No tiene por qué ser malo
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Catedrático de Economía Financiera de la Universidad Complutense de Madrid
El instrumento del banco malo se ha utilizado en diversos países occidentales desde hace tiempo para resolver los problemas bancarios derivados de las pérdidas de valor en las carteras crediticias y de inversión materializadas en sus respectivos sectores inmobiliarios, y a raíz de las crisis de éstos. El objetivo primordial es separar esos activos inmobiliarios tóxicos de la actividad ordinaria de los bancos para evitar que perjudiquen su finalidad principal de intermediación financiera y de provisión de crédito a la economía real.
En unos casos, como en EE UU durante la Gran Depresión, sirvió para adquirir a los bancos las hipotecas de las familias en riesgo de desahucio y constituyó el antecedente de la posibilidad de dación en pago de las viviendas hipotecadas, ya en 1938. En otros, como en Suecia y Francia a principios de los años noventa del pasado siglo, para sanear, reestructurar y...
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