Propuesta 38 // ‘Peatonalizar’ y ‘pacificar’ calles
La medida se resume en la necesidad de quitarle espacio al coche privado para dárselo al transporte colectivo y, sobre todo, a la ciudadanía, a la que se incentiva a caminar. El objetivo es reducir la congestión de tráfico y la contaminación atmosférica y acústica.
Una de las medidas más emblemáticas, que el nuevo gobierno municipal de Madrid quiere desmantelar, es el proyecto Madrid Central que impulsó la ex alcaldesa Manuela Carmena. En la almendra central de la capital española, el proyecto acotó la circulación a los vehículos de personas residentes (fueran más o menos contaminantes) y a los de personas con movilidad reducida. Además, se permitía el acceso solo a quienes conducen vehículos con cero emisiones o bien a los que disponen de etiqueta Eco (híbridos enchufables con autonomía inferior a 50 kilómetros), a los no enfuchables y a los propulsados por gas natural o gas licuado de petróleo. Los residentes tenían 20 autorizaciones al mes para vehículos invitados. Los no residentes podían acceder con un distintivo ambiental y si aparcan en estacionamientos públicos o mixtos.
Reducir la velocidad máxima a 30 km/h por el centro de las ciudades es el futuro de la ciudad sostenible
Islas peatonales como las impulsadas en Barcelona cambian de forma radical las ciudades
La pacificación de calles, que supone la reducción de la velocidad máxima a la que se puede circular por la ciudad, y especialmente por calles céntricas, es otro de los objetivos de las ciudades sostenibles. El Gobierno de Pedro Sánchez anunció hace un tiempo su voluntad de reducir la velocidad máxima de 50 a 30 kilómetros por hora dentro de las ciudades.
Otra vía es convertir en peatonales el máximo de calles posibles. La creación de supermanzanas es otra estrategia. La Barcelona de Ada Colau impulsó cinco de estos bloques, para liberar espacio equivalente a 10 manzanas del Eixample —Poblenou, Horta, Sant Antoni, Hostafrancs y Les Corts—. En estas zonas solo pueden entrar coches que tengan origen o final en algún lugar del interior, de modo que se puede entrar y salir de ellas (a 10 kilómetros por hora) pero no atravesarlas vertical ni horizontalmente. En ellas no hay paradas de autobús. Su implantación ha sido controvertida.
Pontevedra es una de las ciudades españolas que más ha trabajado para impulsar un plan ambicioso de movilidad urbana para expandir la prioridad de los peatones por una treintena de calles de la localidad, con el fin de expulsar el tráfico rodado de paso.
Según el buscador de viajes vacacionales Holidu, las ciudades con un porcentaje más elevado de zonas peatonales son Granada (20,1%), Vitoria-Gasteiz (19,1%), Valencia (18,7%), Bilbao (18,04%), Salamanca (16,6%), Cuenca (14,9%), Sevilla (14,7%), Huelva (13,4%), Barcelona (13,2%) y Toledo (13%).
La introducción del tranvía (en Zaragoza o Barcelona) ayuda a pacificar el centro. La apuesta por los carriles para bicicletas completa estos esfuerzos.
El reto es, además, planificar más zonas verdes en los nuevos desarrollos urbanísticos.