Te quedan 0 artículos gratuitos este mes.

Accede sin límites desde 55 €/año

Suscríbete  o  Inicia sesión

Riesgo

Comparte
Pertenece a la revista
Marzo 2017 / 45

Los economistas tienen muy estudiado el concepto de riesgo. Se trata de algo relativamente simple: prever lo que puede ir mal. Hay muchísima gente que se gana la vida inventando algoritmos para calcular qué pasará si fluctúan los tipos de interés y de cambio, si suben o bajan los mercados de valores, si un operador importante resulta insolvente o si hay una restricción súbita en el flujo de crédito. Esas son cosas asumibles. Los riesgos calculables permiten el riesgo calculado. Todos tranquilos.

Hay un riesgo un poco más puñetero, el soberano. Se refiere a la posibilidad de que un país suspenda pagos. A los inversores no les hace ninguna gracia que la deuda pública se convierta en papel mojado o que no se puedan repatriar beneficios; al ciudadano le hace aún menos gracia que las pensiones queden en el aire y el futuro se oscurezca, pero, en fin, es la vida. Pasa de vez en cuando y seguirá pasando.

Luego está el riesgo sistémico, que en términos financieros equivale a la fisión nuclear: una reacción en cadena de consecuencias terribles. Es lo que ocurrió en 2007 y 2008. Cuando el banco de inversiones Lehman Brothers se declaró en bancarrota, todo el sistema bancario estuvo a punto de reventar. No hace falta explicar hasta qué punto es desastrosa una crisis sistémica, porque aún la estamos pagando. Por supuesto, siempre hay beneficiarios. Como decía el despiadado John D. Rockefeller, la manera más rápida de hacerse millonario consiste en comprar cuando corre la sangre por las calles.

La implosión de la UE sería posible si gana el Frente Nacional 

Hay algo más allá del riesgo sistémico, algo aún no explorado en tiempos de paz. Algo peor que cualquier otro desastre financiero. Se trata del colapso de una moneda de rango mundial, de la ruptura instantánea de miles de acuerdos y tratados de todo tipo, del salto al abismo. Es lo que ocurriría en caso de implosión descontrolada de la Unión Europea. Y esa implosión sería bastante posible si el Frente Nacional ganara las elecciones en Francia. ¿Qué pasa después del salto al abismo? No se sabe. No hay antecedentes. Cualquiera puede especular: a lo mejor somos más felices, a lo mejor nos vamos a hacer puñetas.

Las casas de apuestas británicas, especialistas en cálculo de riesgos porque se juegan mucho dinero, creen que ganará el Frente Nacional.

Ya conocen aquella maldición china: “Que vivas tiempos interesantes”.