Propuesta 12 // Acelerar un futuro energético 100% ‘verde’
La transformación energética que le urge al planeta pivota en torno a la sustitución de las energías de origen fósil por otras de origen renovable. De ahí la importancia de que las autoridades —mundiales, europeas, españolas, autonómicas y municipales— planifiquen cómo se va a asegurar una mayor penetración de energías limpias. Las razones son múltiples: la protección del planeta, la biodiversidad y la propia existencia de la humanidad, y, a medio plazo, la reducción de la dependencia energética —aún del 74% en el caso de España, en 2017— y una mayor seguridad. Las energías renovables conllevan un sistema energético más democrático.
El marco europeo, bajo la presión del Acuerdo de París para combatir el cambio climático, ha señalado una senda: lograr que en 2050 el 100% del total del consumo final total de energía se cubra con renovables. Para llegar hasta ahí, el objetivo intermedio se ha fijado en 2030, año en el que las energías limpias deben cubrir un 32% del consumo final total de la UE. Este objetivo, considerado poco ambicioso por parte de las organizaciones ecologistas, se revisará en 2023, pero si se actualiza únicamente podrá ser para elevar el objetivo, no para retroceder. Es un objetivo que queda a medio camino entre el 27% que preferían los gobiernos de los Estados miembros y el 35% que exigía la Eurocámara. Para 2020, la UE tiene marcado un objetivo del 20%.
¿En qué posición está España? El Gobierno de Sánchez ha presentado este año a Bruselas el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que cubre esa primera fase, de 2021 a 2030. En ese horizonte (2030) se prevé que las renovables supongan un 42% del uso de energía final del país, mientras que en generación eléctrica, los objetivos de penetración renovable alcanzan el 74%. Este avance se fía a la inversión en energías limpias, eléctricas y térmicas, y a una reducción del consumo final de energía por la aplicación de medidas de ahorro y eficiencia en la economía.
Pero el escenario que dibuja el panel internacional de científicos sobre el cambio climático (IPPC) obliga a intentar acelerar el proceso, no solo en materia de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, sino de penetración de energías limpias. La Fundación Renovables propone, por ejemplo, que en el año 2030 un 51% de la demanda final de energía en España se cubra con renovables, y que la penetración verde en el sistema eléctrico alcance al menos el 80% en esa fecha, como etapa intermedia para llegar en 2050 a un futuro 100% renovable.
Hablar de un futuro del todo renovable o no, al menos durante la transición, tiene que ver con las posibilidades de asegurar que, quitando las fuentes de electricidad que más emisiones generan, se pueda garantizar la seguridad del suministro. Los grupos ecologistas como Greenpeace, Ecologistas en Acción, Amigos de la Tierra y WWF sostienen que es posible lograr un sistema eléctrico prácticamente renovable en 2030. “Normalmente se dice que solo con renovables no se podría cubrir toda la demanda. Calculémoslo de verdad. Veamos cuántos días la renovable no daría de sí. Las situaciones en que no habría posibilidad de cubrirla son realmente muy poco frecuentes; quizá hablaríamos del 2%, pero no del 26%”, apunta Javier Andaluz, de Ecologistas en Acción, para quien plantear solo un objetivo del 74% de renovables es “una forma de admitir la continuidad de las centrales de gas”. Indica que la punta máxima de consumo en España es de 45.000 megavatios/hora, cuando hay instalada una potencia de 100.000 megavatios.
Muchos expertos consideran que la potencia de respaldo —energía disponible para cuando no sopla el viento o no hace sol—, que es más barata y eficiente, es la procedente de los ciclos combinados. Así lo prevé, además, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), por la flexibilidad de estas centrales, frente, por ejemplo, a las nucleares, que tienen que estar funcionando todo el tiempo porque pararlas y ponerlas en marcha saldría más caro. En una opción conservadora, el PNIEC no considera nuevas inversiones para centrales de gas que quedarían sin amortizar, pero sí mantiene hasta 2030 la potencia de los que existen, aunque se prevé que en la segunda mitad de la década próxima aportarán escasa electricidad en el sistema porque la mayor parte del tiempo habrá mucha generación renovable.
Partidarios de las renovables admiten que a día de hoy un control electrónico genera dudas de tipo técnico para garantizar el suministro porque se requiere seguridad total, pero también que no deben verse como un impedimento para no ir por esta vía, sino como oportunidades para la investigación.
El PNIEC no contempla nuevas plantas de gas hasta 2030, pero sí mantiene las existentes
Una de las opciones sobre la mesa es que la potencia de respaldo la ofrezca la energía hidráulica. De hecho, el PNIEC incluye una referencia a la posibilidad de que el operador de red pueda acabar manejando los activos hidráulicos por el bien de la penetración de renovables en el sistema, lo que en la práctica supone plantear una expropiación a las compañías que disponen de concesiones de muy larga duración. Los ecologistas apuntan que incluso sin esperar a que las concesiones venzan el Estado tiene mecanismos formales e informales para utilizar el agua como mecanismo para regular en qué condiciones se debe producir el desembalse de agua. El bombeo hidráulico es otra opción, más cara, pero en cualquier caso haría falta retribuir a este tipo de electricidad para ejercer esta función de respaldo o seguridad y, quizá, quitarla entonces del mercado (para que no se la retribuya dos veces).
El desarrollo de las baterías también ayudará a esta función, aunque necesita todavía mayor maduración. En el Reino Unido, el National Grids, que viene a ser el operador equivalente a Red Eléctrica, ha asegurado que en 2025 estará preparado para poder operar sin combustibles fósiles, sea cual sea el mix energético del país.
En los planes del Gobierno español, en 2030 se prevé una potencia total instalada en el sector eléctrico ded 157 GW, de los que 50 GW serán de energía eólica, 37 GW de solar fotovoltaica, 27GW de ciclos combindos de gas, 116 GW de hidráulica, 8 GW de bombeo, 7 GW de solar termoeléctrica y GW de nuclear, con resto para otras tecnologías. Son proyecciones que dependerán de cómo evolucionen los costes y la flexibilidad en la implementación. Contemplan que avancen en todos los sectores: generación eléctrica, incluido el coche eléctrico, bombas de calor, las viviendas, la industria, el transporte (a través de biocarburantes) y en la agricultura. Considera, además, que de cara al almacenamiento vayan al alza las tecnologías de bombeo y de baterías, que supondrán una potencia adicional de 6 GW (aportan capacidad de gestión a la generación).