“Reinventemos las leyes antimonopolio” // Gilles Babinet
Entrevista: Gilles Babinet cree que el momento álgido de Facebook ya ha pasado, pero no augura una pérdida masiva de usuarios de la red social.
El fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, multiplica los mea culpa ante la opinión pública, el Congreso de los Estados Unidos y el Parlamento Europeo. Ha prometido medidas para mantener segura la confidencialidad de los datos y también para controlar mejor la publicidad y los mensajes políticos sobre su red social. Pero el escándalo de Cambridge Analytica abre interrogantes sobre el poder de los llamados GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon) y su regulación.
Entrevista a Gilles Babinet: |
El emprendedor Gilles Babinet es el embajador digital de Francia ante la Comisión Europea. Lo que Bruselas denomina “campeón digital”. Su tarea consiste en promover la digitalización en el país. En esta entrevista, Babinet estima que deben inventarse nuevas políticas para los gigantes tecnológicos.
El caso Cambridge Analytica, que provocó la campaña #deletefacebook, ¿puede asestar un golpe mortal a esta red social?
El escándalo Cambridge Analytica destapó que los datos privados de millones de usuarios podían ser utilizados para violar la ley sobre la publicidad política; en ese caso concreto, para incitar a estas personas a votar por Donald Trump. Cuando creó Facebook en 2004, poco podía pensar Mark Zuckerberg que la influencia de Facebook sobre las elecciones americanas o sobre el referéndum que condujo al brexit se acabaría convirtiendo en un problema mayor. Pero el problema va más allá. Sobre la mesa están la adicción a las redes sociales y el fenómeno de las burbujas sociales, que hacen que la gente se encierre en sus opiniones. Hemos descubierto el poder de los algoritmos. Los fundadores de Facebook han aprendido andando. No se han mostrado lo bastante vigilantes y su apetito de beneficios parece haberse impuesto sobre cualquier otro tema en su agenda. Pero no creo que los usuarios vayan a abandonar Facebook de forma masiva, porque hace falta una elevada conciencia política para tomar este tipo de decisión.
Hay exdirectivos de Facebook que han calificado de monstruosa la red social.
Hace medio año, nadie hablaba de Facebook. Hoy, han soltado los perros. Evitemos las posturas maniqueas y recordemos que esta red social también ha permitido cosas formidables, sobre todo para personas que no poseen el capital social de los más privilegiados. Pero es un hecho que el poder de Facebook ha desbordado a quienes la concibieron. En EE UU, hay estudios que demuestran que el nivel de depresión entre los menores de 21 años ha aumentado un 60% en seis años, en esencia a causa de las redes sociales. El 20% de los jóvenes americanos pasan en ellas más de 12 horas al día.
En EE UU, la Federal Trade Commission (Comisión Federal de Comercio) ha abierto una investigación a Facebook para comprobar si ha respetado las leyes antimonopolio. ¿Qué consecuencias podría tener para la empresa?
Donald Trump ha designado nuevos responsables en el seno de la esta comisión, y también de la autoridad independiente de EE UU encargada de regular las telecomunicaciones, la FCC: son conservadores más bien contrarios a la economía digital. El nuevo presidente de la FTC tiene Facebook en el punto de mira. También es un partidario del fin de la neutralidad de la Red [la neutralidad de la red implica que todos los contenidos en línea sean tratados de la misma manera, de modo que un proveedor de acceso a Internet no pueda exigir que los contenidos de los operadores que paguen más caro para que sus contenidos estén mejor colocados de forma más deprisa], y la FCC votó a favor del fin de la neutralidad de la red el pasado 14 de diciembre. Su argumento, que servicios como Netflix y Youtube, que consumen al menos un 30% del ancho de banda, deben pagar más que los otros actores.
Es probable que Facebook haya conocido su cénit. La cifra de usuarios en EE UU ya no aumenta. Y el modelo está transformándose de una plataforma conversacional a una plataforma transaccional —es decir, a redes sociales de pago—. No significa que Facebook vaya a morir, pero el tiempo de las victorias fáciles y cómodas probablemente ya es pasado. Sin embargo, los gigantes digitales tienen una capacidad de concentración de capital nunca vista antes.
Facebook tiene más de 2.000 millones de usuarios activos en el mundo. FOTO: 123RF
Estos gigantes han ganado terreno y han aplastado cualquier competencia. ¿Es demasiado tarde para frenarlos?
En su libro De cero a uno, el emprendedor americano Peter Thiel, cofundador de PayPal, explica muy bien que el objetivo es recrear oligopolios, léase monopolios. Es también lo que hace Amazon. Reventó los costes de distribución y domina el mercado. Esta prima que se lleva el vencedor ya se ha expresado en el caso de Facebook, que ha comparado Instagram o WhatsApp. En cuanto la empresa repara en un servicio interesante, lo adquiere o replica. Aplasta así toda competencia.
Sin embargo, en 1914, las leyes antimonopolio forzaron al imperio Rockefeller a escindirse en 34 sociedades…
No se puede aplicar como modelo el desmantelamiento de la Standard Oil. Se puede tener un 5% del mercado en 30 años, y no estar en una posición de monopolio nacional en el sentido clásico del término, y, sin embargo, no dejar de estar en situación de dominación. Lo que cuenta es la suma de todas las partes de mercado. Es esta suma la que hace que te conviertas en mayor que los demás y la que te permite mejorar sin cesar la calidad del algoritmo. Ya no estamos en un modelo fordista con empresas estables y trabajadores que pagan cargas sociales. Los gigantes digitales mantienen relaciones comerciales con los trabajadores y, además, depositan sus beneficos en paraísos fiscales. Hay que reinventar una doctrina antitrust. Los reguladores tienen tendencia a correr detrás de los nuevos actores. Y los dirigentes políticos de todo el mundo tienden a no abordar el desafío.
¿Qué consecuencias tiene para los gigantes digitales el nuevo reglamento general sobre la protección de datos de la UE?
El reglamento está pensado para garantizar los datos personales de los europeos. Va en la buena dirección y trascenderá a Europa. Todas las empresas digitales del mundo van a adoptar por defecto este sistema, porque no van a diseñar una experiencia de usuario para los europeos y otra para el resto del mundo. Pero sobre todo es una ley sobre las libertades individuales. No hay que verla como una ley obligatoria para controlar el modelo económico de las tecnológicas.
¿Hay que atacar por la vía de la fiscalidad?
Margrethe Vestager no ataca Google porque no pague bastantes impuestos. Denuncia un comportamiento global. Para la comisaria, estos gigantes debilitan la competencia y también la democracia. Debemos ir más allá de la fiscalidad e interesarnos por las externalidades [el impacto] medioambientales y sociales que provocan estas empresas. Es posible medirlas y hacerles pagar el precio.
¿Cómo crear una doctrina económica?
Hay que reconstruir la doctrina sobre el valor añadido, articularla alrededor de los datos y su naturaleza. También hay que inventar una fiscalidad sobre los beneficios que se suman en todo en el mundo, y repartirlos en función de la actividad real. Hay que impedir que las empresas utilicen artificios como las licencias de marca para desviar beneficios de una filial y transferirlos a paraísos fiscales. Nos falta un marco teórico y la confrontación será dura. Acabará surgiendo. Finalmente, lo que sería interesante sería redistribuir la ganancia en productividad que libera lo digital en el marco de una economía de proximidad. Es factible: las tecnologías son muy abiertas, y la gente se mueve. Nada es inmutable.