Una fuga que genera pobreza
Impuestos: La rebaja fiscal a la gran empresa, relacionada con el aumento de la desigualdad.
Imagen de la City de Londres. FOTO: IRSTONE /123RF
La revelación por parte de la Comisión Europea de que la multinacional informática Apple sólo tributó el 0,005% de sus beneficios europeos en 2014 —es decir, sólo pagó 50 euros por cada millón de los beneficios que obtuvo— indica hasta qué niveles ha caído la carrera descendente en la reducción de los impuestos en la Unión Europea (UE). Esa competición entre los gobiernos europeos para ofrecer las mejores ventajas fiscales posibles a las empresas y a las personas con más ingresos, iniciada en la década de1980 y favorecida por la Comisión Europea, empobrece a los Estados y los priva de los recursos necesarios para impulsar el crecimiento económico y para financiar adecuadamente la inversión pública, la educación, la sanidad y la protección social.
Las críticas públicas formuladas por la ex comisaria de Competencia Neelie Kroes contra la decisión del Ejecutivo comunitario de reclamar a Apple el pago de los 13.000 millones de euros en impuestos escamoteados gracias a los acuerdos privilegiados con el Gobierno de Irlanda, muestra hasta qué punto esta ideología neoliberal impregna el establishment europeo. Kroes fue incluso directora de la firma Mint Holdings en el paraíso fiscal de Bahamas mientras era miembro del Ejecutivo comunitario, según ha revelado el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ).
Sólo la determinación y el coraje político inusual de la actual comisaria de Competencia, la danesa Margrethe Vestager, está permitiendo actuar con cuentagotas frente al escándalo que supone la gran evasión fiscal legal que existe en la UE, que beneficia a las grandes empresas, al sector financiero y a la élite socioeconómica, a costa de los trabajadores, los parados, los pequeños autónomos y las pequeñas empresas.
El tipo oficial del impuesto sobre sociedades ha bajado en más de 20 puntos en la UE desde 1981, según la OCDE. En muchos casos, como España, el tipo efectivo que pagan las grandes empresas sobre sus beneficios se limita al 5% o menos, gracias a numerosas deducciones e ingeniería contable sobre patentes, cánones, préstamos y plusvalías. Los tipos máximos del impuesto sobre la renta en Europa occidental también han bajado unos 30 puntos desde finales de los años setenta. En España, el tipo máximo del impuesto sobre la renta ha bajado del 65,5% en 1978 al 45% actual, 20 puntos.
SIN IMPACTO
Los gobiernos y la Comisión Europea han promovido las rebajas fiscales con el argumento de que favorecen el crecimiento. Pero un estudio del Servicio de Investigaciones del Congreso norteamericano concluyó en 2012 que las reducciones fiscales en renta y sociedades no habían tenido impacto en el crecimiento económico. El informe Impuestos y economía. Un análisis económico de los tipos impositivos máximos desde 1945 señala que “no hay correlación entre las rebajas de impuestos y el crecimiento de la inversión, el ahorro y la productividad”. Por el contrario, sí aparece una correlación entre la reducción fiscal y el crecimiento de la desigualdad y la concentración de riqueza. Otro estudio del Congreso norteamericano de 2014, Tipos impositivos y crecimiento económico, señala que la alegación de que el coste de la reducción fiscal se verá compensada por sus efectos económicos positivos “no está justificada por las pruebas empíricas”. El mismo informe indica que los datos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial “no apoyan una clara relación entre impuestos más bajos y mayor crecimiento económico; en todo caso sugieren lo contrario”.
Las decisiones de la Comisión Europea contra el escamoteo tributario de Apple, Starbucks y Fiat y las que prepara Vestager contra Amazon, McDonald’s y GDF Suez son sólo la minúscula punta de un iceberg inmenso de elusión fiscal. Las filtraciones de LuxLeaks de 2014 sacaron a la luz los acuerdos de Luxemburgo con más de 350 multinacionales para reducirles su tributación a un mínimo testimonial, al mismo tiempo que privaba a los demás gobiernos europeos (sus socios y aliados) de la recaudación que les correspondía. Entre las compañías que se beneficiaron de esos privilegios fiscales figuran: Apple, Amazon, Coca-Cola, Pepsi, Heinz, Walt Disney, E-ON, GlaxoSmithKline, Vodafone, Deutsche Bank. Commerzbank, Unicredit, AB Amro y Axa.
