación y el desarrollo ciudadano. Porque no es lo mismo leer la biografía de Belén Esteban que la de Virginia Woolf. Y porque tampoco es lo mismo dedicar el poco tiempo de ocio que tenemos a leer un reportaje de Hola! que a leer un reportaje de la Revista5w, especializada en información internacional, o un artículo de la revista medioambiental Climática.
La librería La Vorágine nace en abril de 2013 de la necesidad de que en la ciudad de Santander hubiera un espacio de encuentro en torno a determinados temas. “Trabajar el feminismo, los temas antirracistas, la decolonialidad y el anticapitalismo son básicamente las patas que nos movilizan a hacer la programación propia y también la programación que nos ofrecen desde fuera, que tiene que tener alguna de esas patas o, al menos, no vulnerarlas”, cuenta Carmen Alquegui, socia de La Vorágine. “Nos orientamos hacia los libros que a nosotros nos interesan, que creemos que van en la línea de la filosofía del espacio y que posibilitan un pensamiento crítico y una capacidad transformadora”.
Un acto en la librería La Pantera Rossa, de Zaragoza. Foto: La Pantera Rossa
“La ausencia de espacios de cultura crítica es un síntoma de nuestra propia sociedad, de nuestra incapacidad de autoorganización para crear nuestros propios proyectos vitales”, apunta Nogueras. “También es cierto que el embrutecimiento del trabajo, la prisa, el aislamiento social y la cultura individualista no contribuyen en nada a favorecer esos espacios”.
Malas cifras
Según datos extraídos del informe Comercio interior del libro en España, elaborado por la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), la facturación del sector del libro alcanzó los 2.420 millones de euros en el año 2019, frente a los 3.185 millones de 2008, el 24% menos. Son cifras que ponen de relieve que el sector sigue sin recuperarse de la crisis de 2007-2008. Los mismos informes recogen una fuerte caída en el número de trabajadores: de 15.742 empleados en 2008 a 12.754 en 2019, el 18,9% menos.
Contrasta con estas cifras el crecimiento experimentado por Amazon en España. De facturar 75 millones de euros en 2011, la multinacional estadounidense pasó a ingresar 7.567 millones en 2019. Evidentemente, Amazon no vende solo libros; vende de todo. Según la publicación E-Show Magazine, la compañía se ha consolidado en el primer puesto del comercio electrónico en España, por encima de la plataforma china Aliexpress o El Corte Inglés. Amazon también figura en lo más alto de la clasificación de envío de pedidos en España, con 157 millones de entregas anuales.
24%: Caída en la facturación del sector del libro en España desde 2008
“De Amazon, si fuera una persona religiosa, diría directamente que es el mal”, apunta Nogueras. “Aunque, en realidad, es el espejo donde mirarnos, donde reconocer nuestras contradicciones, nuestras debilidades, nuestras miserias... Es una pesadilla que solo puede ser posible o imposible con la gente. Ya veremos cuando haya más oportunidad de movilización social qué sucede con estos monstruos, con estos gigantes, con este Goliat. Como decimos en la campaña de las librerías críticas: ‘Para amazonas nosotras”.
Muchos ejemplos
Comprar en librerías asociativas y no en Amazon o en La Casa del Libro supone sostener un espacio donde la comunidad es importante, donde no se utiliza el libro únicamente como un bien de consumo, donde el tejido social se cuida y se mantiene. Apoyar estas librerías significa que esos espacios no terminen convirtiéndose en tiendas de suvenires o en cadenas de comida rápida, que las ciudades sigan siendo un lugar que se habita y no solo un lugar de paso.
Estos locales funcionan también como lugar de debate y punto de encuentro para diversos colectivos
Hay ejemplos de este tipo de librerías por todo el territorio español: en Barcelona, La Caníbal y La Ciudad Invisible; en Madrid, Traficantes de Sueños; en Pamplona, Katakrak; en Málaga, La Libre; en Vitoria, ZAPateneo; en Valladolid, La Otra; en Terrassa, Synusia; en Alicante, Farenheit 451; en Cáceres, Psicopompo; y muchas más.
“Cuanto menos lees, más daño te hace lo que lees”, decía Unamuno. Ya que tenemos poco tiempo para leer, hay que intentar no errar el tiro.