Inclusión social // Contra el estigma, vivir en comunidad
El grupo TEB, Casa Cooperativa y Perviure diseñan un proyecto de covivienda que integre a colectivos vulnerables.
Hace un año, un puñado de familias acordó impulsar en Barcelona un proyecto de covivienda singular: no solo se trataba de encontrar un espacio asequible donde vivir en comunidad, ni de hacerlo en un edificio sostenible y saludable, sino que la vivienda se utilizaría como palanca de integración social. Parte de los pisos del edificio que idearon se destinaría a personas refugiadas, sin hogar y a supervivientes de la violencia de género. Pero en el camino de este grupo de familias, constituidas en la asociación Casa Cooperativa, se cruzó el grupo TEB, que trabaja desde hace más de medio siglo para conseguir que las personas con alguna discapacidad intelectual lleven una vida inclusiva. Este grupo cooperativo, que emplea a 900 personas (de las cuales 650 con discapacidad intelectual) llevaba tiempo impulsando precisamente un proyecto de covivienda.
De la mano de Perviure, entidad que impulsa y acompaña proyectos de covivienda, se juntaron el hambre y las ganas de comer. Y así nació Vida Inclusiva, que se reivindica como primera cooperativa de covivienda inclusiva, basada en el modelo de cesión de uso.
A medio camino entre la vivienda y el alquiler, este modelo prevé que la cooperativa construya un edificio sobre un solar público cedido durante 75 años, ampliables a 90. Las personas participantes como socias realizan una aportación inicial, retornable, y, después, pagan cuotas mensuales por debajo del precio de mercado que les dan derecho a residir allí de por vida. Los proyectos disponen de zonas comunitarias.
Un proyecto autónomo
"En Barcelona, la vivienda es muy cara, pero las personas con discapacidad intelecual que trabajan en la ciudad no pueden marcharse a otra localidad. No pueden desplazarse por su cuenta y, además, les cuesta más adaptarse a entornos nuevos", explica Pepa Muñoz, directora de Comunicación y Promoción Cooperativa de TEB. El grupo quiere desarrollar un proyecto autónomo en el que las personas que allí habiten hayan apostado por experimentar este modelo de convivencia, sin encontrárselo, por lo que rechaza que otros proyectos le cedan varios pisos como "cuota de inclusión".
Ninguna de las seis familias de Casa Cooperativa vive de cerca la problemática de la discapacidad intelectual. "Nos sorprende que pueda sorprender nuestra implicación. Supongo que es un reflejo de nuestra sociedad, donde solo te vuelves consciente de las cosas si te tocan de lleno", reflexiona Marc Conangle, uno de sus miembros, que se abrirá a otros participantes con la misma filosofía e inquietud social. Además de combatir estigmas, para Conangle, la gracia del modelo es que es "replicable" a otros colectivos.
1/3 de las viviendas serán para personas con discapacidad intelectual
"Por desconocimiento, hay vecinos que temen el conflicto o creen que su vivienda perderá valor si en su edificio viven personas en riesgo de exclusión", señala Muñoz al respecto. Por su propia experiencia —TEB tiene hogares-residencia, además de ofrecer servicios de apoyo a la autonomía de personas con discapacidad que viven en su casa— sabe que la convivencia es más positiva.
"No vamos de salvadores. Será un aprendizaje mutuo. Todos tenemos discapacidades, reconocidas o no", enfatiza Conangle.
La precariedad está muy extendida entre las personas con discapacidad intelectual. Difícilmente puede acceder a la covivienda e incluso a alquileres sociales. Por ello, TEB se hará cargo de la aportación inicial —unos 25.000 euros— de las personas residentes con discapacidad, que sí pagarán con su salario las cuotas mensuales y que supondrán un tercio del total (30 viviendas).
La promoción quiere financiarse en parte con banca ética y cooperativa, así como con títulos de deuda (los Compromisos TEB). Por ahora, les falta un solar.