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Europa // Primeras lecciones para la Unión

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Pertenece a la revista
Mayo 2020 / 80

Fotografía
Xavi Ariza

Origen
Fotomovimiento

La falta de política industrial y los recortes en sanidad pública pasan factura a la UE, donde cada país ha actuado por su lado.

La pandemia del coronavirus ha obligado a muchos países de la Unión Europea a paralizar la economía para frenar los contagios por temor al colapso de su sistema sanitario y ha condenado a millones de familias al paro y a una sustancial pérdida de ingresos. Dos meses después de la generalización de la epidemia en la UE pueden extraerse ya algunas lecciones. La primera y fundamental es que un sólido sistema de sanidad pública es indispensable para preservar la prosperidad. 

El 'Estado pequeño' de Thatcher queda atrás después de esta crisis

La covid-19 evidencia que incluso un virus con efectos leves para el 80% de los contagiados daña gravemente la economía. Pero en los últimos 30 años los países de la UE han recortado y privatizado su sanidad con la bendición de una Comisión Europea dominada por la ideología neoliberal. Los países con más fallecidos por el virus —España, Italia y Francia— han reducido drásticamente sus camas hospitalarias desde 1990. Su número en Francia pasó de 580.000 en 1990 a 400.000 en 2017 (último año disponible en Eurostat). En Italia bajó de 410.000 a 192.500 y en España, de 166.000 a 138.500. Alemania, con un confinamiento más light y un porcentaje muy inferior de fallecidos, tiene una sanidad mejor dotada: dispone de 800 camas hospitalarias por cada 100.000 habitantes, frente a las 598 de Francia, las 318 de Italia y las 297 de España, según Eurostat. El gasto público anual alemán en sanidad es de 4.459 euros por habitante, mientras que la cifra baja a 3.883 euros en Francia, 2.522 euros en Italia y 2.221 euros en España.

 

La excepción sueca

El temor al colapso sanitario impulsó a España, Francia e Italia a un estricto confinamiento, mientras que Suecia, en el otro extremo, optó por reforzar su capacidad sanitaria y mantener la vida más normal, con escuelas, bares y restaurantes abiertos. Pese a ello, Suecia registraba el 20 de abril un número porcentualmente inferior de fallecidos: 154 por cada millón de habitantes, frente a los 444 de España, los 400 de Italia y los 302 de Francia. 

La escasez de material de protección para el personal sanitario en la UE, con su corolario de más de 30.600 contagiados solo en España, es otra consecuencia del desmantelamiento de la sanidad pública.La alta mortalidad en las residencias de la tercera edad y el abandono a su suerte por parte de las autoridades nacionales en numerosos países europeos es otra secuela de la política de privatización, externalización y desatención de los servicios sociales. Las residencias se han convertido en lucrativos negocios para fondos de inversión y grupos empresariales ligados al poder, basados en la precariedad y los bajos salarios.

Un estudio de la London School of Economics y el International Long Term Care Policy Network del 17 de abril destacaba que los fallecidos por covid-19 en residencias equivalían al 52% de los fallecidos por el virus en España, al 57% en Irlanda y al 49% en Francia y Bélgica. En Alemania no había estadísticas oficiales sobre las residencias, pero el goteo de datos apunta a un elevado número de fallecidos.

 

Materias primas

La segunda lección es que la falta de una política industrial en la UE y el modelo de hiperglobalización, con cadenas de producción fragmentadas, ha dejado a los europeos desprotegidos y sin capacidad para fabricar productos esenciales como mascarillas, respiradores, test de detección, material sanitario y medicinas. Hasta la década de 1980 la mayoría de los medicamentos se fabricaban en Europa. Ahora, el 80% de los principios activos se producen fuera. Las materias primas y los principios activos se producen en China y luego son exportados a India y otros países. Allí se transforman en medicamentos.

La tercera lección es una revalorización del papel del Estado 40 años después del inicio de la ofensiva neoliberal de Margaret Thatcher y Ronald Reagan a favor de un Estado pequeño. Las patronales y los sectores económicos son ahora los primeros en reclamar la intervención estatal para resolver la crisis sanitaria y superar la grave recesión creada.

 

Adiós al dogma alemán

La cuarta lección es que cuando conviene a Alemania se pueden anular de un plumazo los dogmas económicos hasta ahora sacrosantos, como la política de austeridad y los techos de déficit y deuda pública. El plan anticrisis alemán, de 600.000 millones de euros y un endeudamiento de 156.000 millones, hacía inviable el cumplimiento de esas normas. La Comisión Europea, que hace pocos meses reclamaba ajustes presupuestarios adicionales a España, Francia, Italia y otros países, anunció el 20 de marzo la suspensión de las reglas del pacto de estabilidad. Asimismo, la Comisión Europea, que había perseguido con ahínco las denominadas acciones de oro con que los Estados intentaban evitar que las empresas públicas privatizadas cayeran en manos extranjeras, ahora recomienda a través de la vicepresidenta, Margrethe Vestager, que los Estados tomen participaciones en empresas estratégicas si hay el riesgo de compras hostiles.

 

La quinta lección es que la pandemia ha demostrado que la UE sigue sin ser una Unión y que incluso tiene graves dificultades para ser un mercado único. La descoordinación ha sido la regla, pese a los esfuerzos de la Comisión Europea. Cada Estado ha actuado de forma unilateral en el bloqueo de fronteras, los confinamientos, las medidas sanitarias y el recuento de víctimas. La solidaridad ha brillado por su ausencia y se han impuesto los reflejos nacionalistas y autoritarios. Alemania y Francia vetaron la exportación de material sanitario cuando Italia más los necesitaba. Francia retuvo en marzo durante dos semanas 4 millones de mascarillas de China en tránsito hacia España e Italia y solo liberó la mitad. La República Checa se incautó de 640.000 mascarillas y respiradores con destino a Italia y solo entregó una fracción. La falta de ayuda europea a Italia fue explotada por China y Rusia para el envío propagandístico de material sanitario, aumentó el euroescepticismo italiano y favoreció a la ultraderecha (La Liga y Hermanos de Italia) con una expectativa de voto del 42%. 

 

Reparto de la inversión

La salida de la recesión también se aborda en clave nacional, no europea. Alemania, Holanda y Austria solo respaldan las medidas que les benefician directamente (fondo para el empleo y plan crediticio del BEI) y se oponen a emitir eurobonos para financiar la reactivación. El Banco Central Europeo (BCE), tras una torpe actuación inicial, es la única institución europea que ha actuado de forma efectiva, evitando un colapso financiero y la desestabilización de las deudas soberanas. Por el contrario, el reparto de la Iniciativa de Inversión en Respuesta al Coronavirus de la Comisión Europea de 37.000 millones resulta sorprendente: Hungría con 199 fallecidos (20 de abril) recibe 5.600 millones, mientras Italia el país más afectado, con seis veces más población que Hungría y 23.660 fallecidos, recibe la mitad.