Luxemburgo no es un caso aislado. Holanda, Irlanda, Bélgica, Gran Bretaña, Malta y Chipre han creado artificios contables y tributarios para facilitar que las empresas eludan legalmente sus impuestos. Holanda cuenta con más de 10.000 empresas que se benefician de su paraíso fiscal de Entidades de Propósito Especial (SPE). Entre las compañías españolas que operan a través del esquema fiscal holandés figuran: Telefónica, Repsol, Endesa, Red Eléctrica, Iberdrola, Unión Fenosa, Abertis y Ferrovial.
PARAÍSOS FISCALES
Los papeles de Panamá sitúan a Gran Bretaña en el centro de la evasión fiscal internacional: tiene bajo su tutela los principales paraísos fiscales mundiales (Gibraltar, las islas de Man, Guernsey y Jersey, las islas Vírgenes, Bermudas, Cayman y otros 11 territorios británicos) y más de la mitad de las sociedades pantalla filtradas del bufete de Mossack Fonseca están registradas en territorios bajo tutela británica. La economía de Gran Bretaña y la City londinense dependen en gran medida de las transacciones financieras procedentes de los paraísos fiscales, como destacan Leonard Seabrooke y Duncan Wigan, profesores de la Copenhagen Business School y del Norwegian Institute of International Affairs. La City de Londres también se ha convertido en el centro mundial del blanqueo del crimen organizado con “cientos de miles de millones anuales”, según ha reconocido David Little, jefe de la unidad contra el blanqueo de la National Crime Agency (NCA) británica.
Los ‘papeles de Panamá’ sitúan a Gran Bretaña en el centro de la evasión
Las medidas adoptadas por la UE son más cosméticas que efectivas
España también tiene su sistema de paraíso fiscal a través de las Empresas de Tenencia de Valores Extranjeros (ETVE), que exime del pago de impuestos por los beneficios obtenidos en las inversiones extranjeras, por el reparto de dividendos y por las plusvalías. Además, permite a esas sociedades instrumentales recibir ayudas públicas y obtener rebajas fiscales en España por las pérdidas declaradas. Entre las multinacionales que se benefician del opaco sistema español figuran ExxonMobile, American Express, Hewlett Packard, General Mill, Eli Lilly y Foot Locker. Las empresas del Ibex-35 español disponen asimismo de más de 800 filiales en paraísos fiscales.
A pesar de que los acuerdos secretos fiscales de Luxemburgo con las multinacionales se formalizaron cuando Jean-Claude Juncker era primer ministro y ministro de Finanzas del país, Juncker sigue al frente de la Comisión Europea, sin que los Veintiocho ni el Parlamento Europeo se hayan atrevido a cuestionar que ese pasado de promotor de la evasión fiscal no es el adecuado para presidir el Ejecutivo comunitario en este momento de “crisis existencial de la UE”.
Juncker, como ministro de Finanzas desde 1989 y desde 1995 también como primer ministro, fue quien más se opuso, junto a Bélgica y Austria, a crear una norma europea sobre la fiscalidad del ahorro tras la liberalización de los movimientos de capitales de 1988. Al final se adoptó una directiva de mínimos en 2003, cuando Luxemburgo quedó aislado y le fue insostenible mantener su veto por más tiempo.
Edificio de Vodafone en Barcelona, situado en el distrito 22 @ de Barcelona. FOTO: JORDI/123R |
La normativa entró en vigor en 2005, pero como sólo afectaba a las cuentas bancarias personales fue sorteada fácilmente transfiriendo los fondos a una sociedad pantalla, un trust o una fundación, o transformando los depósitos en seguros u otras formas de inversión. La reforma para subsanar esos agujeros también chocó con las maniobras dilatorias de Luxemburgo y no se adoptó hasta diciembre de 2014, cuando Juncker ya presidía la Comisión Europea.
Las medidas legislativas adoptadas por la UE tras las filtraciones de evasión fiscal son más cosméticas que efectivas y tendrán un efecto limitado, porque mantienen la mayoría de los instrumentos para reducir artificialmente los impuestos con cambios cosméticos, según denuncian Tax Research y Oxfam.
Los acuerdos secretos de los gobiernos con las empresas deberán comunicarse a los demás países de la UE a partir de 2017, pero no serán públicos. Los informes de relaciones económicas entre las filiales son estudiadamente incompletos y seguirán permitiendo a las corporaciones eludir impuestos, critican las organizaciones que luchan por una justicia tributaria. La efectividad del sistema de intercambio de información que la UE plantea ahora como panacea tampoco funciona frente a las sociedades pantalla, que operan con testaferros y un entramado de sociedades fantasma interpuestas basadas en territorios offshore —fuera de la jurisdicción del país de su propietario—, como han mostrado los papeles de Panamá.