Empleo // Trabajar en un clima de respeto e igualdad
Las condiciones laborales de las mujeres en la economía social y solidaria son mejores que en las demás empresas.
Ya desde finales del siglo XX, en diversos estudios se aseguraba que el papel emergente de la mujer en la actividad económica y emprendedora sería una de las fuerzas esenciales que guiarían la economía del siglo XXI. Hoy los datos ponen de manifiesto que aquellas empresas lideradas por mujeres, en su mayoría pymes, tienen tasas más altas de reinversión de la riqueza y de innovación social que las de sus homólogos masculinos, lo que incide de manera positiva en el bienestar y la prosperidad de las comunidades en las que ejercen su actividad.
Un estudio realizado por REAS Red de Redes, Perfil de competencias y necesidades de formación para incrementar y visibilizar el liderazgo de las mujeres, se enfocó a conocer las características de las mujeres que emprenden y trabajan en la economía social y solidaria (ESS), analizando su comportamiento en el mercado laboral. Dentro de este trabajo se realizó una revisión de estudios previos que analizaron las competencias de las mujeres, y se encontraron similitudes y diferencias muy interesantes en el clima de la ESS y la economía convencional.
Aún queda por resolver la falta de mujeres en puestos de liderazgo
Algunas similitudes muestran que las mujeres se perciben a sí mismas como menos capaces de emprender un negocio, recibir apoyo y alcanzar éxito. Esa autopercepción se convierte en una barrera que limita la creación y el crecimiento de empresas. Los hombres consideran en mayor proporción que ellas que tienen más habilidades y capacidades para emprender. El 10,39% de las mujeres eligen sectores de actividad que consideran “sencillos de gestionar", frente al 4,43% de los hombres. Ellas tienen mayores dificultades de acceso a la financiación de sus proyectos o empresas y, además, tienen una capacidad adquisitiva menor.
Muchas diferencias
En el ámbito de la economía convencional, diversos estudios demuestran que la desigualdad en el ámbito profesional existe (en términos de sexo, edad, origen étnico y personas con discapacidad), no solamente en España, sino también en el resto del mundo. Si bien es cierto que a nivel jurídico y en teoría en España estas diferencias son inexistentes (las personas de todas las identidades de género están protegidas), en la práctica esto no sucede así. Las mujeres suelen tener empleos menos valorados, como el trabajo temporal y a tiempo parcial, y la tasa de paro de las mujeres es más elevada que la de los hombres. Los salarios femeninos son menores que los masculinos, dado que los trabajos a los que acceden las mujeres suelen ser menos cualificados. Existen otras razones por las cuales se da esta situación: las mujeres optan por empleos a tiempo parcial, se dedican a los cuidados y suelen tener interrupciones en sus carreras de manera más larga, lo que hace difícil su regreso al mercado laboral. Lo positivo es que en estos últimos años hay una tendencia creciente en la escolaridad de las mujeres y cada vez más se integran en trabajos remunerados y participan en movimientos de transformación profunda dentro de la sociedad.
Mejora continua
En cuanto a las diferencias, la economía social y solidaria se caracteriza por un alto grado de autocrítica y aspiración a la mejora continua. Este es un factor diferenciador con respecto al ámbito empresarial convencional, que persigue fines de crecimiento económico sin revisar (y mucho menos rectificar) los medios para conseguirlos. Sus metas muchas veces se logran con altos costes personales, sociales y medioambientales que la ESS procura evitar.
64% de las trabajadoras de la ESS son mujeres
5,3% Es la brecha salarial entre hombres y mujeres en el sector
Desde hace ya seis años REAS Red de Redes implementó la herramienta de la Auditoría/Balance Social, que sirve para verificar la calidad de las prácticas de las entidades y de la Red de acuerdo con la carta de los seis principios de la ESS: equidad, trabajo, sostenibilidad ambiental, cooperación, ausencia de fines lucrativos y compromiso con el entorno. Algunos de los indicadores que reúne la herramienta permiten evaluar la naturaleza de las condiciones laborales de las personas vinculadas con la ESS, también con perspectiva de género. En la campaña del año 2020 participaron 495 empresas que engloban a 200.000 personas. De estas, 180.000 eran asociadas, cerca de 15.000 trabajadoras y más de 25.000 personas voluntarias. Es una muestra suficientemente representativa para que, basándonos en ella, comprendamos cuáles son las condiciones de trabajo de las mujeres que forman parte de la ESS.
Resultados satisfactorios
Las conclusiones que se sacan a partir de los datos se pueden apoyar sobre la deducción más esperanzadora: las condiciones de trabajo de género femenino en las entidades afiliadas son muy favorables si las comparamos con los datos que reflejan las de la economía hegemónica del Estado español. La economía social y solidaria facilita el trabajo a mujeres en mayoría. El 64% de las trabajadoras son mujeres, mientras que en el Estado español el género femenino supone tan solo el 43,5%. Además, una serie de indicadores refleja que las entidades realizan verdadero esfuerzo para que la ESS cree entornos laborales igualitarios y respetuosos para las mujeres. El 87% de las entidades aplica medidas para mejorar los permisos establecidos por la ley en temas de conciliación laboral-familiar, el 81% usa el lenguaje inclusivo verbal y escrito y el 79% establece espacios de atención emocional y cuidado a las personas trabajadoras con relación a su situación en el entorno laboral.
Encuentro de emprendimiento en la economía social y solidaria. FOTO: REAS Madrid
Aunque con margen de mejora, estos resultados son verdaderamente satisfactorios y, además, muestran una tendencia de mejora en los últimos años. Sin embargo, no todo el trabajo está hecho. Aún quedan por subsanar la brecha salarial entre las mujeres y los hombres (5,3%) y el hecho de que las proporciones de género se vean afectadas cuando se trata de liderazgo y toma de decisiones. Siendo mujeres el 64% de personas trabajadoras, solamente el 55% de las personas que participan en la aprobación de planes estratégicos y el 53% de las personas que ocupan cargos societarios o políticos son de género femenino.
El objetivo de la economía social y solidaria es promover la cooperación y el fomento de proyectos empresariales y asociativos que entienden la economía, el dinero y los mercados como un medio para el desarrollo sostenible de los territorios. De acuerdo con los estudios mencionados, la ESS estará más próxima a alcanzar este objetivo en la medida en que promueva el liderazgo de las mujeres en los proyectos empresariales que impulsa, apoya, promueve y visibiliza.
Por todo lo anterior, el estudio realizado por REAS Red de Redes ayudará a impulsar las competencias de las mujeres que emprenden y trabajan en la ESS para que sea posible alcanzar los objetivos.